Una mujer de 41 años fue condenada por un tribunal de la localidad cordobesa de Cruz del Eje a 23 años de prisión, por haber instigado a través de un posteo en la red social Facebook, un ataque contra su ex pareja y acusarlo de abusar de una de sus hijas.
El episodio tuvo lugar en agosto de 2017, cuando Flavia Saganías (41) denunció a Gabriel Fernández por abuso sexual contra una de sus hijas (8), fruto de una relación anterior. Sus sospechas tenían fundamentos: había detectado que la nena, no sólo se mostraba muy enojada y no hablaba con casi nadie: por las noches se despertaba gritando “qué asco, qué asco, no quiero”.
Saganías, junto a uno de sus cinco hijos ( Facebook).
Había, además, antecedentes de violencia contra Flavia, por eso la justicia le había dictado una orden de restricción. Una psicóloga, entonces, le sugirió a Flavia que, como la nena no le contaba lo que le pasaba, la hiciera dibujar. Flavia le pidió que dibuje a Fernández y ella dibujó dos manos grandes y un pene.
Con el dibujo que la niña había realizado, Flavia fue a la justicia de Cosquín. “La nena no quiso hablar, no se dejó revisar. Cuando volví yo tenía más miedo de que Fernández tome represalias. Él violaba la orden de restricción. Ahí fue cuando hice el famoso escrache”, relató Saganías durante el juicio.
Una trabajadora social determinó en 2017 que “no había signos de abuso” en la menor y, sólo dos meses después de haber sido presentada la denuncia, el juez archivó la causa, que se tramitaba en los tribunales de Cosquín.
Frustrada por el revés judicial, Flavia realizó un posteo en Facebook: “Este abusador de niños, denunciado en la fiscalía de Cosquín, sigue suelto. Un violador más que sigue libre entre nuestros niños. Se llama Gabriel Fernández y vive en calle Pampa al fondo. Por favor difundir. Cuidémonos entre nosotros ya que la justicia no hace nada”. La publicación estuvo en línea pocas horas: fue denunciada y se dio de baja.
El padre de la niña, que vive en el exterior, se enteró de la publicación de Facebook y se comunicó con el hermano de Flavia para pedirle que averiguara qué había pasado con su hija. El hermano y la madre de Flavia, que vivían en González Catán, decidieron entonces viajar a Córdoba.
En declaraciones públicas, Emiliano Saganías -el hermano de Flavia- dijo que al llegar allí se encontraron con una persona “totalmente drogada que salió a la puerta con un arma” y comenzó una pelea. La vivienda de Fernández resultó incendiada y él recibió fuertes golpes: de acuerdo a su declaración judicial, lo dejaron atado y fue violentado.
Por ello, y basados en el testimonio de Fernández, la justicia cordobesa considera que se trató de un caso de justicia por mano propia instigado por Flavia. Según se desprende de la causa, la publicación que ella hizo en Facebook habría sido el punto de partida de un plan que Flavia ideó para perjudicar a su ex pareja y que concretaron su hermano y su madre.
Flavia sostiene que las pruebas que utilizaron para condenarla son falsas y el movimiento de mujeres exige su absolución. Durante el juicio, Saganías aseguró que hacía tiempo que ella no mantenía diálogo con su madre ni con su hermano.
En tanto, para el tribunal de Cruz del Eje la mujer fue instigadora del ataque, y su madre junto a su hermano, coautores del hecho. Se la encontró culpable de incitar los delitos de “tentativa de homicidio agravado por el vínculo, por ensañamiento y por el concurso premeditado de dos o más personas, en concurso ideal con abuso sexual con acceso carnal agravado en grado de tentativa e incendio en concurso real”. El delito de instigación, en general, tiene penas muy parecidas al delito que se instiga.
El hermano y la madre de Flavia, que quedaron detenidos luego de cometer el ataque contra Fernández, obtuvieron la misma condena que ella (23 años).
“¿Con quién quedan mis hijos? ¿Con quién quedan mis hijos? ¡Por favor que nadie se lleve a mis hijos!”, gritó Flavia llorando al salir esposada de la la sala de audiencias, luego de saber que había sido condenada a 23 años de prisión.
El caso abre varios interrogantes. Por un lado se plantea si fue abordado desde una perspectiva de género y se cuestiona por qué no se tomó en consideración el hecho de que Flavia tuviera cinco hijos, de quienes es el principal sostén económico y emocional. Por otro lado, se presenta la cuestión de los linchamientos y escraches como respuestas colectivas que surgen ante la falta de investigaciones judiciales.
En los fundamentos de la condena se asegura que durante los días en los que se desarrollaba el juicio, Flavia Saganías “seguía con los escraches por toda Capilla del Monte. Esa conducta impermeable y ciega se compadece con el rol de instigadora”.
Se apela a supuestos indicios, como el hecho de que Saganías recibiera una foto del cuerpo herido y golpeado de Fernández luego del ataque, imagen que le envió su hermano. “Recibió dicha fotografía como prueba del cumplimiento de lo instigado”, dedujo la justicia. La mujer “tenía mucho temor de perder a sus hijos, por ello es que aparece como coherente que haya planificado la instigación”, se sostiene.
Otro de los indicios sobre los que se fundamenta la condena es la presencia de un perro en la casa de Saganías luego de cometerse el ataque contra Fernández. Este animal, que tenía por costumbre seguir a las personas que conocía, había pertenecido a Flavia pero vivía con Fernández.
“Se puede deducir, desde la lógica y el sentido común, que el animal se fue siguiendo a su anterior dueña Flavia Saganías, quien probablemente se encontraba esperando en el vehículo”, que transportó a su hermano y a su madre hasta la vivienda de su ex pareja. “Ello encastra claramente en su rol de instigadora, de querer aparecer alejada de la escena ejecutiva del delito, de haber guiado a los coautores”, se expresa en el fallo.