Lionel Messi está tocado. Hace más de un mes que las molestias en el aductor y el isquiotibial derechos condicionan su rendimiento. Y no mejora. Atado, juega menos. Menos tiempo, menos productividad. "Se está cuidando", le cuentan a LA NACION desde la intimidad del seleccionado . Los sprints largos y bruscos cambios de ritmo debe administrarlos como nunca. "Está al límite", agrega otra fuente cercana al jugador. El objetivo es evitar que las persistentes molestias se trasformen en una distensión. O, peor, en un desgarro. Quedan 25 días y cinco partidos para que concluya la estación 2017/18 de Messi. Una rotura muscular precipitaría el cierre de la temporada y definitivamente le quitaría ritmo competitivo en la antesala de la Copa. Además, cuando la ruta al Mundial entra en un callejón sin salida, las lesiones traen un efecto anímico demoledor.
Desde que se libere de Barcelona y hasta el debut mundialista del 16 de junio con Islandia, le confían a LA NACION, habrá tiempo para ajustar su preparación. Física y mental, porque el temor a una lesión más seria también activa fantasmas emocionales. Serán 25 días y cinco partidos. No es tanto tiempo, pero el riesgo de que se agrave la situación está latente. Además, entre esos cinco encuentros aparecen dos que no serán decorativos: pasado mañana, la final de la Copa del Rey, ante Sevilla, el primer título que buscará festejar la administración de Ernesto Valverde. Y el 6 de mayo, tal vez con la Liga resuelta o tal vez no, el derbi con Real Madrid, en el Camp Nou.
Los otros tres cotejos, también por el torneo español, serán ante La Coruña, Villarreal y Levante, el 13 de mayo, en el cierre de una temporada que, hasta hoy, lo encuentra a Messi con 39 goles en 49 encuentros. Nada mal, claro. Seguramente en estos tres cotejos no completará los 90 minutos, pero vale recordar que el invicto Barcelona persigue la liga perfecta, un campeonato sin derrotas. Quizá, Messi vaya al banco alguna que otra vez. Siempre con la idea de acotarle el campo a la fatalidad. Desde hace un tiempo, el capitán comprendió que debía elegir qué partidos disputar y no arriesgar de más si no era necesario. Rusia lo obsesiona. Con 30 años, Rusia será su último Mundial en plenitud, aunque pueda llegar a Qatar 2022. Eso no importa ahora.
Fuente: La Nación