Las primeras horas de la jornada de ayer sorprendieron a los vecinos de Salvador Mazza con un movimiento inusual de efectivos uniformados. La presencia de gendarmes se vio reforzada por soldados del Ejército y miembros del Gopar (Grupo de Operaciones Especiales de Alto Riesgo) de la Policía de la Provincia. Un helicóptero Bell, desde el aire y vehículos todo terreno con efectivos fuertemente armados, completaban el panorama en el primer día de intervención de tropas conjuntas para el control de la frontera con Bolivia.
Hasta anoche no había información oficial sobre el balance del primer día del operativo, pero fuentes cercanas confiaron a El Tribuno que las maniobras estuvieron enmarcadas dentro de la operación "Integración Norte" que se ejecuta anualmente como parte del adiestramiento operacional del Ejército en la zona de frontera. No hubo ninguna directiva puntual para el control preventivo en relación con la pandemia.
El despliegue del Ejército se hizo con unos 60 efectivos pertenecientes a la Compañía de Cazadores de Monte 17 de Tartagal.
Pese a ello, el despliegue habría posibilitado una mayor presencia de efectivos en los innumerables pasos ilegales a lo largo de los 20 kilómetros fronterizos en la zona de Salvador Mazza, desalentando los intentos de ingreso desde el vecino país.
Es necesario recordar que allí, a raíz del virulento brote de COVID en Yacuiba, quedó inhabilitado el tránsito internacional de personas al menos por 30 días y que solo está permitido el ingreso y egreso de camiones, bajo estrictas medidas de seguridad sanitaria.
En otro punto geográfico, pero esta vez Aguas Blancas, en el departamento Orán, también se desplegaron las tropas conjuntas para lograr una mayor cobertura sobre el curso del río Bermejo que hace las veces de frontera natural y por donde a diario cruzan cientos de personas con contrabando de todo tipo.
Pero la permeabilidad de la línea fronteriza no solo se focaliza en esos dos puntos. La situación geográfica enfrenta a localidades de uno y otro lado de la frontera en otros lugares, donde también aparecieron quejas y alertas por el tránsito sin control de personas hacia nuestro país. Son lugares menos poblados y de mayor dificultad para el acceso, pero es allí donde el intercambio se mantiene al margen de las restricciones impuestas por la pandemia.
Entre las montañas
Tal es el caso de Mecoyita, en Santa Victoria Oeste, donde los pobladores están preocupados por el intenso tráfico que registran estos días, luego del cierre de las frontera entre La Quiaca y Villazón.
Vecinos de esa localidad se comunicaron con la redacción de diario El Tribuno para advertir sobre una situación de alerta por el cruce de ciudadanos bolivianos que podrían estar llegando desde la localidad de Padcaya en Tarija, donde ya se detectaron casos positivos de COVID-19.
Acamparon en un terreno privado en el marco de la operación Integración Norte que se ejecuta en la zona de adiestramiento operacional.
Mecoyita es una localidad que se ubica sobre la línea fronteriza con Bolivia, y donde los vecinos se conectan cruzando un río de montaña que lleva su nombre y que también hace de frontera natural entre los dos países. Los pobladores que se comunicaron con El Tribuno, manifestaron su temor por el permanente tráfico de mercaderías y hojas de coca que se vio intensificado en las últimas horas como consecuencia del cierre de los otros pasos fronterizos. Podcaya, la localidad boliviana donde se detectaron casos positivos, se encuentra a una hora de Mecoyita y sus habitantes llegan hasta la frontera para concretar operaciones de intercambio comercial.
"Vienen personas en plena cuarentena de lugares infectados en busca de mercadería por contrabando, la que es entregada por algunos comerciantes de la zona sin respetar ningún tipo de protocolo, ni medidas preventivas por el COVID-19. No les importa la salud de la gente, solo les importa recibir dinero. Estamos totalmente indignados con las autoridades del pueblo que no toman medidas en el asunto", expresaron. "Camiones y camionetas permanentemente con mercadería de La Quiaca pasan a Bolivia por Mecoyita. Al mismo tiempo vienen vehículos de ese país con bolsas de coca que pasan a la Argentina, sin control tanto de día como a altas horas de la noche, sin ningún tipo de protección", advirtieron los pobladores.
El otro extremo
Ayer en Santa Victoria Este, en el otro extremo de la frontera con Bolivia, también se vivía un clima de incertidumbre a raíz del primer caso positivo confirmado en Tartagal. Esta circunstancia fue el disparador de quejas y pedidos de los pobladores de esa localidad, en Rivadavia Banda Norte, al respecto de los controles sobre las ruta 54 y otros caminos que conectan directamente con la frontera. Los vecinos manifestaron a El Tribuno que también está llegando gente de Villamontes con cargamentos de coca, que luego cruzan de nuevo con alimentos y que no son sometidos a ningún control.
Al parecer el cierre de las fronteras en los pasos internacionales más transitados está direccionando el movimiento de las personas hacia cruces alternativas.
Una frontera de selva y monte
La frontera entre Argentina y Bolivia tiene una longitud de unos 770 kilómetros.
Más de la mitad de esa línea se extiende en territorio salteño.
Solo entre las localidades de Aguas Blancas y Salvador Mazza, la división política con Bolivia recorre unos 300 kilómetros que ocupan selvas, montes y ríos, en su mayoría, fácilmente franqueables y donde existen poblaciones conectadas a uno y otro lado de la división.
Estas características hacen que el tránsito de personas sea permanente y no solamente en las áreas más pobladas.