Si un perro con pulgas es un problema, uno con garrapatas representa una preocupación mayor, ya que cada año estos parásitos vienen afectando a más canes. Su peligrosidad radica en que se enganchan en la piel del animalito y desde allí, se alimentan de sangre y reproducen, dejando al perro en riesgo de padecer anemia y erliquia, enfermedad que el parásito introduce a través de su saliva.
Las garrapatas, al pertenecer a la familia de las arañas, no vuelan ni saltan. Esperan en el pasto o la arena el paso del perro y tienen unos potentes ganchos (una especie de mandíbula), con los que se adhieren a la piel canina, especialmente en la zona de las orejas, nuca y entre los dedos, causando comezón.
“Hay que ser muy cuidadosos si queremos sacar una garrapata, ya que una parte de su cuerpo puede quedar dentro del perro e infectarlo. Lo mejor es acudir al veterinario o atraparla con una pinza y dejarla pegada en una cinta adhesiva antes de botarla. En ningún caso echarla en el inodoro, porque resiste al agua, ni aplastarla, pues podría diseminar sus huevos”.
La prevención es clave. Se recomienda aplicar al perro un producto de acción prolongada que lo mantenga libre de parásitos, y revisar siempre su pelaje mientras se le acaricia.
SABÍAS QUE...
Es conveniente peinar al animalito con un peine antipulgas. Así, atraparás las ninfas y las garrapatas adultas que aún no han empezado a picar a tu mascota.
+ DATOS
Las garrapatas aumentan en época de calor y de encontrar más de una en el perro, será preciso acudir al médico para que las extraiga y desinfecte las zonas afectadas.