La reunión bilateral del presidente Mauricio Macri con Donald Trump transitó un camino ameno, lleno de demostraciones de amistad mutuas y anhelos de inversiones y mejor comercio entre ambos países. Pero también obligó al ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Faurie a desmentir a la Casa Blanca para desmarcar a la administración local del conflicto entre los Estados Unidos y China.
Poco después del encuentro entre ambos presidentes, la vocera de la Casa Blanca, Sara Huckabee Sanders, emitió una declaración sobre la reunión. "Hoy, antes del inicio de la Cumbre del G20, el Presidente Trump y el Presidente Macri se reunieron durante el desayuno para reafirmar la sólida asociación entre Estados Unidos y Argentina", indicó la funcionaria. Y agregó una oración que involucró al gobierno de lleno en la guerra comercial: "Los dos líderes reiteraron su compromiso compartido de enfrentar los desafíos regionales como Venezuela y la actividad económica depredadora china".
TN.com.ar consultó al Canciller Faurie sobre esta declaración en una conferencia de prensa que tuvo lugar en el Centro Internacional de Medios de Parque Norte el viernes a la mañana. "¿Hablaron sobre la 'actividad económica depredadora de China'?", inquirió este medio. Faurie respondió con toda la contundencia que permite la diplomacia: "No creo que se haya hablado en esos términos", afirmó el ministro, acompañado por su par de Hacienda, Nicolás Dujovne.
El Canciller, en cambio, validó las conversaciones entre Macri y Trump sobre el país que preside Nicolás Maduro. "Venezuela no es un país democrático", sostuvo Faurie.
Faurie y Dujovne remarcaron que la reunión bilateral entre Macri y Trump, que se extendió durante unos 45 o 50 minutos, fluyó en muy buenos términos y que el presidente estadounidense respaldó la política económica de la gestión Cambiemos. "El presidente Trump manifestó su fuerte apoyo al programa de reformas económicas que lleva adelante el presidente Macri", dijo Dujovne.
Los mandatarios hablaron de inversiones, con intereses de compañías estadounidenses en Vaca Muerta y en el programa de obras de infraestructura, y de comercio bilateral. "Se mencionó el exitoso caso de los limones y la inclusión de la Argentina en el programa de preferencias en materia de siderurgia", enumeró Dujovne, en alusión al regreso de los cítricos argentinos a Estados Unidos y a la exención arancelaria a las exportaciones de aluminio y acero de este país.
En esa sintonía, la vocera de Trump, Huckabee Sanders, manifestó que los mandatarios "discutieron la intención de la Argentina de seguir adelante con la agenda económica en favor del crecimiento del presidente Macri y de expandir el comercio justo y recíproco entre los dos países".
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Arena movediza
Las declaraciones cruzadas entre la Casa Blanca y la Casa Rosada sobre las discusiones en torno a China no son menores.
La administración Trump aplicó meses atrás aranceles a productos chinos por unos 260 000 millones de dólares, en una decisión que marcó el tono de las conversaciones multilaterales durante todo el año de presidencia argentina del G20. El presidente Xi Jinping respondió con reciprocidad, con trabas aduaneras por 110 000 millones de dólares a productos estadounidenses.
Trump amenazó con ampliar las restricciones al comercio entre ambos países, aunque había distendido la pelea días atrás. Esta semana confirmó lo que será la reunión bilateral que más espera el mundo y que tendrá lugar el sábado a la noche en un hotel porteño: cenará con Xi Jinping, con el comercio en el centro de la mesa.
Los gestos de distensión hicieron suponer que habría mayores puntos de acuerdo para redactar el comunicado final de los líderes del G20. La Argentina busca alcanzar un texto de pocos párrafos consensuados, algo que no se logró en la edición 2017 del encuentro, en Hamburgo. La cuestión comercial es uno de los debates más álgidos. Según medios especializados, el comunicado final podría resaltar los valores del multilateralismo, pero sin un rechazo explícito al proteccionismo por primera vez en la década que llevan estos encuentros al máximo nivel.
En ese contexto, la Argentina se mueve con equilibrio delicado. No solo para mostrarse ante el mundo como un buscador de consensos. Sino porque gestiona inversiones de distintos países.
El miércoles, en el Palacio San Martín, la Corporación para la Inversión Privada en el Extranjero (OPIC, por sus siglas en inglés), un banco de inversión del gobierno estadounidense que financia emprendimientos de empresas de ese país en el mundo, anunció que otorgará créditos por u$s813 millones para obras de infraestructura, energías renovables y logística.
El viernes a la mañana, el Ministerio de Transporte que conduce Guillermo Dietrich profundizó esos acuerdos, al firmar un convenio con el gobierno de Estados Unidos para promover la seguridad operacional en la aviación. El jueves, el Gobierno había firmado un contrato con la empresa China CRCC para invertir u$s1089 millones en infraestructura ferroviaria.
Además de participar de la cumbre del G20, Xi Jinping realiza una visita de Estado al país, por lo que se esperan anuncios de cooperación, mayor comercio (las compras de carne argentina por parte de China se multiplicaron casi por dos este año) e inversiones.