Walter Sigler, titular del programa de Salud Mental y Adicciones del Ministerio de Salud de Tucumán, afirmó que es alarmante que en los últimos dos años se hayan registrado casos de filicidio “con mayor intensidad, respecto de períodos anteriores”. Uno de ellos ocurrió en Salta.
“Es un cuadro que se vino presentando de forma muy aislada en los últimos 10 años. Pero, en el NOA, ya hubo cuatro casos en los últimos dos años: dos en Tucumán, uno en Jujuy y uno en Salta”, afirmó.
El funcionario explicó que, en general, estas situaciones están vinculadas a disfunciones emocionales. “No se ha podido demostrar aún que cuadros psicóticos agudos hayan desencadenado hechos lamentables. La persona que ha actuado fue consciente de sus actos”, expresó. “Se presenta una doble connotación”, explicó el especialista. Por una parte, según detalló, se aprecia un proceso gradual y lento de maltrato a la víctima. Pero cuando la persona, sea el padre o la madre, está bajo emoción violenta actúa de forma abrupta. “Puede darse por dos cosas: planificado y no planificado”, prosiguió.
Las víctimas y las personas que cometen filicidio -uno de los padres da muerte a su hijo- tienen un contexto familiar. Se aconseja observar en ese ambiente si hay cambios de conductas. “Pueden pasar a ser personas excéntricas o introvertidas. También aisladas y reticentes. Se empieza a notar una conducta diferente del padre o la madre hacia los hijos”, dijo. Entre los niños, se pueden apreciar condiciones de hiperorexia (aumento de la alimentación) o hiporexia (menor alimentación).
El caso en Salta: 15 años de prisión para una joven de 22 años
En los primeros días de julio del año pasado, en Cafayate, una quinceañera descubrió los restos de un bebé en el hocico de un perro callejero. El cuerpo de la criatura estaba totalmente despedazado.
Casi dos meses después, la fiscalía ordenó la detención de Micaela Yanina Gutiérrez, una joven de 22 años, quien, según las pericias, había dado a luz a la criatura. La joven fue imputada por el delito de homicidio agravado por el vínculo.
Los investigadores realizaron un fuerte peritaje en la zona en donde había sido abandonado el bebé: en un cañaveral ubicado a 150 metros de las calles Rivadavia y Michel Torino, donde luego fue hallado por la quinceañera. La Policía rastrilló la zona y encontró una mochila con restos de sangre y una campera, elementos que fueron secuestrados y derivados al Cuerpo de Investigaciones Fiscales. Los forenses de la Morgue del Ministerio Público realizaron diversos estudios a los restos. El Servicio de Anatomía Patológica reveló que los pulmones presentaban signos de aspiración de líquido amniótico, como así también otros síntomas que permitieron establecer que el bebé nació con vida.
El fiscal penal, Pablo Paz, avanzó con las pesquisas desde dos frentes. Por un lado, la policía de Cafayate realizó una minuciosa verificación de las mujeres se realizaban controles en el hospital zonal, tarea que dio resultado negativo. Por su parte, el CIF y los investigadores de la División Homicidios avanzaron sobre una pista que fue hallada en el interior de la mochila secuestrada. Se trataba de un chip de teléfono celular, el cual permitió a los investigadores conocer otros números con los que hubo comunicación.
Esto llevó luego a identificar también otro aparato telefónico, el cual habría sido denunciado como robado, siendo adquirido posteriormente por una ex pareja de la imputada, quien lo utilizó en distintas oportunidades posteriores a desprenderse del bebé que había concebido.
Al profundizar las pesquisas técnicas, consistente en obtener la ubicación del teléfono a partir del impacto en las antenas de una empresa en particular, se pudo establecer contactos en las localidades de Angastaco, Molinos y Cafayate.
Las investigaciones condujeron a los policías a una vivienda ubicada en la localidad de Cafayate, propiedad de un familiar de la imputada. Al indagar en dicho domicilio, los policías dieron con Gutiérrez, quien en un principio intentó despistar a los policías, pero finalmente reconoció ser la madre del bebé que fue hallado despedazado, hecho que generó una gran conmoción en el pueblo.
En vista de ello, Gutiérrez fue detenida y esta mañana fue trasladada a la Unidad de Grave Atentados contra las Personas, donde el fiscal Paz formalizó la imputación penal por el delito de homicidio agravado por el vínculo.
En los primeros días de julio del año pasado, en Cafayate, una quinceañera descubrió los restos de un bebé en el hocico de un perro callejero. El cuerpo de la criatura estaba totalmente despedazado.
Casi dos meses después, la fiscalía ordenó la detención de Micaela Yanina Gutiérrez, una joven de 22 años, quien, según las pericias, había dado a luz a la criatura. La joven fue imputada por el delito de homicidio agravado por el vínculo.
Los investigadores realizaron un fuerte peritaje en la zona en donde había sido abandonado el bebé: en un cañaveral ubicado a 150 metros de las calles Rivadavia y Michel Torino, donde luego fue hallado por la quinceañera. La Policía rastrilló la zona y encontró una mochila con restos de sangre y una campera, elementos que fueron secuestrados y derivados al Cuerpo de Investigaciones Fiscales. Los forenses de la Morgue del Ministerio Público realizaron diversos estudios a los restos. El Servicio de Anatomía Patológica reveló que los pulmones presentaban signos de aspiración de líquido amniótico, como así también otros síntomas que permitieron establecer que el bebé nació con vida.
El fiscal penal, Pablo Paz, avanzó con las pesquisas desde dos frentes. Por un lado, la policía de Cafayate realizó una minuciosa verificación de las mujeres se realizaban controles en el hospital zonal, tarea que dio resultado negativo. Por su parte, el CIF y los investigadores de la División Homicidios avanzaron sobre una pista que fue hallada en el interior de la mochila secuestrada. Se trataba de un chip de teléfono celular, el cual permitió a los investigadores conocer otros números con los que hubo comunicación.
Esto llevó luego a identificar también otro aparato telefónico, el cual habría sido denunciado como robado, siendo adquirido posteriormente por una ex pareja de la imputada, quien lo utilizó en distintas oportunidades posteriores a desprenderse del bebé que había concebido.
Al profundizar las pesquisas técnicas, consistente en obtener la ubicación del teléfono a partir del impacto en las antenas de una empresa en particular, se pudo establecer contactos en las localidades de Angastaco, Molinos y Cafayate.
Las investigaciones condujeron a los policías a una vivienda ubicada en la localidad de Cafayate, propiedad de un familiar de la imputada. Al indagar en dicho domicilio, los policías dieron con Gutiérrez, quien en un principio intentó despistar a los policías, pero finalmente reconoció ser la madre del bebé que fue hallado despedazado, hecho que generó una gran conmoción en el pueblo.
Gutiérrez fue condenada a 15 años de prisión de cumplimiento efectivo por el homicidio de su bebé recién nacido, a quien no le dio las atenciones necesarias luego de darlo a luz en su casa y abandonó en una mochila.
Fuente: La Gaceta