La última exhibición del dúo de provocadores artistas argentinos Pool y Marianela en Buenos Aires se ha convertido en una pesadilla para el ministro de Cultura de la ciudad, Enrique Avogadro. Durante la Feria de Arte Contemporáneo de Argentina (FACA), celebrada la semana pasada, la pareja montó un stand con crucifijos colgados en las paredes y colocó en el centro un pastel gigante con forma de Jesucristo. Cuchillo en mano, invitaron a los presentes a comulgar. El ministro aceptó un trozo de brazo y se lo comió sin imaginar que las imágenes de la performance se viralizarían en las redes sociales y provocarían la furia de numerosos fieles católicos. En menos de 24 horas han reunido 7.000 firmas para exigir su dimisión y Avogadro ha tenido que salir a disculparse.
"Nuestra #Jesúscake, segundos antes de comulgar", se lee junto a una de las imágenes subidas por Pool y Marianela a su Instagram, donde aparece un sonriente Avogadro junto al pastel. Al igual que hicieron en Los Angeles el pasado febrero, los artistas emularon el cuerpo de Jesucristo crucificado a tamaño natural y cubrieron la red velvet cake con pasta de almendras para simular la piel.
En otra de las imágenes del día de la inauguración de FACA se ve el cuerpo desmembrado y a una de las invitadas a punto de agarrar un pedazo de pierna. "Irrespetuosos", "basuras", "dan asco", "qué falta de respeto", son algunos de los comentarios con los que han atacado a Pool, a Marianela y al ministro las personas que se han sentido ofendidas por el espectáculo. Otros internautas, en cambio, defienden el trabajo artístico y la libertad de expresión.
Ante la catarata de críticas, Avogadro pidió perdón anoche a través de un post en Facebook. "Como persona tengo una opinión muy clara a favor de la libertad de expresión, particularmente cuando está vinculada con temas que nos interpelan, nos hacen reflexionar o son opuestos a las propias convicciones. Creo además que el lugar del arte es muchas veces precisamente el de incomodarnos y sacudirnos. Entiendo, por otro lado, que los funcionarios tenemos un rol que trasciende lo personal y, por lo tanto, somos responsables de nuestras intervenciones. Es por eso mismo que quiero disculparme", escribió el ministro.
Una "operación política"
Emiliano Pool Paolini considera que el ataque a Avogadro forma parte de "una operación política" de la que quieren mantenerse ajenos. "Es canalla que le peguen. Era su trabajo, iba de stand en stand viendo las obras. ¿Qué tendría que haber hecho? Saltear nuestro stand hubiera sido peor, hubiera sido discriminación", dice por teléfono el artista desde Rosario.
Paolini se declara creyente y subraya que la obra debe ser entendida en su contexto. "Kidstianismo es un elsewhere, imaginar qué pasaría si los líderes mundiales tendrían entre 9 y 11 años. Entre otras cosas imaginamos cómo sería una eucaristía con la visión de unos niños", aclara. El origen de la polémica torta tiene que ver con una visión compartida por él y por una sobrina de Marianela Perelli en vísperas de la primera comunión: el miedo a comerse el cuerpo de Cristo. "No hemos ofendido a ninguna religión", asegura Paolini, aunque se muestra convencido de que pasadas las primeras "reacciones exageradas" llegará el momento del olvido o la reflexión.
Rita Marianela Perelli (1979, San Nicolas de los Arroyos) y Emiliano Pool Paolini (1983, Arroyo Seco, Argentina) comenzaron a darse a conocer en circuitos artísticos under en Buenos Aires hace más de una década. En 2014 saltaron a la fama por el escándalo que anticipó a su muestra Barbie, the Plastic Religion, una colección de 33 muñecas Barbie y Ken modificadas para representar a un panteón politeista con santos cristianos, dioses hindúes e íconos religiosos populares de Argentina como el Gauchito Gil, Gilda y la Difunta Correa. Los artistas se vieron obligados a suspender la exposición en 2014 debido a las críticas, una decisión que trajo a la memoria los ataques contra León Ferrari una década antes. Finalmente, Pool y Marianela expusieron un año más tarde en la galería porteña POPA y viajarán en noviembre con las muñecas a Madrid.
Fuente: El País