La tarde del jueves empezaba a nublarse y la jornada pesquera se ponía en dudas para algunos, aunque muchas veces el "factor clima" suele estar ausente en ese tipo de planes. Mientras se alistaban para abordar algún que otro catamarán comercial estacionado en la orilla de uno de los espejos de agua más importantes de Sudamérica, en otros puntos del dique Cabral Corral se podía observar cómo trabajaban en el mantenimiento de los artesanales navíos. En la bahía de El Préstamo, cerca de las 14.30, un joven de 25 años se salvó de milagro tras la explosión de un pontón flotante. Fue trasladado en código rojo al San Bernardo luego de perder algunos de sus dedos del pie derecho.
El catamarán estaba afuera del agua, la onda expansiva que produjo el estallido del pontón flotante (la unidad de acero dividida en varios tubos que sirve para que la embarcación flote), además de arrancar tres dedos del pie derecho de Esteban Ale, según fuentes policiales, y poner en riesgo su vida, hizo que el otro muchacho que trabajaba en el mantenimiento saliera despedido hacia atrás y le arrancara parte de su ropa (una camisa).
El estallido alcanzó a varias personas y de inmediato una señora alertó lo sucedido en El Préstamo, uno de los lugares donde se estacionan los catamaranes comerciales y de uso particular, ubicado en la localidad salteña de Coronel Moldes, a unos 65 kilómetros de Salta capital. Los primeros en llegar fueron los policías de la División Lacustre y Fluvial, quienes constataron las heridas de gravedad causadas por la explosión y a un segundo joven también lesionado.
"Al llegar al lugar nuestro personal notó que habían guardado algunas herramientas como ser una amoladara. Se notaba mucha desesperación en las personas, buscaban los dedos que la tapa del pontón le arrancó a la víctima", sostuvo Adrián Sánchez Rosado, jefe de la División Lacustre. Inmediatamente solicitaron una ambulancia que trasladó de urgencia al joven, un móvil perteneciente al destacamento de Moldes hizo de puntero para abrir camino y llegar antes al instituto de salud.
Según habría manifestado la víctima, domiciliada en el barrio El Triángulo de Coronel Moldes, sufrió la amputación de sus dedos mientras trabajaba con un pontón del catamarán "El Quijano". Cerca de las 16, personal interviniente en el hecho realizó consulta judicial con la doctora Tanjelevich, de la Fiscalía Penal de Cerrillos, delegación El Carril, desde donde dispusieron que se haga presente la División de Criminalística para documentar lo ocurrido, levantar pruebas y entrevistarse con testigos.
¿Hubo negligencia?
Entre los distintos aspectos que se investigan, se trata de establecer si en el trabajo que realizaban los hombres en uno de los pontones del catamarán denominado "El Quijano" existió negligencia. Las primeras versiones indicaron que la explosión surgió desde una bomba de presión -una especie de compresor- mientras la víctima pintaba el catamarán. Sin embargo, lo que produjo el fuerte estallido fue un pontón flotante, la tapa del mismo salió despedida y cortó parte del cuerpo del joven.
Consultados por El Tribuno, algunos hombres que suelen trabajar en las embarcaciones señalaron que a veces, y pese a no estar permitido, suelen poner aceite en el interior de los pontones con el objetivo de proteger el material y como una forma de mantenimiento del mismo. Si dicha hipótesis se confirma, se puede suponer que al no haberse destapado la válvula que lleva el pontón se generaron gases explosivos en su interior. Eso, sumado al calor que habría producido la utilización de una amoladora -o una soldadora-, provocó el estallido.
Hasta el momento no hay certezas de lo que produjo la explosión que casi le cuesta la vida a un trabajador pesquero; sin embargo, desde las diferentes áreas de las fuerzas trabajan para determinar si se trató de una actitud negligente de quienes realizaban el mantenimiento de la embarcación, en ese sentido desde Lacustre realizarán una reunión con los dueños de los 50 catamaranes que actualmente son utilizados para uso comercial.
Los controles
Según confirmó el jefe de la División Lacustre y Fluvial, Sánchez Rosado, las inspecciones generales de los catamaranes se realizan cada dos años, mientras “los controles rutinarios se efectúan en cualquier momento”. Personal de Lacustre tiene un scanner donde detecta si los pontones están aptos o deben cambiarse. Cada pontón está dividido con 4 o 5 tubos, si uno de estos sufre un daño la embarcación seguirá flotando. Desde la utilización de este tipo de material, sumado a los controles, hace más de 15 años que en el dique no hay un siniestro de gran magnitud.
Fuente: El Tribuno