En el país de la viveza criolla todo puede pasar. La reventa de entradas sigue que explota y no hay ningún tipo de regulación sobre los precios y ni siquiera sobre la forma de venta.
Así, mientras la fiebre por el superclásico no tiene límites, los usureros vuelven a convertirse en los principales actores de. En un poco más de un día Boca y River se enfrentarán en la Bombonera por el encuentro de ida de la final de la Copa Libertadores 2018 y nadie quiere quedarse afuera.
Lo cierto es que apenas 50 mil hinchas podrán hacerse presentes en el evento y el resto deberá mirarlo por televisión. ¿Quiénes tienen acceso a estas entradas? Los abonados debieron pagar hasta el miércoles un adicional por su asiento, mientras que los socios activos que hayan ido al menos cuatro partidos en esta edición de la competencia también pagarían una diferencia para conseguir su ticket para ingresar a la popular.
Y, como ocurre detrás de todos estos eventos masivos, incluso desde antes que arranque la venta de plateas comenzaron a venderse entradas de reventa en distintos sitios de internet.
Por un asiento pedían desde 55 mil hasta 180 mil pesos, mientras que las populares estaban entre 40 y 50 mil pesos: lo curioso de esto es que la venta oficial comenzó recién ayer jueves y a aquellos socios que sacaron la adicional no le dieron un ticket, sino que le habilitaron su propio carnet, que no es transferible.
Pero antes de la venta “oficial” se rompieron todos los límites. En el sitio Viagogo.com, plataforma secundaria de compra-venta de entradas para espectáculos en directo, ofrecieron una platea alta por el valor de 1.415.775 pesos (cerca de 40 mil dólares).
Pero claro, créase o no, Boca salió a denunciar ante el Ministerio Público Fiscal esta situación de reventa de entradas y solicitó que se realice una investigación para averiguar de dónde salieron, cómo es el circuito de comercialización y quiénes se benefician con la diferencia entre el precio oficial y los valores en el mercado ilegal. De todos modos, no es nada nuevo en el fútbol argentino y en los principales equipos, teniendo en cuenta la histórica final de Libertadores.
Pasa en cualquier club argentino, sea de Primera, B Nacional o cualquiera del ascenso, quizás porque es un mal enquistado en una dirigencia poco transparente. ¡Va, poco!