El juicio por el doble crimen de los abuelos de Villa 20 de Febrero concluyó con la pena de prisión perpetua para “Chuky” y “Marquitos”, los acusados por el delito de homicidio calificado criminis causa.
Más de dos semanas de intenso debate llegaron a su fin por el crimen de Vicenta Sarapura y Juan Romero, ocurrido el 23 de junio de 2015. En el mismo fallo, el Tribunal ordenó la extracción de material genético de ambos y su inscripción en el Banco de Datos Genéticos.
A casi tres años de los hechos, los acusados rompieron el silencio y en las audiencias prestaron declaración y negaron su participación. El primero en hacerlo fue Carlos Alejandro Pérez Anze, alias “Chuky”, que contó donde estuvo la noche previa y el día cuando los abuelos de la calle Maipú al 900 fueron asesinados. Después de prestar declaración respondió las preguntas que formuló el fiscal Pablo Rivero e incurrió en algunas contradicciones de acuerdo a su propio testimonio vertido en las instancias previas al juicio.
Pese a esto, Pérez Anze negó haber asesinado a los abuelos y no obstante le pidió perdón y dio el pésame a la familia.
Por su parte, Marcos David Romero, intentó desacreditar algunos testimonios que se escucharon durante el juicio y que lo comprometían, al mismo tiempo que también negó tener algún vínculo con el doble homicidio.
Los abogados de ambos acusados habían solicitado la absolución lisa y llana, asegurando que sus defendidos no tenían vinculación alguna con el doble homicidio de los abuelos.
Durante las audiencias, el Tribunal de Juicio ordenó la detención de un testigo por falso testimonio.
El crimen
El 23 de junio de 2015 un vecino de las víctimas alertó que en el descanso de la puerta de ingreso a la casa de la calle Maipú al 900 había un gran charco de sangre. Toda Villa 20 de Febrero se vio conmocionada porque se trata de la casa de Vicenta y Juan, dos vecinos de toda la vida.
La Policía encontró que la puerta de reja de acceso a la casa estaba cerrada con llave, pero en la rendija de la puerta principal había sangre.
Las pericias realizadas por el CIF (Cuerpo de Investigaciones Fiscales) determinaron que las huellas dactilares y de calzado encontradas en la escena del crimen pertenecían a Pérez Anze y Romero. Por su parte, el gabinete de Inspección Ocular y Rastros del CIF confirmó que las huellas encontradas sobre el cuero que pertenecía a las víctimas eran de “Marquitos” y que las huellas de pisadas pertenecían a las zapatillas de los acusados, lo que definiría sus presencias en la escena del crimen.
Fuente: La Gaceta
