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El fiasco de Maduro ahonda la debilidad de un régimen aislado del mundo

Miembros del Comité Nacional Electoral de Venezuela anuncian los resultados de las elecciones del Domingo en Caracas. FOTO: EFE | VIDEO: REUTERS / EPV
Miembros del Comité Nacional Electoral de Venezuela anuncian los resultados de las elecciones del Domingo en Caracas. FOTO: EFE | VIDEO: REUTERS / EPV

Baja participación, denuncias de fraude y nuevas condenas de EE UU, países americanos y europeos

El fiasco de la participación de las elecciones del domingo en Venezuela, con la abstención más alta de la historia en ese país en unas presidenciales (un 46%), ahonda la debilidad del régimen chavista. Las fuerzas mayoritarias de la oposición pidieron el boicot de los comicios por carecer de garantías y la victoria, aplastante, de Nicolás Maduro solo tuvo legitimidad para el oficialismo. Sus adversarios, Henri Falcón y Javier Bertucci, exigieron la repetición, aunque este último acabó reconociendo el resultado. El Frente Amplio (de los principales partidos de la oposición) demostró el alcance de su llamamiento a no votar. La comunidad internacional ratificó el aislamiento del Gobierno.

Maduro se proclamó el domingo por la noche presidente de Venezuela hasta 2025. Según los datos oficiales, con casi 6,2 millones de apoyos frente a los 1,9 de Falcón, su principal contrincante. Lo hizo después de una campaña marcada por la indiferencia y de una jornada electoral en la que más de la mitad de los votantes (de un total de unos nueve millones) secundó las tesis de quienes rechazaban estos comicios, convocados a principios de año con unos tiempos y unas reglas del juego que, según sus denuncias, favorecían a las autoridades. El aparato chavista redobló los esfuerzos para conjurar la abstención —“votos o balas”, llegó a decir el propio mandatario, incidiendo en la retórica del enemigo exterior—, pero finalmente incluso el Consejo Nacional Electoral (CNE), una institución controlada por el oficialismo, confirmó uno de los peores datos de movilización en unas elecciones de estas características.

El sucesor de Hugo Chávez salió del palacio de Miraflores y compareció ante miles de seguidores para exhibir una “victoria popular permanente” y habló de diálogo. Su ministro de Comunicación e Información, Jorge Rodríguez, se empleó ayer en demostrar, junto a la presidenta de la Asamblea Nacional Constituyente, Delcy Rodríguez, que la participación no fue tan mala. Confrontó las cifras con las de países vecinos como Colombia y de Estados Unidos. No obstante, el término de comparación para medir estas elecciones se halla en la propia historia de Venezuela. En 2013, acudió a las urnas casi el 80% del censo; en 2012, el 80,5%; y en 2006, el 74,7%. Nunca en las últimas décadas unas presidenciales causaron tanto rechazo. El ministro también se pronunció, durante una conferencia de prensa, sobre las críticas y las denuncias de la llamada comunidad internacional, una expresión que él mismo dijo censurar. Trató de restar importancia a las presiones de las principales instancias americanas y europeas y afirmó lo que importa es lo que dice Venezuela.

Rechazo

Sin embargo, una de las cuestiones que más preocupa a la cúpula del chavismo es precisamente la amenaza de las sanciones internacionales. Estados Unidos, las potencias de América Latina, varios países europeos y también el G-20, cuyos ministros de Exteriores están reunidos en Buenos Aires, condenaron la cita electoral. El vicepresidente de EE UU, Mike Pence, reiteró que su país no reconoce lo que calificó de “farsa”. “No fueron ni libres ni justas. Los resultados ilegítimos de este falso proceso electoral son un golpe más para la orgullosa tradición democrática de Venezuela", mantuvo en un comunicado. La Unión Europea ya había manifestado hace un mes que para poder reconocer los resultados debían darse algunas condiciones como la participación de todas las fuerzas políticas, una composición plural de la autoridad electoral, un nuevo calendario y una mayor observación internacional. Y los 14 países latinoamericanos que integran el Grupo de Lima llamaron a consultas a sus embajadores y acordaron reducir las relaciones diplomáticas con el Gobierno de Maduro.

Estos países aseguraron que “no reconocen la legitimidad del proceso electoral desarrollado en la República Bolivariana por no cumplir con los estándares internacionales de un proceso democrático, libre, justo y transparente”. El Ejecutivo español también avanzó que “estudiará junto a sus socios europeos la adopción de medidas oportunas”. “Resulta evidente que en el proceso desarrollado en la jornada de ayer no se verificaron esos requisitos indispensables... A las deficiencias democráticas fundamentales de las que se partía, hay que sumar las graves irregularidades denunciadas por candidatos opositores y diversos sectores de la sociedad civil respecto del desarrollo de la jornada de ayer”, continúa el Gobierno español.

Henri Falcón, que rompió con el chavismo en 2010 y era el principal candidato opositor, exigió la repetición de las elecciones. Este militar retirado se alejó de la Mesa de Unidad Democrática, que reúne a los principales partidos de oposición, precisamente después de la convocatoria electoral. Las fuerzas críticas con Maduro enfrentaron estas presidenciales con estrategias distintas. Las formaciones de Leopoldo López (Voluntad Popular), Julio Borges y Henrique Capriles (Primero Justicia) y Henri Ramos Allup (Acción Democrática) optaron por demostrar su fortaleza a través de la abstención, tratando de evidenciar la soledad del régimen.

“A los venezolanos les imploro que no caigan en la desmoralización. Hoy Maduro es más débil que nunca antes. Estamos en la fase final de un ciclo trágico para nuestro país. Ha quedado expuesto y el mundo desconocerá el fraude hoy [domingo]”, dijo Borges. Quedan ahora por conocer los próximos pasos de estas formaciones y su voluntad real de volver a unirse y redoblar la presión.

 

Fuente: El País



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