- Hola, buenas noches. ¿Cómo estás?
- Hola, que tal, estoy muy mal, indignada con esta gente que sigue amenazándonos.
- Contanos por favor, ¿qué pasó?
- Estábamos marchando por el barrio (Santa Ana III) y cuando pasamos por el frente de la casa de uno de los detenidos, los M...., desde adentro comenzaron a los tiros. Encima, la policía en vez de protegernos se puso del lado de ellos. Como tienen gente en la fuerza y contactos piensan que pueden vivir así, sin que nadie les diga ni haga nada.
La voz más bien juvenil, cargada de dolor y tristeza es de Belén, la joven ultrajada en la madrugada del lunes 23 de abril en la zona sur de la ciudad. Luego de ser violada y golpeada los depravados la creyeron muerta. Del hecho participaron tres personas, dos de ellos detenidos e imputados, y un tercero que sigue en calidad de prófugo. Sobre los aberrantes episodios a los que milagrosamente sobrevivió, en diálogo con El Tribuno,Belén decidió contar el horror de esa noche cuando junto a otra joven fue a una reunión de amigos en el barrio Intersindical.
Comenzó su relato en estos términos: "El dueño de casa donde nos juntamos, Facundo Z..., la invitó a mi amiga a través de Facebook y ella me preguntó si quería ir. Acepté y salimos de mi casa a las 21.30 más o menos. Cuando llegamos estaba el dueño y dos amigos más a quienes conocemos". Hasta ese momento nada hacía presumir lo que ocurriría más tarde. "Un ratito antes de las 12 de la noche o incluso a esa hora llegaron los dos muchachos, a quienes el dueño de casa estaba esperando. Los chicos que estaban con nosotras decidieron irse porque no les caían o una onda así", refirió.
Se suponía todo debía marchar en paz y armonía, sin embargo un hecho particular dio paso a una pesadilla que la joven jamás imaginó podría resistir. "En un momento me levanté para ir al baño, y cuando volví advertí que me habían robado el celular. Eran cerca de las cuatro cuando le dije a mi amiga que nos fuéramos, estaba mal porque me habían robado y el que me sacó el celular fue M. M. -menor de edad- mientras tanto el otro, A. B. -mayor- trataba de hacerme la cabeza de que su amigo no había sido".
El horror
Sin ganas de seguir en el barrio Intersindical, zona sur de la ciudad, Belén se dispuso volver a su casa. Lo que pasó a partir de ese momento lo contó así: "Estábamos saliendo los cuatro -Belén, A. B., el dueño de casa y la otra joven- cuando Facundo Z le pidió a mi amiga que dejara que nos fuéramos solos. Ella se volvió diciéndome que ya nos alcanzaba y me dejó sola con A. B. Éste supuestamente me acompañaría hasta la parada, y cuando llegamos me pidió que le convide fuego. En eso sentí que me agarraron del cuello pero de una forma tan particular que no podía gritar. Estaba sola, sin poder moverme, el único local abierto a esa hora era McLucas".
La atrocidad estaba al caer. Mientras la víctima intentaba liberarse, sintió la llegada de un auto oscuro y no pudo divisar la marca ni el color. En medio del escalofriante relato, mezclado con momentos de furia pero sobre todo con una profunda angustia, manifestó lo siguiente: "A. B. me agarró de adelante y me subieron por la parte trasera del auto. No dejaba de ahorcarme mientras M. M., que estaba en el asiento del acompañante se reía, el tercer tipo que aún no atraparon era el que manejaba. Comenzaron a golpearme, lo único que podía expresar eran gemidos que no llegaban a ser gritos. Después me desmayé y desperté en medio del monte".
Ultrajada y casi sin movilidad, al cabo de algunas horas Belén despertó sin saber qué le había pasado. Estaba desnuda, mojada, ensangrentada y sin movilidad. "Desperté y estaba boca abajo, con la cabeza entre los yuyos. Muy dolorida, no podía abrir uno de los ojos de tan hinchando que lo tenía, igual que la boca. De a poco fui recordando y de golpe me dio muchísimo miedo, pensaba que si esos tipos volvían podían matarme. Sabía que tenía que levantarme y comencé a arrastrarme", comentó.
La creyeron muerta
Ultrajada y humillada llegó a una casa en Santa Ana III. Tras golpear la puerta una señora a quien la víctima conoce no logró reconocerla. "Me preguntó quién era y le dije mi nombre, salieron sus hijos e inmediatamente pidieron ayuda", dijo. A Belén le habían robado sus pertenencias.
"Los investigadores fueron al lugar donde me dejaron creyendo que estaba muerta y encontraron mi anillo, la tarjeta Saeta y hasta el momento no apareció mi celular ni el tercer hombre", refirió.
"En el auto pensé que me matarían, que iba a ser una más de tantas. En el descampado, después de unos minutos, le pedí a Dios que me ayudara; le dije diosito ayudame por favor. Me pare despacio, por mi cabeza pasaba que si me volvían a ver esos tipos iban a matarme. Dios me dio fuerzas para salir de ese lugar".
Con ayuda psicológica y mejorando a diario físicamente, Belén manifestó su firme decisión de siguir con su lucha y con las marchas para que el horror que sufrió no se repita.
La marcha se interrumpió a los tiros
Lo primero que la joven de 18 años, víctima de abuso sexual y golpes, denunció en diálogo con El Tribuno fue lo ocurrido el lunes por la noche cuando junto a familiares y amigos marcharon por las calles del barrio. “Estábamos pasando por la casa de uno de los detenidos, M. M., y desde adentro comenzaron a los tiros. Los policías que estaban en el lugar lo único que hicieron es defender a los delincuentes que no dejaban de tirar”, expresó profundamente disgustada Belén.
Encapuchada no quiso perderse la segunda marcha que gente de su barrio realizó, en la primera estaba internada en la clínica Güemes. “Y todo lo que me hicieron a mí, dónde estaba la seguridad en ese momento, dónde estaban los policías”, agregó la víctima. Al igual que la primera vez que marcharon en la zona sur, el lunes iban a realizar el mismo recorrido sin embargo la movilización se vio entorpecida y terminó muy mal.
“Cuando vimos que se pusieron a defender a la familia del delincuente los muchachos no dudaron y reaccionaron, en ese momento los policías abrieron fuego y golpearon a varios de los chicos que estaban en la marcha, incluso detuvieron a mi tío”, le contó a este medio Belén y agregó: “La verdad que a estos tipos no les tengo miedo, mucha gente me demostró que no estoy sola. Son ellos los que deberán temer porque vamos a seguir pidiendo justicia. Estoy con mucha bronca porque la familia de los delincuentes sigue con las amenazas, lo hicieron en la primera marcha y también ahora”, concluyó la víctima.
Fuente: El Tribuno