Técnicos del INTA Manfredi informaron la detección de Pucciniastriiformis, el patógeno causal de la roya amarilla o estriada que afecta también a los trigos. A medida que avanza, la enfermedad produce una reducción del área fotosintética y el desarrollo de raíces, lo que originaría caída en el rendimiento y merma en la calidad de los granos. El uso de cultivares de baja susceptibilidad, monitoreo constante y un adecuado control químico, son las principales herramientas del productor.
Durante el transcurso de la campaña de trigo 2018 en la región semiárida de la provincia de Córdoba, los cultivos de trigos se encuentran en estado de macollaje, sin afecciones considerables de enfermedades. Sin embargo, hay cultivos triticales en estado de elongación de tallo (encañazón), en los cuales ya se detectó la presencia de Pucciniastriiformis, el patógeno causal de la roya amarilla o estriada que podría afectar también a los trigos si las condiciones son las adecuadas.
En el comunicado elaborado por los ingenieros agrónomos Ana Rodriguez, Guillermo Cordes y Gastón Bonetto, de INTA Manfredi, explican que la roya amarilla causa pérdidas en la producción principalmente y que, de mantenerse las condiciones predominantes hasta ahora, es muy probable que afecte también al trigo.
Ana Rodriguez, investigadora del INTA Manfredi, explica que el patógeno “es un biotrofo, es decir necesita de tejido vivo para desarrollarse, por ende siempre va a ir avanzando y produciendo reducción del área fotosintética, lo que originará que el rendimiento y la calidad de los granos, se vean afectados”. De acuerdo con el informe de los especialistas, Pucciniastriiformis “requiere durante su proceso de germinación e infección un rango térmico de 9 a 13ºC y para la esporulación y dispersión de esporas 12 a 15ºC, como así también elevada humedad ambiente, días ventosos y rocíos fuertes”.
Las condiciones ambientales en la zona de Manfredi, Córdoba, no han sido las mejores para el desarrollo de los cultivares, considerando que desde el mes de junio no se perciben precipitaciones importantes (solo aisladas de 2-3 mm), las temperaturas mínimas han llegado a los -9.7°C y las temperaturas máximas con registros de hasta 32°C en agosto, con humedad mínima relativa entre 30 y 50% mensual y vientos muy fuertes. Sin embargo, explica Guillermo Cordes, investigador del INTA, “las condiciones ambientales han permitido el desarrollo del patógeno causante de la roya amarilla, afectando al cultivo con mayor severidad en condiciones de secano”.
MONITOREO PERMANENTE. Para lograr un control adecuado de la roya amarilla y que no llegue a causar daños en los cultivos, en primer lugar se debe identificar si el cultivar sembrado es susceptible o no a este tipo de enfermedades y, en caso de ser así, el monitoreo permanente es muy importante para advertir de manera temprana la afección y llegar a tiempo para realizar el control químico adecuado en el caso de ser necesario.
De acuerdo con Rodriguez, ante este problema fitopatológico y de acuerdo a la incidencia y severidad de cada lote, “se deberán realizar aplicaciones de fungicidas antes de la fecha normal de control y prevención que se está acostumbrado a llevar a cabo en estos cultivares, de manera que se pueda frenar el avance de la enfermedad y llegar a hoja bandera con mejores condiciones y plantas con menos daños” y agregó que ante estas situaciones “el monitoreo de los cultivos es fundamental, y más aún si se han implantado cultivares susceptibles como el caso de los triticales, que en las últimas campañas han demostrado una alta susceptibilidad a este patógeno”.
Por su parte, Gastón Bonetto, miembro del equipo técnico de la Asociación Cooperadora de INTA Manfredi, recalca que dado que “este patógeno también afecta a los cultivares de trigo es sumamente importante realizar un constante y permanente monitoreo de los lotes para detectar la presencia de las enfermedades en sus inicios y poder así realizar los controles pertinentes de ser necesarios”.