Furiosos por la situación política del país, vecinos del estado más desigual de Brasil, Piauí, en el nordeste, decidieron pintar las paredes de sus casas con los colores de la bandera argentina e hincharán por Messi y compañía en Rusia 2018.
Como todos los mundiales, las calles de los barrios más populares en Brasil se visten de gala para la celebración: consiste en pintar las calles, y veredas con los colores verde y amarillo para alentar a la canarinha.
Sin embargo, en un clima enrarecido por la crisis económica y política, sumado a la incertidumbre para las elecciones de octubre, en el barrio Real Copagre de Teresina, capital del estado de Piauí, un grupo de vecinos se rebeló y decidió pintar sus casas con la celeste y blanca.
La inusual hinchada argentina está ubicada en la Rua 8 del barrio Real Copagre. “Desde hace un tiempo queríamos hacer una protesta por causa de las cosas que ocurren en el país. Hablé con la comunidad y resolvimos hinchar a favor de la Argentina”, dijo Raimundo Pereira Junior.
La Rua 8 se convirtió en una atracción turística y es noticia nacional porque la protesta también incluye ser fiel al equipo de Jorge Sampaoli.
“Vamos a juntarnos mañana a ver a Argentina-Islandia y no el domingo, que juega Brasil contra Suiza”, contó Pereira, el hombre más buscado por la prensa brasileña luego de haber invertido el equivalente a 2.000 pesos en pintura.
Vecinos de las trece casas de la Rúa 8 del barrio popular debieron ser convencidos por Pereira para dejar de expresar el amor por la verdeamarela. “Solo uno no aceptó, dijo que pese a todo lo que ocurre en el país seguirá hinchando por la selección”, contó.
“La verdad es que decidimos hinchar por Argentina por esta revuelta que hay en Brasil, no creemos más en Brasil ni en el equipo. En 2014 estaba todo pintado de verde y amarillo pero tuvimos el 7 a 1, lo que también generó un malestar”, contó el autor de la iniciativa.
Un clima enrarecido frente a la selección invadió a los hinchas brasileños, sobre todo en las redes sociales hay un debate con respecto a la conveniencia de usar o no camisetas amarillas oficiales, cuyos últimos tres presidentes están acusados de corrupción y uno de ellos, José María Marín, preso en EEUU.
Fuente: El Tribuno