En la mañana de ayer el juez federal de Orán Gustavo Montoya ratificó en conferencia de prensa la existencia de un correo paralelo en las oficinas del Correo Argentino de Orán, al tanto que explicó someramente el accionar de empleados y vectores de una especie de mafia del contrabando que operaba en la frontera con Bolivia.

El juez aclaró que son solo seis los detenidos, tres empleados del Correo Argentino y tres civiles vinculados con importadores clandestinos.

De las primeras precisiones sobre los elementos secuestrados desde los galpones del Correo Argentino se deslizó de fuente fidedigna el avalúo de las encomiendas que fueron abiertas frente a testigos hábiles, y claramente se halló en su interior mercadería de contrabando.

Justamente, la tarea de la evaluación formal del delito de contrabando estuvo a cargo del personal de Aduanas, mientras las tareas investigativas y operativas siguen en manos de Gendarmería Nacional.

Una fuente cercana a la fuerza federal deslizó anoche que se había contabilizado en los depósitos del Correo Argentino unos 15.000.000 millones de pesos en mercancías de contrabando que se hallaban embaladas con remitentes inexistentes o con nombres de fantasía.

Las encomiendas, todas casi con un peso relativamente parecido, tenían como destino las provincias de Santa Fe, Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y algunas ciudades del sur de la Argentina.

Consultado el juez federal Gustavo Montoya, solo adelantó que se trata de una investigación iniciada en el 2017 y que hasta hoy seguirá tomando declaración indagatoria a los seis detenidos.

Consultado sobre el corpus probatorio, dijo escuetamente que hay elementos de sobra para sustentar no solo las detenciones sino otras posibles que se harán conforme avance la investigación.

Una fuente judicial ratificó que un gendarme de mediano rango se encuentra en calidad de prófugo.

El monto de lo hallado embalado para transporte terrestre en los galpones del Correo Argentino dejó en claro que la sucursal de Orán era una de las que más encomiendas facturaba en todo el norte argentino, y el correo paralelo montado se cree que dejaba en comisiones cifras siderales para los empleados y cómplices del contrabando de mercancía de importación a través de un correo oficial.