Para Alberto Ramos, analista de América latina de Goldman Sachs, la decisión del Gobierno de solicitar un préstamo del FMI fue “muy audaz” y “apreciada por el mercado”. Si bien ahora es un experto en Wall Street, Ramos fue en el pasado economista senior para el organismo internacional en temas de Argentina, Brasil y Turquía. En diálogo con Clarín, señaló que los 30.000 millones de dólares que estaría pidiendo el Gobierno es una “cifra razonable”, aunque 50 o 60 mil millones de dólares “darían más confort al mercado”.
- ¿Cómo ve la decisión del gobierno argentino de acudir al Fondo Monetario Internacional? ¿Cree que es un recurso extremo?
Es un movimiento muy audaz. El Gobierno actuó muy rápido, fue una decisión tomada con coraje. Al mismo tiempo, es una decisión que puede generar un costo político significativo. Pero el mercado aprecia la rapidez con la que han tomado esta decisión.
-Una de las maneras de frenar el costo político que tiene el Gobierno es asegurar que el FMI ya no es igual que antes, que ha cambiado. ¿Usted cree que es así?
- No sé si ha cambiado tanto. A mi me parece que es una fuente de financiamiento mucho más barata que hoy tiene el país para hacerse de mercados internacionales. Hay que verlo como una forma de ayudar para resolver los problemas macroeconómicos que son bastante serios. Tampoco hay que olvidarse que los problemas macro que la administración Macri está intentando solucionar no los crearon ellos. El problema de la inflación desbordada, la problemática fiscal, el problema de las distorsiones de los precios relativos, los subsidios fiscales y el retraso cambiario son problemas que vienen del gobierno anterior. Han intentado de una forma ortodoxa resolver este tema. El problema es que Argentina sigue muy vulnerable por su dependencia del financiamiento externo porque el mercado de capitales locales no tiene profundidad. Por lo tanto, las necesidades del financiamiento externo son muy altas y por eso Argentina está muy vulnerable a los cambios de afuera porque tiene un déficit de cuenta corriente del 5%, porque tiene un déficit fiscal del 6%. Por eso, tiene sentido aprovechar la oportunidad de tener plata del FMI a un costo mucho menor.
¿Qué tipo de crédito podría pedir la Argentina?
--Me parece que para el FCL Argentina no califica porque necesita de fundamentos macro sólidos y parece ser que esta no es la situación hoy. Es justamente por la debilidad de los fundamentos macro que estamos hoy viviendo lo que estamos viviendo. Puede ser el PLL, que es una línea con alguna flexibilidad, pero que tienen alguna condicionalidad, al revés del FCL que no tienen ninguna matriz de condicionalidades. En cambio, el PLL si tiene condicionalidades, como una revisión cada 6 meses. La segunda opción sería el programa tradicional, el Stand-by. Este es el programa que Argentina ha tenido en el pasado que generalmente va de dos a tres años y tiene un monitoreo más intenso. Incluye lo que se llama prior actions, en el cual el acceso a los fondos es por tramos, por partes. Es espaciado. Estas son las dos opciones que el gobierno argentino puede manejar por ahora.
-¿Cree que esto podría derivar hacia algún duro ajuste del déficit fiscal y tener metas mucho más rígidas?
Vamos a empezar por lo más básico. El Fondo tiene interés en ayudar a Argentina a que pueda superar sus problemas y que tenga éxito en superar sus problemas. El Gobierno quiere solucionar su problema macro y el Fondo también tiene interés en tener un programa bien desarrollado. Por lo tanto, aquí no hay lados opuestos. El Gobierno quiere continuar el ajuste fiscal y es el apropiado del punto de vista de política macro. Me parece que el Fondo le daría apoyo a una estrategia de conciliación fiscal. No hay que olvidarse que el acuerdo es el acuerdo de Argentina, no del Fondo. Es Argentina la que va a firmar el programa y no es el Fondo el que está imponiendo condiciones a Argentina.
- Hay coincidencia tanto en el Gobierno como en el Fondo de que hay que bajar el déficit fiscal. Pero el Gobierno ha apostado a un gradualismo. ¿Cree que el organismo puede presionar un poco más para que no exista ese gradualismo?
No me parece. Pero, puede ser. Me parece que el Fondo no va a hacer mucha presión para que se acelere demasiado el ajuste fiscal. Precisamente porque el Fondo entiende bien la dimensión política y social de ajuste y eso puede perturbar la realidad política y la realidad social. Me parece que también hay buena voluntad entre las partes. El Gobierno tiene una matriz económica relativamente ortodoxa y disciplinada. No me parece que vaya a tener la fricción que ha tenido, por ejemplo, el acuerdo con Grecia en donde las autoridades querían hacer algo completamente distinto a lo que quería el Fondo.
- ¿Cree que 30 mil millones de dólares es una cifra adecuada? ¿Cree que el gobierno argentino los va a usar o los va a tener como una especie de colchón de reserva preventivo?
Me parece que 30 mil millones de dólares es una cifra razonable. Si fuera más alto, entre 50 y 60 mil millones daría un poco más de confort, que sería la parte que no se necesita, pero que da confort al mercado. Tenemos aquí un colchón de 20 mil millones o 30 mil millones que me parece que debería ser un número un poco más alto para superar lo que se percibe como la necesidad de financiamiento.
Me parece que si lo va a usar. Si la idea es sustituir fondos de fondeo, el déficit fiscal aún sigue elevado y hay que financiarlo. Hoy el acceso al mercado internacional está a un precio bastante más alto. Entonces, se pide la plata del fondo para sus necesidades de fondeo externo y no se endeuda con el mercado a una tasa mayor. Ese sería el gran beneficio. Pero también para darle una seguridad que no haya un ataque especulativo contra la moneda. Se percibe que el Banco Central tiene un nivel de reservas relativamente limitado y por eso es importante que sea un monto que cubra no sólo las necesidades de financiamiento para los próximos 18 meses, pero también sea un margen razonable para llevar tranquilidad al mercado.
Fuente: Clarín