Tras el caso de abuso policial que sufrió Agustín Arroyo Juárez en Rosario de la Frontera por incumplir la cuarentena, las denuncias por abuso policial en la provincia aumentaron considerablemente.
"El miedo es constante. Salgo a trabajar a la mañana y mi familia no tiene la misma vida que antes. Mi señora se va de la casa con mis hijos por temor. Andamos con miedo", contó Julio Padilla a la Gaceta Salta, un trabajador de Rosario de la Frontera que el sábado 2 de mayo sufrió una fuerte golpiza por parte de policías del Sistema de Emergencia 911 de esta ciudad. Su familia, vecinos y un compañero de trabajo fueron testigos de lo que sucedió
Según relató, Julio volvió de repartir bebidas a su casa, cerca de las 19. Su jefe y su compañero de trabajo le enviaban mensajes porque al día siguiente debía presentarse porque llegaba un camión con mercadería. Como su compañero se dio cuenta que no veía los mensajes, decidió pasar por su casa a avisarle. "Eran cerca de las 20 cuando pasa mi compañero a avisarme que al día siguiente debía hacer ese trabajo y estuvimos conversando en la puerta unos 15 minutos. Cuando se despide y se sube a su auto, veo que un móvil de la Policía, del 911, le cruza el auto, se bajan tres efectivos y, de manera muy agresiva, le dicen que se baje", contó Julio quien se quedó observando la situación hasta que decidió intervenir: "Me acerqué para contarles qué había pasado solamente unos minutos a avisarme una cuestión de trabajo. Pero los policías nos agredían permanentemente".
La situación duró varios minutos que parecieron eternos. Los policías les decían que estaban violando la cuarentena y ellos respondían que solamente habían hablado unos pocos minutos por una cuestión laboral. Le mostraron los mensajes que no habían leído y la situación se volvió cada vez más tensa. "En todo momento fueron muy agresivos. Me decían que me calle, que no era conmigo hasta que me pidieron el permiso, pero no entraron en razón. Como yo estaba con barbijo me lo bajé un segundo para leerles mis documentos y comenzaron a insultarme más: que no me haga el canchero, que me ponga barbijo, que por qué incumplíamos la cuarentena. Mi familia y vecinos salieron por los gritos y mi hijo menor de tres años me agarró la mano izquierda", recordó Julio.
Luego, todo sucedió en pocos segundos: "Cuando les dijimos que nos hagan la denuncia comentamos que luego haríamos un descargo y ahí se pusieron violentos. Uno de los policías me dijo que yo lo había cansado. Me dijo ´date vuelta´ y me agarró de la mano derecha, estábamos rodeados por ellos. Me torció el brazo, me lo quitan a mi nene de la mano, me tiran al piso, me ponen las esposas y me tiran gas pimienta en la boca y en los ojos. Todo sucedió rápidamente. En los papeles ellos dicen que yo me resistí pero la verdad es que no tuve tiempo de hacer nada. Mi familia estaba ahí, escuché los gritos y llantos de todos cuando me subían al móvil policial. Yo estaba ciego. No veía nada. Me patearon todo el tiempo", dijo.