Marcelo Pérez tiene 41 años y un hijo de 15. Hoy fue a atender su farmacia en el microcentro, como todos los días. Casi todo fue igual, salvo que anoche no durmió. No pudo. Daniel De Negris Rodao, el cerrajero asesinado ayer por un abogado asaltado por motochorros, murió en sus brazos.

"Le salía mucha sangre. Estaba tirado boca abajo, acá, en la vereda, y cuando me acerqué vi el agujero del balazo en la campera más bien hacia abajo. En la espalda más cerca de la cintura. El me miraba como pidiendo ayuda pero no podía hablar. Parecía como si tuviera catarro; se estaba ahogando", contó Pérez a Clarín esta mañana, en su farmacia de San Martín al 500, casi esquina Tucumán.

"Entonces lo agarré del brazo y le dije: 'dale, respiremos juntos', y empecé a respirar hondo, pausado, como para que él me siguiera. Y él lo intentaba, pero no podía. Todavía me miraba y yo le decía: 'dale, aguantá que ya viene la ambulancia', y él trataba de seguirme, pero no pudo y se fue, pobrecito...".

El farmacéutico dice que la situación duró "unos 6 ó 7 minutos", hasta que llegó la ambulancia, y que entonces se dio cuenta de que el hombre había muerto.

"Después la Policía cerró la calle y yo me vine para la farmacia y seguí atendiendo. Estaba como shockeado y actuaba como si nada. Pero después me empezó a caer la ficha y me sentí mal. Llegué a casa y empecé a escuchar de nuevo los tiros y a recordar la mirada del hombre que se moría; la forma en que me miró no me la puedo sacar de la cabeza".

Marcelo dice que piensa en "la hija de Daniel". Hoy supo que el hombre que murió a su lado, en la vereda, se llamaba así. Y que tenía una hija de 11 años.

"¿Cómo le vamos a explicar a esa chica que para defender un fajo de papeles un tipo disparó en plena calle y mató a su papá? ¿Cuánto vale una vida? ¿50.000, 200.000 dólares, cuánto? La verdad es que estamos muy locos, muy violentos, estas cosas no deberían repetirse porque la vida no tiene devolución".

Fuente: Clarin