Una abuela fue molida a golpes por un grupo de inquilinos, quienes le niegan el pago del alquiler de su local, del cual los agresores desean apropiarse, según reconoció la víctima. Por lo tanto, ante el incumplimiento, la mujer les exigió que se retiren de su propiedad, lo cual motivó que fuera presa de un brutal ataque, privándola de su libertad y posteriormente siendo destinataria de una sucesión de golpes. En consecuencia, ella radicó la denuncia pero los violentos continúan en libertad y amenazándola de muerte.
Cuando María Cristina arrendó su local a un grupo de personas que pusieron en marcha allí una remisería, jamás pensó el infierno que la esperaba cuatro meses después. "Comencé a detectar y a enterarme de sus comportamientos y manifestaciones violentas hacia vecinos y otros comerciantes de la zona. Entonces les pedí que se vayan, y ahí empezó todo". El relato pertenece a la mujer, de 68 años, quien a partir de aquella solicitud jamás volvió a cobrar el alquiler.
No obstante, ello no sería nada en comparación con lo que vendría después, a medida que los ruegos de la propietaria se reiteraban, sin lograr su cometido, ni siquiera una muestra de arrepentimiento por parte de sus inquilinos. "En principio eran amenazas, que fueron subiendo de tono, hasta que llegaron a decirme que no los joda más o me mataban", detalló la damnificada.
Sin embargo, el sábado 30 de noviembre pasado, las advertencias se cristalizaron en un demencial episodio cuando algunos de quienes le alquilan el local irrumpieron en su vivienda y destruyeron parte de sus pertenencias, e incluso los medidores de luz y gas, y las cámaras de seguridad. Por lo tanto, María Cristina radicó la denuncia en la comisaría 7a de Bernal.
Pero al no obtener ningún tipo de respuestas, la abuela acudió nuevamente al local con el afán de convencer a los incumplidores inquilinos para que dejen el inmueble. Su presencia fue motivo suficiente para poner en peligro su vida puesto que "me metieron hacia el interior del negocio, me empujaron y me tiraron al piso. Allí me agarron de los brazos entre tres y me pegaba la mujer. Los otros le decían a ella: 'Matala a la vieja de mierda'. Finalmente, la propietaria logró escapar, rompiendo el vidrio de la puerta.
Una vez más asentó otra acusación en la mencionada seccional policial, que a su vez dio intervención a la fiscalía de turno, de la dependencia judicial de Quilmes. Por el momento no obtuvo solución alguna María Cristina a su drama, y a pesar de que una consigna policial ha sido designada en las inmediaciones de su domicilio, su local es lindero a aquel. Es por ello que el acecho de sus agresores es constante, razón por la cual la víctima confesó: "Me siento defraudada, por todos. A mi edad tengo que estar pasando por estas cosas, por una mujer que es violenta, que se quiere quedar con el local, que es lo único que tengo para subsistir. No puedo vivir amenazada de muerte".