El mandatario venezolano, Nicolás Maduro, tiene dos guiones para dirigirse al mundo y a sus seguidores. Con el primero habla de diálogo y con el segundo busca ahondar en la confrontación con la oposición y las principales instancias internacionales, a menudo recurriendo al insulto. Con ambos mensajes, calculadamente incompatibles, trata de construir un discurso con el que se presenta como único garante de la paz y de la integridad del país. El presidente, reelegido hace poco más de un mes hasta 2025 en unas elecciones que registraron una abstención sin precedentes y en medio de acusaciones de fraude, aprovecha ahora la gira del vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, por América Latina, para revolverse contra toda presión o crítica llegada del exterior.
"Cada ataque nos hace más fuertes, yo lo siento así", afirmó el miércoles. "Cada vez que la culebra venenosa de Mike Pence abre la boca yo me siento más fuerte, más claro de cuál es el camino. El camino es nuestro, es venezolano, no el que nos señalan Mike Pence ni 20 culebras venenosas, ni veinte víboras", espetó ante decenas de fieles durante la entrega del Premio de Periodismo 2018. La ocasión era insólita, casi irónica, puesto que precisamente su Gobierno se ha caracterizado por hostigar, cuando no aplastar, a la prensa crítica con el régimen y por ejercer un control agotador sobre el trabajo de los informadores. "Fracasado y derrotado Mike Pence", continuó Maduro, quien empleó dos calificativos ya habituales, que suele aplicar a todos los que se oponen a su gestión. "Sí, te hemos derrotado y te vamos a derrotar, Mike Pence", concluyó el sucesor de Hugo Chávez, acorralado por una hiperinflación insoportable, las sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea y el repudio de la mayoría de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
El número dos de la Administración de Donald Trump había pedido desde Ecuador, durante su tercera visita a América Latina, que los países de la región unan esfuerzos para aislar al chavismo. La catástrofe económica y su deriva autoritaria -"hacia una dictadura", dijo- supone "una amenaza" para la estabilidad de sus principales aliados latinoamericanos. Solo en Colombia, que comparte con Venezuela más de 2.000 kilómetros de frontera, entraron en los últimos meses más de un millón de ciudadanos que huyen de la miseria o de la persecución.
Maduro logró desactivar a la oposición interna, que está debilitada y dividida. Sus principales líderes se encuentran ahora en la cárcel o fuera del país. A uno de ellos se dirigió para reiterar unas amenazas que dan cuenta la ausencia de separación de poderes en el país. "Los inmorales racistas y extremistas que gobiernan los EE UU tienen como obsesión perseguir a Venezuela, hacerle daño a Venezuela, con la complicidad de los Julios Borges", manifestó en referencia al dirigente de Primero Justicia, expresidente de la Asamblea Nacional, y su entorno. Le llamó "patiquín del imperio" y siguió: "Más temprano que tarde, estoy seguro, terminará bajo rejas el Julio Borges. Y ustedes saben que lo que nosotros decimos lo hacemos. Puede tardar un poquito de tiempo, pero lo hacemos".
Fuente: El País