La alianza entre Arabia Saudita y Rusia era lo único que evitaba que el mercado mundial del petróleo cayera al abismo. Ahora su colapso amenaza con hundir a la industria en una caída libre con pocos precedentes en la historia moderna justo cuando el coronavirus desencadena una caída en la demanda que podría terminar en lo más profundo desde la década de 1980.
Desacuerdo en la reunión de la OPEP
Las turbulencias comenzaron la semana pasada, cuando la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP), liderada por Arabia Saudita, y sus socios petroleros, encabezados por Rusia, no lograron un acuerdo para reducir la producción y apoyar los precios, en un contexto de caída de la demanda por el coronavirus.
Arabia Saudita y otros miembros de la OPEP presionaron para un recorte adicional de producción de 1,5 millones de barriles por día para el resto de este año. Moscú, el segundo productor mundial de petróleo y que había estado defendiendo una acción menos drástica, se mantuvo firme.
La reunión expuso un desacuerdo fundamental entre los dos países, anteriormente tan cercanos que su relación se describió recientemente como un matrimonio. Moscú estaba satisfecho de que la caída de la demanda inducida por el coronavirus empujara los precios a la baja, un duro golpe para la industria del gas de esquisto de Estados Unidos, que ha inundado el mercado en los últimos años a medida que las naciones de la OPEP frenaban su propia producción. Riad, cuya economía es menos adaptable a los precios bajos, no estuvo de acuerdo.
¿Táctica de negociación o castigo?
En respuesta, Arabia Saudita ordenó la mayor bajada de precios en 20 años, tratando de quedarse con un segmento de la parte de mercado de Rusia y sacudiendo los mercados financieros. “Lo que hace Arabia Saudita podría ser una táctica de negociación para llevar a Rusia a la mesa, pero es poco probable que el mercado sea optimista a corto plazo”, apuntó el banco de inversiones Berenberg.
Para Jeffrey Halley, una analista de Oanda, “Arabia Saudita parece tener la intención de castigar a Rusia” con su decisión de reventar los precios.
Consecuencias
Según los analistas, el hundimiento de los precios tendrá consecuencias notables, desde la erosión de los ingresos de las economías dependientes de la energía a la deflación mundial, pasando por una desaceleración de los proyectos de exploración petrolera.
Un desplome tan extraordinario, si se mantiene, dañaría los presupuestos de países como Venezuela o Irán, pondría en peligro el corazón de la revolución del petróleo de esquisto de Estados Unidos y alteraría la política en todo el mundo. Para los bancos centrales, la posibilidad de una desestabilización de los precios es una complicación adicional mientras tratan de anticipar el impacto de la epidemia de coronavirus en la economía. Y un largo período de precios baratos del petróleo podría incluso dañar la lucha contra el cambio climático, ralentizando la transición a las energías renovables.
El logo de la estatal venezolana PDVSA se ve en tanques de almacenamiento en la refinería Willemstad en Curazao. Venezuela podría ser uno de los países más afectados por la guerra de precios entre Rusia y Arabia Saudita (REUTERS/Andres Martinez Casares)
El logo de la estatal venezolana PDVSA se ve en tanques de almacenamiento en la refinería Willemstad en Curazao. Venezuela podría ser uno de los países más afectados por la guerra de precios entre Rusia y Arabia Saudita (REUTERS/Andres Martinez Casares)
“Algo así podría tener más repercusiones mundiales que una guerra comercial entre China y Estados Unidos porque el petróleo afecta muchas cosas en la economía mundial”, dijo Rohitesh Dhawan, director de energía, clima y recursos de Eurasia Group en Londres.
Hay ganadores de unos precios más bajos del petróleo, entre ellos China, el mayor importador de petróleo del mundo, cuya recuperación del virus será clave para la economía mundial.
Pero esta vez es diferente. Estados Unidos, que en el pasado se beneficiaba de los bajos precios del petróleo, es ahora un exportador en lugar de un comprador. Y el impacto en la demanda económica por el virus atenúa cualquier estímulo que pueda proporcionar un petróleo barato. Las conmociones por el petróleo solían ser temidas por su impacto en la inflación. Ahora, en un mundo donde los bancos centrales buscan desesperadamente el crecimiento de los precios, la dinámica opuesta está en juego.
