A 15 minutos del centro de Rioja, una de las 10 provincias de la región San Martín, se encuentra Santa Elena, una reserva ecológica en medio de la amazonia peruana. Se caracteriza por ser un bosque natural que, entre diciembre y abril, puede llegar a convertirse en un gran pantano ante las crecidas de los ríos que la atraviesan.
Gracias a su clima tropical y su basta diversidad floral, es el paraje perfecto para que se desarrolle la vida silvestre. Entre la copa de sus árboles, se balancean más de seis especies de simios, como el Mono Aullador Rojo o Cotomono, el Mono Fraile, el Perezoso, entre otros. Mientras que por sus aguas nadan más de 10 variedades de peces, entre ellos destacan la Carachama, Mojarra, Pejesapo, etc.
“Acá hay muchos animales, a varios es muy difícil de verlos, si es que llegas a avistar uno, puede que sea la primera y última vez que suceda. No lo vuelves a observar en vida”, manifestó Alex Castillo, orientador de la reserva ecológica de Santa Elena, a Infobae Perú.
Ahora, el nombre de uno de los habitantes de este ecosistema se prepara para dar la vuelta al mundo. Una reciente exploración entre sus humedales y aguajales logró divisar a un animal del que no se tenía registro alguno.
Alex Castillo participó hace meses en el hallazgo de un animal nunca antes identificado en la selva peruana. Según contó a este medio, encontraron un espécimen del tamaño de una rata gigante gracias a un trabajo de exploración en conjunto con especialistas de Conservación Internacional (CI), una organización sin fines de lucro que busca la participación de la sociedad en la conservación de los servicios que ofrece la naturaleza y que son la base del bienestar humano.
“Es bien grande, como si fuera un añuje. Más bien, en un principio pensábamos que era un añuje, pero al final no ha sido, porque ya era muy grande. Nosotros lo confundíamos, pero luego del estudio de biólogos y científicos que vinieron hasta acá, confirmaron que era una especie nueva que no había sido registrada nunca. Ellos eran expertos en flora y fauna”, declaró.
Castillo se mostró orgulloso por este descubrimiento, el cual espera que dé la vuelta al mundo. “Va a llevar el nombre de Santa Elena junto al nombre de la persona que lo ha encontrado, que es el de uno de los científicos, pero lo van a poner en Awajún”, reveló.
“En unos meses nos van a entregar todo detallado sobre cómo se va a llamar. Aún no ha sido publicada su foto ni su ficha técnica. El CI nos va a avisar cuando salga detallado para que todos conozcan su especie, el nombre, en donde fue hallado, en que parte encontrarlo, todo”, agregó.
El orientador también reveló que en unas semanas empezará otro estudio que peinará más a detalle toda la zona y tendrá una duración de seis meses “para ver qué otras especies sin identificar más hay en Santa Elena”.
Aparte de las especies de mamíferos, reptiles y mariposas que coexisten en Santa Elena, esta reserva se ha convertido en un paraíso para las aves: se han llegado a identificar más de 300 variedades.
Hay cuatro especies de Martín Pescadores (Martín pescador grande, Martín pescador del Amazonas, Martín pescador verde y Martín pescador verdirrufo). Además, los visitantes pueden observar al Carpintero Amarillo, al Tucán de Pico negro, a la Pava de Garganta Azul, entre otros.
Desde que llegas a Santa Elena sientes el contacto con la naturaleza. Tras caminar por un muelle de madera, tienes la posibilidad de adentrarte entre la selva peruana a bordo de canoas que recorren las oscuras aguas del Río Negro.
En total, puedes escoger entre tres rutas. En cada una de ellas, son los propios vecinos de la comunidad quienes te guían y comparten la experiencia de lo que es convivir día a día con todos los animales de la zona, la cual también podrás vivir en carne propia.
La primera de las rutas te lleva por el Río Romero y tiene una duración de dos horas, finaliza al llegar al descansadero de El Abuelo. La peculiaridad de este recorrido es que también se puede realizar de noche.
Por su parte, la segunda ruta se completa en cuatro horas. Comienza cuando finaliza la primera y concluye en el descansadero El Matorral. Finalmente, el tercer recorrido transcurre por el río Romero, el río Negro y el río Mayo, hasta llegar al descansadero del Río Mayo, con una duración de seis horas.
Para aprovechar el auténtico espectáculo natural, lo mejor es iniciar estos recorridos junto con los primeros rayos del sol. Los comuneros indican que entre las 7 y 9 de la mañana es cuando más aves y mamíferos se logran apreciar. Una gran experiencia es escuchar el majestuoso aullido de varios monos cuando intentan cruzar por encima de tu canoa columpiándose por entre las copas de los árboles.
“Este es el lugar perfecto para aquellos que quieran tener un contacto más íntimo con la naturaleza y poder observar de cerca la flora y fauna de la selva peruana. Acá se desarrollan varias actividades de observación, como la de las aves, mariposas, y más animales”, comentó uno de los pobladores locales.
La reserva ecológica funciona debido al trabajo y compromiso de la Asociación para Conservación de Aguajales y Renacales Río Romero (ACARR), un grupo de lugareños de los caseríos de Santa Elena y Tambo.
Desde 2003 limpian los ríos Romero y Negro bajo el objetivo de preservar la zona y aprovechar su biodiversidad y riqueza natural. De esta manera, también pueden mejorar la calidad de vida de los pobladores de lugar.
“Santa Elena es un emprendimiento comunitario autosostenible, se mantiene de los ingresos que se obtiene de los visitantes. Todo es con recursos que los turistas dejan al visitar esta zona. Gracias a ello se le pueden hacer mejoras a la reserva”, complementó Castillo.