Cada detalle que trasciende del truculento asesinato del periodista Jamal Khashoggi, crítico con la monarquía absoluta de Arabia Saudí, coloca en una situación más difícil al Gobierno de Estados Unidos, que empieza a sufrir la presión de legisladores que exigen un castigo por el crimen. No fue hasta la madrugada del pasado sábado cuando Riad admitió la muerte del articulista, 17 días después de haberse producido con extrema violencia: Khashoggi murió torturado en el consulado saudí de Estambul, según medios turcos, y se cree que después fue descuartizado para facilitar el traslado y ocultación de sus restos, que no han sido hallados. Varios legisladores republicanos y demócratas han pedido al presidente, Donald Trump, que responda con mano dura al Reino del Desierto, al que consideran sospechoso, pero un contrato de armas de 110.000 millones de dólares (unos 95.900 millones de euros) está en juego.
La realpolitik está mostrando su versión más pragmática. Aun así, Gina Haspel, la directora de la CIA, ha partido este lunes hacia Turquía para conocer la información que manejan los turcos, según avanzó por la noche The Washington Post. El Gobierno turco planeaba informar de la investigación el martes. Trump había dicho por la tarde que tenían a agentes de la CIA en el territorio. "No estoy satisfecho con lo que he oído [de Arabia Saudí]", dijo el presidente de EE UU. "Creo que fue un complot que salió mal", aseguró posteriormente a USA Today.
Los legisladores van más allá. “Creo que Mohamed bin Salmán [príncipe heredero de Arabia Saudí] estuvo involucrado en esto, que dirigió esto y que esta persona fue asesinada a propósito”, dijo el senador republicano Bob Corker el domingo en una entrevista en la cadena CNN. “Se deben establecer sanciones para cualquiera que haya tenido algo que ver con eso”, añadió. “Nunca me convencerán de que no hizo esto”, afirmó el también republicano Lindsey Graham en la cadena Fox. El senador demócrata Dirck Durbin se quejó de la tibieza de Trump, que pide tiempo y más pruebas antes de señalar a Riad. “La única persona en la Tierra fuera del reino saudí que parece aceptar la investigación saudí es el presidente Trump. Debemos expulsar formalmente al embajador saudí en EE UU hasta que se complete la investigación por parte de un tercero sobre el secuestro y el asesinato de Jamal Khashoggi”, recalcó.
Trump ha ido cambiando el tono respecto a Riad conforme ha ido surgiendo más información en torno al caso, que afecta a un ciudadano saudí autoexiliado en EE UU que colaboraba con The Washington Post. De dar por buenas las primeras explicaciones de los saudíes, ha pasado a admitir que “obviamente, ha habido engaño y mentiras”. No ha habido, sin embargo, ninguna muestra de que corra peligro la relación con quien considera un “aliado increíble” y con quien hace algo más de un año firmó el mayor contrato de venta de armas de la historia estadounidense. Se trata, además, de uno de los escasos amigos que tiene Trump en Oriente Próximo, junto con Israel, y con el que puede contar para hacer cumplir las sanciones contra Irán.
Precisamente, la presión contra Teherán y la lucha antiterrorista fueron argumentos esgrimidos por el secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, para justificar su visita de este lunes a Arabia Saudí en plena tormenta internacional. “Mantendremos la relación al mismo tiempo que llegaremos al fondo para esclarecer los hechos sobre la situación de Khashoggi, que obviamente es terrible”, dijo. En esta línea, consideró “prematuro” pensar en sanciones al régimen.
En una de sus escasas apariciones televisivas, el asesor y yerno de Donald Trump, Jared Kushner, abordó este lunes en CNN la crisis desatada por el asesinato del periodista Jamal Khashoggi. Kushner, que ha forjado amistad con el príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salmán, señaló que le había recomendado “ser completamente transparente”. “En este momento, como Gobierno, estamos en la fase de investigación. Estamos recibiendo información de múltiples lugares”, señaló Kushner, pidiendo tiempo. “El secretario de Estado trabajará con nuestro equipo de seguridad nacional para ayudarnos a determinar lo que podemos creer”, agregó.
Más de dos semanas después de su desaparición, la Fiscalía General de Arabia Saudí afirmó que el periodista había muerto el 2 de octubre en el consulado saudí de Estambul "después de una pelea con personas con las que se encontró allí". Y que no sabe dónde está el cuerpo. Según el periódico turco Yeni Safak, de línea oficialista, a Khashoggi “le cortaron los dedos de la mano” cuando estaba con vida y luego lo degollaron. Alemania se ha convertido en el país aliado más duro contra Riad, pidiendo al resto de socios europeos que suspendan la venta de armas al país mientras no se aclaren las responsabilidades del asesinato. Turquía ha prometido llegar hasta el final para esclarecer la muerte sucedida en su territorio.