Rusia ha acusado a EE UU de recurrir al chantaje para lograr concesiones tras el aviso del presidente Donald Trump de querer abandonar el tratado de reducción de armas de medio y corto alcance (INF, por sus siglas en inglés), que data de 1987.
El anuncio de Trump es coherente con la línea que ha mantenido desde que llegó a la presidencia y no resulta una sorpresa, aunque el hecho de que mantenga esa posición puede implicar que Moscú y Washington no han hecho progresos sustanciales sobre el futuro de un tratado que ambas partes se acusan de violar ni siquiera después de la reunión del mandatario estadounidense con su colega ruso, Vladímir Putin, en Helsinki (Finlandia) el pasado julio. Otra hipótesis es que el anuncio de Trump sea un elemento en el proceso de negociación entre ambas partes. La retirada de Washington de este pacto es un "paso peligroso", ha advertido Moscú.
El tratado de reducción de armas de medio y corto alcance tiene carácter indefinido, aunque ambas partes pueden denunciarlo con seis meses de anticipación. El documento fue firmado por el líder de la URSS, Mijaíl Gorbachov, y el presidente norteamericano Ronald Reagan en diciembre de 1988 en Washington y suponía la destrucción de toda una categoría de armas nucleares.
Ahora EE UU quiere remodelar completamente el documento teniendo en cuenta la evolución de los arsenales internacionales desde 1987, y partir del contexto actual, en el que otras potencias, como China, Israel, Pakistán o Corea del Norte, tienen armas del tipo que Moscú y Washington se comprometieron a destruir.
A Moscú llegaba el domingo John Bolton, el consejero en materia de seguridad del presidente norteamericano, y poco antes de su llegada el viceministro de Exteriores ruso, Serguéi Riabkov, expresó la posición de su país y condenó “los persistentes intentos de lograr concesiones de Rusia mediante el chantaje, y mucho más en cuestiones importantes para la seguridad internacional y la seguridad en el campo de los armamentos estratégicos”. No obstante, Riabkov manifestó su esperanza de que en las conversaciones que esperan a Bolton en Moscú "se escuche de forma más sustancial y comprensible lo que planea emprender la parte norteamericana".
En el temario de su cita del pasado julio en Helsinki, Trump y Putin tenían dos acuerdos de desarme polémicos, uno (el de reducción de misiles de medio y corto alcance) por el deseo de EE UU de remodelarlo, y el otro (el de fuerzas estratégicas ofensivas), porque puede crear un peligroso vacío lleno de incógnitas de no ser prolongado tras su próxima caducidad. El tratado de fuerzas estratégicas ofensivas, suscrito por los presidentes Dimitri Medvédev y Barak Obama en Praga en 2010, expira en 2021.
En vísperas de la cumbre de Helsinki, Bolton viajó a Moscú donde explicó a políticos y expertos rusos cuál era la posición norteamericana. EE UU quiere “formatos de desarme totalmente nuevos”, según el politólogo Andréi Kortunov, que asistió a la reunión con el alto funcionario norteamericano. Según explicó entonces Kortunov a EL PAÍS, Bolton fue muy crítico con los dos acuerdos mencionados; con el primero, por ser el reflejo de un mundo bipolar que ya no existe y por imponer limitaciones solo a Rusia y EE UU; y con el segundo, por mantener un enfoque propio de la Guerra Fría, que hubieran podido suscribir Leonid Brézhnev y Richard Nixon. Los norteamericanos, señalaba Kortunov, “quieren un nuevo enfoque, conversaciones sobre estabilidad estratégica basadas en nuevos principios y no limitarse a confirmar viejos acuerdos”. Se trata de “algo que permita a Trump decir que le ha resultado lo que a Obama no le resultó, un empaquetamiento nuevo que permita hablar de avance sustancial, no quieren avanzar pasito a pasito”. Sin embargo, añadió el experto, “para llegar a un nuevo enfoque debe haber un nivel de confianza que actualmente no existe”.
En Helsinki, durante su rueda de prensa conjunta con Putin, Trump se refirió al tema del armamento nuclear y repitió que Rusia y EE UU poseen el 90% de los arsenales atómicos existentes en el mundo y que esta es una poderosa razón para el diálogo entre los dos países.
En el momento de su rúbrica, el INF fue considerado histórico y uno de los elementos clave en la relajación de las tensiones de la Guerra Fría en los años previos a la caída del Muro de Berlín (1989) y la desintegración final de la Unión Soviética (1991). Este domingo, Ryabkov también ha afirmado que el acuerdo sigue siendo "significativo para la seguridad internacional y para la seguridad en el ámbito de las armas nucleares, para el mantenimiento de la estabilidad estratégica".
Por otra parte, el expresidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, cosignatario del tratado de reducción de armas de medio y corto alcance, calificó de “error” la denuncia del documento por parte de Washington. “Bajo ninguna circunstancia debemos abandonar los viejos acuerdos de desarme. ¿Acaso en Washington no entienden a donde puede llevar esto?”, declaró Gorbachov a la agencia rusa Interfax. En octubre de 2017, Putin advirtió: “Si los socios norteamericanos tienen deseo de salir del acuerdo, nuestra respuesta será instantánea y simétrica”.