Muchas veces, los fanáticos piensan que la vida de los deportistas de elite es de color de rosas: fama y dinero por un trabajo que todos quisieran tener. Sin embargo, hay un detrás de escena que desconocen y se sorprenden al descubrirlo.
Hay momentos duros, la excesiva presión, la falta de continuidad o los conflictos personales que pueda tener cada uno de los protagonistas en su día a día juegan en su cabeza.
Quien viene de pasarla realmente mal es Jonatan Cristaldo, quien de a poco intenta rearmarse y pelea un puesto en la delantera de Racing. En el segundo semestre de 2017, en su último paso por Vélez, entró en un pozo depresivo y llegó a pensar en lo peor.
"Tuve pensamientos oscuros. Muchos. Me acuerdo que una vez, cuando iba manejando, me agarró como un ataque de pánico, de depresión. Pensé en darme un palo con el auto. Fue muy feo. Pensé en matarme", confesó el jugador en una entrevista con el diario Olé.
"Coincidió con los tres meses que estuve parado, sin hacer nada, es la verdad. En Vélez no era un profesional", continuó Cristaldo y agregó: "No levantaba ni una taza. Me iba al gimnasio y me entrenaba como una persona normal, digamos. No hacía las cosas que corresponden a los jugadores de fútbol. Pensaba que con eso me alcanzaba para estar bien. Estaba cómodo. Y listo".
"Estaba ido. Encima tenía muchos problemas personales, sobre todo familiares y con amigos. Eso también influyó bastante. Después, cuando ya hacía la pretemporada, empecé a sentirme mucho mejor. Me repuse. Hasta que a los dos o tres partidos me lesioné y nunca más volví bien en lo físico. Y arrancó la decadencia, de nuevo", explicó.
Mi escape era comer y a veces hasta tomar un poco de más. No estaba bien psicológicamente, me sentía deprimido. Nunca en mi vida pensé que pasaría eso. No se lo deseo a nadie.
"Yo soy un chico muy alegre, pero en ese momento veía todas cosas malas. Todo lo malo de mí y en los demás. En todos", destacó el futbolista. "Me sirvió mucho ir a la psicóloga. Le estoy agradecido a ella. La necesitaba porque había momentos en los que no tenía ganas ni de levantarme de la cama, no quería ni ir al entrenamiento. No salía de mi casa, no quería ver ni a mis amigos".
"Entendí que, a veces, hablando se resuelven las cosas. Y así fue. Me limpié mucho", contó Cristaldo, quien aseguró: "Ahora recuperé la alegría, me siento profesional de nuevo. Vengo a entrenarme con ganas. Y ahora disfruto de las pequeñas cosas como de comer con amigos, de levantarme cada mañana para ir a practicar o estar con mis hijos. Antes me quedaba a cuidarlos y me la pasaba con el teléfono viendo Instagram o Twitter. Ahora estoy con ellos, disfruto de que me abracen".
"A veces no les damos valor a esas cosas hasta que pasa algo malo. La vida me dio una segunda oportunidad de demostrarme que lo que hacía estaba mal. Y debo aprovecharla", cerró.
Fuente: TN
