El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, cerró este lunes una durísima maratón de campaña electoral por varios estados y al filo de la medianoche ya estaba en la Casa Blanca para enfrentar este martes una elección que será fundamental para su proyecto de país. En medio de una clima de división, enfrentamientos y violencia, los estadounidenses votan hoy por diputados, senadores, gobernadores y autoridades locales, en unos comicios que van más allá de un número de bancas porque determinarán en realidad si los ciudadanos facilitan el camino o ponen freno a uno de los presidentes más controvertidos de la historia.
Los estadounidenses votan la renovación de la totalidad de la cámara de diputados (435 escaños) y un tercio del senado. También eligen 36 gobernadores y decenas de legislaturas estatales. Pese a que Trump no figura en ninguna boleta, el presidente se tomó la elección de forma muy personal ya que las considera un referéndum sobre su gobierno. Este lunes estuvo en Ohio, en Indiana y en Missouri –el día anterior en Florida e Idaho-, alentando a los candidatos republicanos, en un último esfuerzo para que las elecciones no le compliquen su mandato. Si los republicanos pierden la cámara de Representantes, por ejemplo, no solo podrían paralizarse varias de las iniciativas presidenciales, sino que podrían reactivarse algunas investigaciones que lo involucran, como la del escándalo del “Rusiagate”.
Los demócratas, mientras tanto, buscan generar un masivo aluvión de votantes, sobre todo entre las minorías, los jóvenes y las mujeres, para poder frenar la ola “trumpista” que comenzó en 2016. El ex presidente Barack Obama y figuras demócratas de Hollywood estuvieron estos días en campaña, apoyando candidatos y llamando un Estados Unidos más inclusivo. Según una encuesta de The Washington Post y ABC News, los demócratas tienen ventaja de 50% frente a 43% en la Cámara Baja, que hoy está en manos republicanas, pero esta diferencia se ha reducido desde los 14 puntos con los que contaban en agosto.
El presidente de los Estados Unidos Donald J. Trump habla ante seguidores durante un acto de campaña en Cleveland. EFE
En cambio, el oficialismo retendría el Senado sin problemas. Pero, dada la experiencia de que las encuestas suelen equivocarse, y que el trumpismo vienen acortando la diferencia en las últimas semanas, todo puede suceder. De hecho, podría existir lo que los especialistas llaman “voto oculto”, ciudadanos que no revelan ante los encuestadores que votarán por los republicanos, pero finalmente terminarán haciéndolo por cuestiones de bolsillo.
Es que el gran arma de Trump es la economía. El país crece a un ritmo del 3%, el desempleo está en un mínimo histórico de 3,7% y el salario mínimo aumenta más que la inflación. El consumo también está en niveles que no se veía en décadas y un 70% de los registrados para votar considera que el rumbo de la economía es “muy bueno” o “excelente”.
“Los republicanos han creado la mejor economía en la HISTORIA del país y el mejor mercado de trabajo en todo el planeta”, tuiteó Trump anoche, con su acostumbrado tono grandilocuente. “La agenda demócrata es una pesadilla socialista. ¡La agenda republicana es el SUEÑO AMERICANO!”, agregó. La campaña estuvo marcada por violentos incidentes: el envío de paquetes con explosivos a prominentes líderes opositores por parte de un ultrafanático de Trump, y la masacre en una sinagoga en Pittsburgh, donde un antisemita mató a 11 personas.
Estos hechos desataron una ola de críticas contra el presidente, a quien señalaban de haber generado el clima de violencia con sus declaraciones incendiarias y su falta de condena a supremacistas.
Pero lejos de bajar el tono, Trump reaccionó culpando a la prensa de alimentar el extremismo y enfocando sus cañones contra los inmigrantes, a quienes llamó “invasores” y “delincuentes”. Envió incluso militares a la frontera para frenar una caravana de centroamericanos que busca pedir asilo en Estados Unidos. Con este discurso, el presidente busca alentar a sus bases más conservadoras, que ven a los inmigrantes como una amenaza a la supuesta identidad blanca, anglosajona y protestante de los estadounidenses.
En este contexto, los demócratas apuestan a que haya una enorme movilización, con récord de presentismo en las urnas. Por eso hay una ola de figuras demócratas que estuvieron a último momento alentando a que la gente vaya a votar, como por ejemplo la estrella de televisión Oprah Winfrey, que realizó un “timbreo” puerta a puerta en Atlanta, Georgia, para pedir por la candidatura de la afroamericana Stacey Abrams, que aspira a la gobernación. También estuvieron de campaña las actrices Jodie Foster, Julianne Moore, Ellen Pompeo y la cantante Cher.
Este trabajo está dando sus frutos ya que ha habido una votación anticipada récord, en persona o por correspondencia. Las elecciones de medio término están marcadas tradicionalmente por una fuerte abstención, en un país donde el voto no es obligatorio. En 2014, por ejemplo, solo votó el 37% de los estadounidenses. Algunos expertos predicen que por el nivel de polarización de la sociedad esta vez la participación podría llegar hasta el 50%.