Un joven trabajador de la carne fue brutalmente atacado por trece o más sujetos sobre el ya tristemente célebre pasaje Saravia, en el norte de la capital. El ataque se perpetró a las 3 del domingo cuando Jonathan Ríos acertó a pasar por el lugar a bordo se su motocicleta, una Yamaha FZ.
Su hermana relató anoche que los patoteros se le interpusieron en el paso y cuando disminuyó la velocidad para no atropellarlos, la manada se abalanzó contra Ríos, quien trató de defenderse y no desprenderse de su vehículo.
El hombre fue apuñalado en cuatro lugares distintos en la refriega, todas las puñaladas fueron de atrás.
Le lesionaron la cadera alta y el tórax, pero debido a la corpulencia del motociclista y a la ropa que vestía, las heridas no lograron atravesar el tórax.
Herido y sangrante fue demolido a golpes, cuando estuvo en el piso la manada le robó las zapatillas, el pantalón, la campera, una mochila con sus pertenencias y fueron por la Yamaha FZ.
Por ignorancia, los delincuentes no la pudieron hacer arrancar y la furia volvió sobre su propietario caído.
La hermana de la víctima, Natalí Ríos, relató que una vecina joven salió de su domicilio y llorando, suplicando piedad logró detener la golpiza brutal, contra un hombre desnudo y casi inconsciente.
Las heridas de los puntazos recibidos.
"Doy gracias a esa joven valiente, cuyo nombre dio a la Policía y relató los hechos tal cual sucedieron", dijo. "Ella lo defendió hasta la llegada del 911", agregó.
"No hay palabras para agradecer a esa mujer valiente, que impidió un crimen seguro", dijo la hermana del moptociclista.
Los delincuentes no pudieron con los alaridos de la mujer que despertaron a otros vecinos. Allí intentaron llevarse la motocicleta empujándola pero no lo lograron por el peso de la misma y los testigos que fueron apareciendo a esas horas de la madrugada atraídos por las súplicas de la mujer.
Pero que no colaboraron, solo aportaron su presencia detrás de los visillos o en las puertas de sus respectivos domicilios. La postal triste de un vecindario enmudecido por la impunidad de los violentos.
Finalmente, los ladrones optaron por destrozar la motocicleta y retirarse, porque hasta ese entonces la Policía aún no había llegado.
Lo demás, lo de siempre. No hubo ambulancia. Al herido politraumatizado, casi inconsciente y sangrante lo llevó la Policía al hospital San Bernardo, donde, como otras veces, se escribió otra página para el olvido.
Fue curado y derivado a su domicilio, todo a cargo del herido, porque el mismo no tiene seguro u obra social.
COVID, para no prestar atención
Natalí Ríos, la hermana del joven atacado en el pasaje Saravia, dijo que anoticiada del atentado contra él se dirigió a la comisaría 5 y allí ya estaba el informe de la joven mujer, de nombre Fernanda, que había salvado la vida de su hermano Jonathan.
Esa joven relató paso a paso lo ocurrido y “allí me di cuenta de qué tipo de agresión había soportado mi hermano para quedar en el estado que lo abandonaron.
Es vergonzoso que aún estos criminales estén en la calle.
Ya sabemos que fueron entre diez y trece los atacantes y que hay cámaras en el lugar.
Aunque no quiera creer, muchos vecinos cansados de esta brutalidad cotidiana comenzaron ayer a escracharlos por las redes sociales y a apuntarlos uno a uno. Todos los conocen, saben cómo se llaman y de sus desmanes pueden contar decenas de casos.
Pero la verdad, después de este milagro, no puedo dejar pasar que en el hospital San Bernardo le dieron el alta con el argumento del COVID.
Tuvimos que traer a nuestra casa la terapia intermedia de un hospital público a costa nuestra, solo quizá porque mi hermano no tiene obra social ni había una compañía de seguros por detrás de sus lesiones graves”.