El 4 de mayo de 2017 Paola Álvarez salió de su casa y no se la volvió a ver. Su madre, Mónica Morales, empezó a buscar desesperadamente. Caminó por las calles de Salta con una cartulina, en las que había pegado fotos del rostro de su hija. Pegó en los postes de luz pegaba fotocopias en la que se podía ver la foto de Paola y los datos personales por si alguien la veía. Esas fotocopias compartían espacios con otra imagen, la de Gala Cancino, que aún no aparece.
A los pocos días de la desaparición de Paola, el fiscal ordenó la detención de su novio, Santiago Zambrani, quien estuvo unos días prófugo. Una publicación en Facebook fue lo que generó las sospechas del fiscal Ramiro Ramos Ossorio: en ese posteo Zambrani se despedía de Paola como se despide a una persona muerta. “Hoy perdí a la persona que más amé en este mundo…”, escribió Zambrani en ese posteo. También los padres de Santiago quedaron detenidos en ese momento, como cómplices de la fuga.
La historia podría terminar acá. Pero no. El calvario de Mónica Morales se extendió por meses porque Zambrani en ningún momento aceptó que la había matada y el cuerpo no aparecía. No faltaron los rumores sobre gente que aseguraba haberla visto en un lugar u otro. O que podía estar en otra provincia. Se sumó un hecho de presión al caso: otro hombre, había sido encontrado culpable de femicidio en una primera instancia pese a que nunca se había encontrado el cadáver de la víctima; pero en una segunda instancia la justicia lo absolvió. Sin cuerpo, no hay condena.
La familia de Paola Morales atravesó un calvario repleto de contradicciones. Por un lado, la madre seguía buscando a su hija viva: creía que podía aparecer en cualquier momento. Al mismo tiempo, sentía que estaba muerta y necesitaba que Zambrani fuera condenado. El detalle no es menor: la madre buscaba a su hija; la policía, un cuerpo.
Desde la detención de Zambrani y sus padres se disputó un largo ajedrez entre el fiscal y los acusados en el que el tiempo apuraba a ambos sectores.
Los días pasaban y la defensa presionaba para que todos sean liberados. Primero salió el padre de Zambrani, pero la madre continuó detenida. El padre del acusado fue a varios medios, incluyendo LA GACETA, y habló de la inocencia del hijo y cargó contra el fiscal.
Exactamente 104 días después de su desaparición, en un barranco cerca de La Caldera encontraron sus restos.
Hay distintas versiones sobre cómo se realizó el hallazgo del cuerpo a un costado del kilómetro 1640 por el personal del Grupo de Búsqueda y Rescate de Salta.
La primera versión señalaba que alguien pasaba por ahí y logró divisar, desde ahí arriba, los restos y llamó al 911 a las 12.58.
La otra versión, que se dio después, elimina el factor “suerte”. Según Ramos Ossorio los efectivos de la policía encontraron el cuerpo luego de la incorporación de informes que le permitieron orientar la investigación hacia ese sector de la provincia, cerca del límite con Jujuy. El fiscal aseguró que los rastrillajes en el lugar se estaban haciendo desde unos días antes. “No se llegó fortuitamente”, insistió.
Las pruebas del fiscal
¿Qué pruebas tiene el fiscal para creer que Zambrani mató a Paola Álvarez? Cuando apareció el cuerpo, Ramiro Ramos Ossorio dio detalles sobre cómo habría sido el asesinato. Para justificar sus decisiones, repasó cuál era la relación entre Santiago Zambrani y Paola Álvarez. Reveló, asimismo que ellos se conocían desde hacía tiempo y que habían tenido una relación de pareja pero que finalizó cuando ella decidió dejarlo, lo que habría caído mal a Zambrani. “Tenemos audios donde ella decía que no quería saber más nada y que solo iba a ir a casa a limpiar”, agregó confirmando que Paola trabajaba limpiando el domicilio de la familia del detenido hasta que optó por irse cuando consiguió otro trabajo más estable.
Según el fiscal, desde que la víctima resolvió dejar de verlo, tener intimidad con él y abandonarlo, Zambrani comenzó a pergeñar un complejo plan, que incluyó envenenar a Paola.
“La hipótesis del envenenamiento surgió en base al estudio del grupo social que rodea a Zambrani”, indicó Ramos Ossorio en diálogo con “Buena Mañana” por Radio 10, donde afirmó que el acusado vendía cocaína, haciendo delivery de la droga luego de comunicarse con los compradores y bajo la apariencia de ser remisero.
Esa posibilidad se recrudeció cuando un testigo declaró que Zambrani se había contactado con una mujer a quien le habría pedido un determinado fármaco, que sería el que habría usado la noche en que desapareció Paola.
Imágenes de las cámaras de seguridad de una entidad privada que acreditan que hubo un encuentro entre Zambrani y esta mujer.
Además, horas antes a la desaparición de la joven, el detenido habría buscado en su teléfono información sobre distintos tipos de venenos, sustancia que finalmente consiguió a cambio de pasta base, según señaló también el fiscal.
Otra prueba que puede ser importante en el desarrollo del juicio es el peritaje realizado a la camioneta de la familia Zambrani. Se peritó la camioneta con perros especialmente adiestrados que fueron traídos desde Buenos Aires. Los canes detectaron rastro de olor de Paola en la camioneta; además hay grabaciones de cámaras de seguridad que lo muestran conduciendo la camioneta, cosa que inicialmente él negó.
El juicio
Han pasado casi dos años desde ese 4 de mayo de 2017, día en que Paola salió de su casa y no volvió.
El lunes 15 de abril de 2019 arranca el juicio contra Santiago Zambrini, quién aún se declara como inocente.