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Se cumplen 5 años del hundimiento del ARA San Juan y el Gobierno analiza la compra de un nuevo submarino

Se cumplen 5 años del hundimiento del ARA San Juan y el Gobierno analiza la compra de un nuevo submarino

La Armada no tiene ningún submarino operativo para el control de los espacios marítimos; la adquisición de uno nuevo costaría entre 400 millones y 500 millones de dólares y su construcción demoraría varios años.

Tomada la decisión de avanzar en la compra de un submarino para la Armada, el Gobierno analiza dos ofertas recibidas para recuperar la capacidad operativa perdida hace cinco años, con el trágico hundimiento del ARA San Juan, que costó la vida de sus 44 tripulantes. Fuentes navales confirmaron a LA NACION que las propuestas de las empresas Thyssen, de Alemania, y Naval Group, de Francia, superaron ya las etapas de evaluación de la Armada y del Ministerio de Defensa e ingresaron en áreas del Ministerio de Economía y otras esferas que reportan al presidente Alberto Fernández

Se trata de una inversión estimada entre 400 millones y 500 millones de dólares, aunque no se descarta que la negociación derive en la adquisición de más de un submarino. Sin embargo, todos son conscientes de que la profundidad de la crisis económica y social condiciona la ejecución de “una decisión estratégica”, interpretan en ámbitos navales.

“El número deseable para cubrir la extensión completa de la plataforma marítima argentina es de cuatro submarinos, pero no debería sorprender que finalmente se opte por tres, por dos o por uno”, se sinceró una fuente consultada por este diario.

El ministro de Defensa, Jorge Taiana, visitó en julio pasado las plantas de ambas empresas –Thyssen y Naval Group- y en ese momento declaró a la corresponsal de LA NACION en Francia, Luisa Corradini, que “si un país está sin submarinos, no cumple adecuadamente con la obligación de controlar su propio espacio marítimo”.

Mientras la empresa Thyssen ofreció a la Argentina una versión modernizada del submarino clase 209, la compañía francesa Naval Group propuso el modelo Scorpene, que presenta una dimensión mayor. En cualquier caso, se trataría de desarrollos a largo plazo, estimados en diez años, por lo que la llegada de las embarcaciones estratégicas no sería inminente.

“La inversión está destinada a recuperar la capacidad operativa submarina, que hoy es nula y se intenta suplir con otros medios que intervienen en el control de los espacios marítimos. Pero, hasta que la posible operación se concrete, la Argentina no puede darse el lujo de perder el adiestramiento de los marinos, que hoy se realiza en el submarino Salta –no apto para operar en aguas profundas- y en una capacitación que ofrece la Marina de Guerra de Perú”, confió a LA NACION un vocero naval.

En ese cuadro de situación surge la posibilidad de que la Argentina compre adicionalmente un submarino ya usado –probablemente a Brasil- para destinarlo a la formación y el adiestramiento de sus submarinistas. En la actualidad, dos o tres oficiales y entre ocho y diez suboficiales por año se capacitan en instalaciones de la Escuela de Submarinistas del Perú, para complementar la formación teórica que reciben en la Armada Argentina.

La premisa, se indicó, es “no perder el expertise de ir a inmersión y controlar el submarino”. El adiestramiento de los marinos es fundamental y a eso apuntaría la posibilidad de incorporar una unidad usada.

Las propuestas para la compra de un submarino están siendo analizadas, a cinco años de la malograda travesía del ARA San Juan, que el 15 de noviembre de 2017 mantuvo su último contacto con las autoridades navales, cuando regresaba de Ushuaia, rumbo a Mar del Plata. A la altura del Golfo San Jorge desapareció de los radares y un año después, tras una búsqueda que involucró a embarcaciones de varios países, se lo encontró, a 907 metros de profundidad. Mientras la Justicia investiga las causas del naufragio, la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares informó que detectó una explosión en la ruta que seguía la nave.

“Cualquiera de las dos ofertas –la de Thyssen, que construye los submarinos clase 209, y la de Naval Group, que diseñó los Scorpene que compró Chile- cumple con los requerimientos de la Armada. Entre nada y algo, siempre algo es mucho más”, dijo a LA NACION un oficial naval. Más allá de las funciones prácticas, la puesta en el agua de submarinos constituye una potente señal con fines disuasorios en el mar. En la Armada recuerdan que una de las primeras medidas que Lula anunció al asumir como presidente de Brasil fue la construcción de un Scorpene y de una base naval.

Llegado el momento se evaluarán las modalidades de compra más apropiadas y se verá si la Argentina opta por una transacción de Estado a Estado, o a través de un acuerdo de financiamiento con bancos.

 “Ya está la decisión política del Ministerio de Defensa. Pero intervendrán otras áreas, que pondrán la decisión en el contexto actual del país”, indicó una fuente naval a LA NACION.

Según pudo saber este diario, más relegados quedaron otros ofrecimientos que habría recibido el gobierno de Alberto Fernández desde Rusia y China. En la Armada prefieren pisar sobre seguro y recurrir a sistemas de submarinos más familiarizados con las unidades que en su momento sirvieron a la Argentina.



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