El acusado, primo del padrastro de la víctima, abusó de ella cuando tenía 8 años y en distintas ocasiones (al menos tres, que ella recuerda). El hombre aprovechó que la menor quedaba a su cargo, para tocarla en sus partes íntimas.
La denuncia fue radicada en agosto de 2016 por la víctima, de 29 años en ese momento, tras poder hablar por primera vez sobre los abusos, durante una consulta con el psicólogo en el hospital Papa Francisco.
La víctima también denunció que fue abusada sexualmente por el sobrino del padrastro. Sin embargo, la magistrada interviniente se declaró incompetente en ese punto, debido a que el segundo denunciado era menor al momento de los hechos.
En sus fundamentos, el fiscal penal Rodrigo González Miralpeix, sostuvo que los hechos fueron corroborados, fundamentalmente, con el relato sostenido y coherente de la víctima, quien a pesar del tiempo transcurrido, siguió angustiada. Esa situación fue corroborada con una pericia psicológica, que dio cuenta que la víctima no tiene indicadores de mendacidad, sino indicadores compatibles con vivencias traumáticas de índole emocional y sexual, que le produjeron trastornos de estrés postraumático.