El alta del paciente cero fue de esas informaciones que llegan más rápido que el viento. Era cierto, ayer había pasado de la clínica donde estuvo internado 24 días a su casa. Entonces muchos quisieron saber si estaba sano, si no había riesgo de que contagiara a su familia o a quien tomara contacto con él, y así una larga lista de preguntas. Anoche, a última hora y en un contacto telefónico con El Tribuno de menos de tres minutos resolvió la inquietud que las autoridades provinciales no habían aclarado.
"Estoy clínica y médicamente sano, pero es parte del protocolo, y lo estoy cumpliendo, que yo tengo que mantener unos días más de aislamiento. Pero, digamos, estoy en mi casa por instrucciones de los médicos", dijo Adet con un tono tranquilo, mientras de fondo, se escuchaban voces y ruidos hogareños.
- ¿Estás haciendo algún tratamiento o tomando medicación?
- No, no estoy haciendo ningún tratamiento ni tomo medicación. Sí es parte del protocolo que yo guarde un par de días más de aislamiento, y lo estoy cumpliendo. Insisto, no estoy bajo tratamiento médico.
¿Tenés que tomar alguna medida con tu familia?
Nada... no, no.
¿Nadie de tu familia tuvo síntomas?
No, para nada.
El caso
Matías Adet fue el primer caso positivo de coronavirus en Salta y también es el primero en recuperarse, por eso fue dado de alta ayer, en medio de un hermetismo por parte de las autoridades de Salud Pública, que optaron por respetar la privacidad de su historia clínica.
Adet regresó de Europa -donde había estado en España- el 12 de marzo.
El joven salteño, de profesión abogado, y otros cuatro ciudadanos -que volvieron en un vuelo que partió desde Alemania hacia Buenos Aires- habían sido imputados por supuesta violación del protocolo sanitario para impedir la introducción o propagación de una epidemia (previsto y reprimido por el artículo 205 del Código Penal), pero luego la jueza de Garantías, María Edith Rodríguez, declaró la incompetencia provincial.
El expediente pasó a la Fiscalía de Casos Complejos Federales a cargo del fiscal Ricardo Toranzos, que investiga los movimientos de estas cinco personas, desde el momento que arribaron a Buenos Aires hasta que llegaron a Salta.
De los cinco viajeros hasta ahora el único positivo de COVID-19 fue el abogado que vino de España y desde que se confirmó el caso ya pasaron 21 días (tres días después de su internación con síntomas), exactamente el mismo tiempo que Salta está en cuarentena.
"Cuando termine la cuarentena y su aislamiento recién se van a analizar concretamente las medidas judiciales, mientras esté en condiciones de enfermo y no tenga un alta definitiva no se lo puede convocar a una audiencia de descargo", señaló el fiscal Toranzos. Similar sería en los otros cuatro casos también denunciados.
“Les aseguro que jamas busqué padecer todo lo que tuve que soportar”.
Mientras tanto, el expediente lo que hace es producir pruebas. "Se recibieron los videos del comportamiento desplegado en los aeropuertos de Ezeiza y de Salta del caso positivo. Se ha pedido la misma diligencia respecto a los otros cuatro con causa", manifestó.
Se supo, por ejemplo, que se verificaron las historias clínicas de cada uno, se está viendo si al llegar a Ezeiza se les planteó a los cinco alguna restricción para viajar a Salta, ellos aseguran que ninguna; si habrían ingerido algún medicamento que hubiera disimulado los síntomas y si todos tenían pasajes previstos con anticipación o los cambiaron, y todos los pormenores al respecto.
“Las enfermedades se contraen, uno no busca enfermarse”
Anoche, casi a última hora, el abogado Matías Adet habló con El Tribuno y pidió la publicación de un escrito suyo referido a lo que vivió desde que regresó de España al país hasta que recibió ayer el alta y se reencontró con su familia para continuar con el protocolo previsto para coronavirus antes de retomar su vida social.
Lo que sigue es la reproducción completa de una carilla que lleva su firma:
“En primer lugar, quiero agradecer infinitamente al recurso humano del Sanatorio “Altos de Salta”. Tanto a médicas y médicos como a enfermeras y enfermeros que me asistieron, camareras, nutricionistas, ordenanzas, etcétera. En definitiva, a todos los que desde su lugar ayudaron a que me recuperara del COVID-19 en los veinticuatro días que estuve internado y completamente aislado en el sanatorio, brindándome siempre un trato cordial y humano, a pesar del temor que provoca enfrentar esta pandemia que azota hoy al país y al mundo.
Y fue casualmente ese miedo comprensible de nuestra comunidad lo que provocó tanta ira, falacias, amenazas y agravios de todo tipo que tuve que soportar injustamente, no solo yo, sino también mi familia, siendo esto último lo más doloroso.
Pero fue el consejo de un sabio amigo el que me ayudó a comprender por qué la gente que no me conocía y ni siquiera sabía que mi comportamiento había sido completamente adecuado, igualmente decidió reaccionar con inusitada virulencia.
Fue por miedo.
Prueba de ello es lo que ocurre en todo el país, donde hemos llegado a niveles insospechados de insensibilidad social y desinformación, al punto que los consorcios de edificios les piden a los médicos que se muden. A los únicos héroes en este lío, en paridad siempre con enfermeras/os. Paradójico.
A quienes no comprendo ni mucho menos dispensaré será a aquellos que teniendo responsabilidad institucional en distintos niveles y ámbitos de nuestra comunidad, algunos con malicia y otros con imprudencia insalvable, optaron por el destrato, por no preservar mi identidad como paciente enfermo, por una discriminación con rasgos xenófobos, y por la ponderación apresurada de versiones prejuciosas, incomprobadas o tergiversadas. Desconozco hoy sus motivos, pero sin dudas fueron todos indignos. En contra de ellos legítimamente accionaré, por tanto agravio gratuito e inmerecido.
Finalizo recordando que, fruto del completo apego que mantuve a hacer lo correcto, fui yo la única víctima de coronavirus, sin que exista luego de casi un mes ningún caso relacionable ni que pueda reprochárseme. Al punto que ni siquiera pude asistir al funeral de mi padre, por seguir haciendo justamente lo correcto. Las enfermedades se contraen, uno no busca enfermarse, y les aseguro que jamas busqué padecer todo lo que tuve que soportar”.