En la tarde de ayer, en un fallo celerísimo, el juez de Garantías 3 Antonio Germán Pastrana hizo lugar a la restitución de hogar de una niña de once años y su madre, ilegalmente desalojadas de su vivienda y condenadas a vivir a la orilla del río Ancho.
El desalojo que se investiga por cuerda separada se realizó tras una maniobra seudojudicial que condenó a las mujeres a vivir en_ un ambiente de precariedad absoluta. El juez Pastrana, luego de analizar la documentación aportada por la víctima, quien fue asistida desde un primer momento por su abogado defensor Rodrigo Escovar, decidió la inmediatez de la restitución y de esa manera demostró que la Justicia a veces tarda, pero llega.
La alegría de Marta Milagros Ajalla se evidenciaba ayer en sus ojos, pero mucho más en los de su hija de 11 años, motor de toda esta historia de crueldad familiar inexplicable.
Los vecinos de Milagros la esperaron y vitorearon su regreso, las antiguas amiguitas de la niña se reunieron expresándoles su admiración y soportando con sonrisas las lágrimas de la niña, que esperó impaciente en la puerta el corte de los candados y el ingreso a su casa.
Una verdadera hazaña había tocado su punto más alto.
Más violencia
Habilitado su domicilio como su nueva morada -por orden judicial de cumplimiento inmediato-, según lo ordenó el juez Germán Pastrana, madre e hija rodeadas de sus vecinas y algunas niñas compartían una alegría que parecía interminable, sin embargo la violencia no tardó en llegar.
Al lugar se apersonó su expareja y, sin mediar palabras y ante un fallo de la consigna policial, ingresó a la vivienda a recriminarle a su ex su presencia.
Lo hizo cruelmente, delante de su hija (ver video) y cuando el consigna policial quiso intervenir para desalojarlo, el violento padre le aplicó un golpe.
El policía lo quiso derribar pero terminó estropeado contra una pared.
La escena puso de manifiesto el nivel de agresividad del sujeto, pero también la vulnerabilidad de madre e hija.
Luego el sujeto se fugó pero fue detenido metros más allá por personal del 911, convocado por el defensor Rodrigo Escovar ante el desmadre de la situación y la desobediencia judicial extrema.
Una tarde que parecía un acto de justicia casi de define por el abuso.
La mujer estuvo todo el tiempo emocionada, al igual que su pequeña.
Marta Milagros agradeció públicamente el trabajo de su defensor y la humanidad del juez de Garantías Germán Pastrana, el único -dijo- que impartió justicia y que no se equivocó sobre el perfil de la mamá.
Luego, las dos inseparables mujeres agradecieron a nuestro medio por haber hecho público un sufrimiento inhumano y por haber abierto una esperanza "no a una madre, sino a una niña que necesitaba vivir con mayor dignidad", aseguró.
"Atrás quedaron tantos años de lucha, de golpear puertas y de recibir malos tratos. Hoy alguien nos miró de otra manera, alguien se convenció de que el derecho y la justicia pueden marchar juntos y nos dio el pasaporte para construir una vida más digna", dijo entre otras tantas loas Marta Milagros. "Yo ayudé a construir la casa de donde alguien nos echó. Madre e hija vivimos a orilla del río Ancho en una pieza sin baño ni seguridad hasta que El Tribuno nos dio la voz que no solo resonó en la Justicia sino que ajustó a derecho una crueldad", finalizó.
Fuente: El Tribuno