“Unos precios más bajos del petróleo no harán que la gente vuelva a utilizar trenes, aviones y automóviles”, dijo Stephen Innes, estratega jefe de mercado de Asia con Axicorp Ltd. “Pero ahora tenemos un desastre financiero que se está gestando en forma de crisis en la industria del esquisto”.
Asimismo, podría ser particularmente devastador para los países del Golfo, que representan una quinta parte del abastecimiento mundial de crudo, y donde entre el 70 y el 90% de los ingresos públicos dependen del petróleo.
El domingo y el lunes, las Bolsas del Golfo se hundieron. La de Riad, la más importante de la región, cerró con una bajada del 7,8% el lunes, tras las caídas registradas en Asia y en Australia. En las plazas europeas y americanas, la situación era parecida.
Crac petrolero y purga real
El crac petrolero podría también poner en cuestión las ambiciosas reformas económicas del príncipe heredero Mohammed bin Salmán, financiadas con los ingresos petroleros y destinadas, precisamente, a que el país deje de ser tan dependiente del oro negro.
El desplome de los precios del petróleo coincide también con una purga real en la que los príncipes Ahmed bin Abdelaziz al Saud y Mohamed bin Nayef, hermano y sobrino del rey Salmán respectivamente, fueron detenidos la semana pasada por haber fomentado un golpe de Estado contra el príncipe heredero, según varias fuentes.
Según otra fuente próxima a la corte real, esos arrestos son un “mensaje” para asfixiar cualquier oposición a Mohammed bin Salmán antes de su entronización.
“La amenaza que pesa sobre el príncipe Mohamed no viene de sus rivales reales sino del hundimiento de los ingresos del petróleo y, con este, de sus ambiciosos planes económicos”, consideró no obstante Kristin Diwan, investigadora en el Arab Gulf States Insitute, en Washington.
La estrategia rusa: golpear a Estados Unidos
El enfrentamiento entre Riad y Moscú, y los otros competidores petroleros, lo ganará el país más resistente.
Arabia Saudita tiene importantes reservas y extrae su crudo a unos costes que desafían cualquier competencia -solo 2,80 dólares el barril-, lo que le garantiza unos márgenes cómodos.
Pero, con une economía más diversificada, Rusia es un rival importante. “Es poco probable que Moscú ceda primero, seguramente [no lo hará] antes de tres o seis meses”, según Chris Weafer, del gabinete de consejo Macro Advisory.
Las sanciones internacionales obligaron a Rusia a retirar los préstamos extranjeros en los últimos años, mientras que las estrictas políticas fiscales redujeron al mínimo el gasto interno. El resultado es que Rusia ahora cuenta con la cuarta reserva internacional más grande del mundo y algunos de los niveles de deuda más bajos. El gobierno de Putin todavía tiene mucho espacio para comenzar a aumentar el gasto este año, incluso si los precios del petróleo caen más cerca de los US$40 por barril.
“Rusia está en una posición financiera mucho mejor para soportar una guerra de precios del petróleo, tiene unas reservas financieras con 80.000 millones de dólares más que las de Arabia Saudita”, subrayó.
Pero la posición de Moscú podría cambiar si el precio del crudo cae por debajo de los 25 dólares el barril durante un largo periodo de tiempo, matizó Weafer.
También, Rusia estuvo dispuesta a alejarse de las conversaciones con la OPEP para perjudicar a los rivales estadounidenses, ya que es más resistente a una caída de los precios.
Ahora, muchos de esos operadores estadounidenses perderán dinero por cada barril de petróleo que producen y, a menos que haya una recuperación drástica en el precio, se enfrentarán a la bancarrota. Incluso antes de la catastrófica reunión del viernes, se esperaba que los bancos limitaran los préstamos a los perforadores de esquisto y una gran parte de la deuda energética de alto rendimiento ya se negocia a niveles de estrés.