La pregunta que se hacían esos hinchas que aplaudían en el final del Monumental, los mismos que al cabo del primer tiempo se ahogaban entre insultos hacia el árbitro y desilusión por el rendimiento del equipo, tiene que ver con mirar el vaso medio lleno o medio vacío. No por antiguo el axioma deja de tener vigencia en estos tiempos modernos. River pudo haber perdido el partido. También, lo pudo haber ganado. Pero como navega aguas turbias, qué difícil hallar una flor en el pantano. Porque Boca está cada vez más lejos, las Copas, también. Tendrá que buscar aferrarse al repunte del segundo tiempo. A la resurrección de Rodrigo Mora. A la influencia y el gol de Lucas Pratto en ataque, aun con sus desniveles. Al fútbol de Juan Fernando Quintero. Y a Leonardo Ponzio, que casi siempre cumple.
Godoy Cruz, en otro contexto, podría valorar un empate en el Monumental. Pero ganaba 2 a 0. Y aunque es cierto que pudo volver a Mendoza despojado de puntos, difícilmente pueda terminar satisfecho. No supo sostener el resultado. No defendió bien. Y fue superado en el complemento.
El primer gol pareció tumbar a River. Justo un rato después del remate de Nicolás De la Cruz en el palo. En su primer ataque a fondo, Godoy Cruz venció a Franco Armani. Santiago García metió un pase a espaldas de Gonzalo Montiel y Juan Garro, entrando a la carrera, enmudeció al Monumental.
Y enseguida llegó la polémica del penal de Luciano Abecasis sobre Lucas Pratto. Lo tocó abajo el lateral. Estaba muy cerca Jorge Baliño. Y se equivocó. Aturdido, River siguió perdido entre las protestas. Martínez Quarta regaló la pelota en la salida, interceptó Garro y Pol Fernández dejó al Morro mano a mano con Armani. Era offside. Pero el asistente Alejandro Mazza no levantó la bandera. Y el uruguayo marcó el segundo.
Directo para jugar, oportunista, los mendocinos se pusieron en ventaja mientras River se deshacía entre los murmullos de la gente y sus propias limitaciones. Pero al margen de las fallas garrafales de los árbitros, hasta el segundo gol, el equipo se había mostrado abúlico, sin volumen de juego a bordo de un 4-2-2-2 en el que Quintero y Nicolás De La Cruz se habían movido delante de los volantes centrales aunque con pocas gravitación en la gestación. Especialmente, por la presión que ejercían los mendocinos en el medio.
Tenía que despertarse River. Tenía que encarar Quintero. Lo hizo. Y Pratto metió un taco bárbaro para que Mora resolviera ante su compatriota Burián. Ese gol fue vigorizante. Y en el segundo tiempo, cambió la cara. Recuperó la actitud, con Ponzio como bandera. Crecieron Mora y Pratto. Fluyó Quintero. Y Godoy Cruz se metió atrás, encomendado a alguna contra con Garro o García. Y lo empató Pratto, tras una guapeada de Mora y un centro atrás de De La Cruz.
Dominó casi todo el segundo tiempo el equipo del Muñeco. Sin embargo, le costó horrores penetrar en el área de Godoy Cruz. Los Nachos, Fernández y Scocco, no mejoraron el equipo. Angileri estuvo cerca del 3 a 2 con un zurdazo de media distancia. También, Viera, gracias a otro error de Baliño. Hubiera sido un tiro para el lado de la injusticia. A pesar de sus claroscuros, River no merecía quedarse vacío. Así y todo, el puntito tiene sabor a poco.
Fuente: Clarín