En el segundo semestre del año pasado, la pobreza fue de 39,2% y la indigencia de 8,1%, según informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
Estos porcentajes implican que en la Argentina hay 18.679.605 de pobres y 3.859.816 millones de indigentes; esta cifra surge de una extrapolación de la cifra de los conglomerados urbanos registrados por el Indec a todo el país y permite medir con mayor precisión el fenómeno de la pobreza en las áreas no alcanzadas por las estadísticas oficiales.
En el semestre anterior -enero a junio de 2022- la pobreza había alcanzado al 36,5% y alcanzó a 17,3 millones de argentinos. En tanto, el nivel de indigencia fue del 8,8 por ciento en los primeros seis meses del año pasado. En tanto, en el segundo semestre del 2021 la pobreza fue del 37,3% y la indigencia del 8,2 por ciento.
Así, la pobreza creció en 1,4 millones de personas en el último semestre y 1,15 millones de personas en el último año.
La línea de indigencia se mide por el costo de la canasta básica alimentaria, por lo que la inflación de alimentos resulta una variable determinante. En ese sentido, los precios de la canasta básica alimentaria se aceleraron en la segunda parte del año pasado, lo que se combinó con una fuerte caída real de los ingresos del sector informal de la economía. Los salarios no registrados avanzaron apenas 65% durante todo 2022, 30 puntos por debajo de la inflación.
Al mismo tiempo, el avance del IPC a partir de julio de 2022, que recién se estabilizó en 5% durante el último bimestre del año, contribuye a que también haya aumentado la proporción de la población que no logra cubrir la canasta de bienes y servicios básicos. En la segunda mitad de 2022, la inflación mensual fue de 7,4% en julio; 7% en agosto; 6,2% en septiembre; 6,3% en octubre; 4,9 en noviembre y 5,1% en diciembre.
La aceleración de la inflación y, en particular, del precio de los alimentos, contrarrestó las mejoras observadas en el mercado de trabajo y los ingresos. De hecho, el empleo registró una mejora en la segunda mitad del año pasado, más marcada en el último trimestre del año: la tasa de empleo cerró el año en 44,6%, el valor más alto de la serie desde 2016.
Si bien esta mejora del empleo no fue suficiente para contrarrestar la suba de los precios, sí se reflejó en uno de los indicadores adicionales de pobreza: el de la brecha entre el ingreso promedio de los hogares pobres y la canasta básica total. Este indicador marca cuán lejos están los hogares pobres del umbral que los coloca en esta condición, y durante el segundo semestre del año mostró una caída respecto de la primera parte.
Es decir, en el segundo semestre los hogares estuvieron más cerca de salir de la pobreza que en el período anterior, lo cual es un reflejo de las mejoras observadas en el mercado de trabajo.
Según el último informe elaborado por la Universidad Di Tella -en base a la canasta básica total (CBT) y el ingreso total familiar (ITF) de la población urbana- estimó que la canasta básica total promedio de la región del Gran Buenos Aires (GBA) para el semestre de septiembre 2022 a febrero 2023 se ubicó en los $48.784 por adulto equivalente. Esto es un aumento interanual de 98,6%.
Para el promedio del ingreso total familiar (ITF) se proyectó para el semestre un incremento interanual de 68%. Con estos datos y la simulación de los microdatos de la EPH del tercer y cuarto trimestre de 2022 y el primero de 2023 se proyectó una tasa de pobreza de 42,2% para el semestre que va se septiembre de 2022 a febrero de 2023. La incidencia proyectada es un promedio ponderado de una tasa de pobreza estimada en 38,4% para septiembre 2022, 41,5% para el cuarto trimestre de 2022 y 45,1% para el bimestre enero-febrero 2023.
Esta proyección sugiere que el 42% de las personas viven en hogares urbanos pobres. La población urbana capturada por la EPH en el semestre analizado se estimó en alrededor de 29 millones de personas lo que implica que alrededor de 12,2 millones viven en hogares urbanos pobres.
El último dato de la Ciudad de Buenos Aires, difundido por la Dirección General de Estadística y Censos porteña, mostró que una familia de cuatro miembros que habita en la ciudad necesitó en febrero pasado percibir ingresos de por lo menos $98.186,22 para no ser considerada en situación de indigencia, $175.080,06 para no quedar comprendida en la pobreza y $269.055,56 para ser considerada de clase media.
Los gastos de la Canasta Básica Alimentaria (CBA), que marcan el límite de la indigencia, tuvieron el mes pasado un aumento del 9,29%, 1,54 punto porcentual más que el 7,75% de incremento registrado en enero, en tanto el acumulado en 12 meses llegó al 108,69%.En el caso de la Canasta Básica Total (CBT), que establece el tope de la pobreza, el incremento mensual fue del 7,19% (contra 6,78% de enero) y el interanual del 105,35% (104,20% en el mes anterior).
La ministra de Desarrollo Social de la Nación, Victoria Tolosa Paz, expresó hoy tras conocerse el dato oficial de pobreza: “Es un número que nos duele, nos ocupa, por eso trabajamos todos los días para combatirlo”.
“Hay un Estado que ante estos indicadores no los negamos, nos hacemos responsables de esta realidad y trabajamos todos los días para seguir de cerca el ritmo de los salarios y en el caso de los ingresos de las familias vulnerables, toda la batería de políticas públicas para que nunca estén por debajo de la inflación”, dijo la ministra en Entre Ríos.
Tolosa Paz agregó también que los índices de pobreza difundidos por el Indec “tiene que ver claramente con el deterioro del ingreso. La Argentina mide pobreza por ingreso y cada vez que hay un proceso inflacionario lamentablemente la pobreza aumenta”.
“Tenemos que estar atentos y monitorear para aumentar la Tarjeta Alimentar y seguir muy de cerca la Asignación Universal por Hijo que aumenta dos veces por año por ley, pero también necesitamos ir hacia una ley que nos dé seguridad en la cobertura de la alimentación con la Tarjeta Alimentar”.