Luego de que efectivos de la Policía de la Ciudad la detuvieran anoche, Angélica G. no dijo demasiado, se mostró tranquila y colaborativa con los efectivos que la llevaban y traían, se sentó en el calabozo y esperó con la ropa ensangrentada, luego de ser acusada de degollar a su hija de nueve años en plena calle.
Angélica, de 48 años, concubina de un portero con el que convivía en la zona, había corrido nerviosa luego de que el dueño de un Volkswagen Suran sobre la calle Terrada le gritara al verla empujar su auto poco después de las 20 horas.
“Eh, ¿qué hacés?”, gritó el hombre, que se acercó a su vehículo. La niña estaba ahí, ya muerta con un profundo corte en la garganta, entre dos autos: Angélica habría intentado empujar la Suran para que el cuerpo no fuera visto, apuntan fuentes policiales.
El hombre llamó al 911, una ambulancia del SAME acudió al lugar así como efectivos de la policía. La menor fue trasladada al Hospital Álvarez, en donde se constató el fallecimiento. Mientras tanto, un vecino le mostraba a los uniformados que llegaban a la escena una filmación tomada por su cámara de seguridad: la cámara mostraba el crimen mismo. Angélica, por otra parte, no estaba lejos.
Una mujer policía que había visto la filmación la encontró y le dio la voz de alto, la mujer descartó el cuchillo que llevaba al oírla, lo lanzó al jardín de un edificio vecino. Quedó arrestada en el acto: en su bolsillo estaba el DNI de su hija.
Lo cierto es que otros policías de la zona la habían visto con la niña minutos antes del crimen, a 300 metros de donde finalmente mataría a la menor. Angélica preguntaba mientras llevaba a su hija de la mano “dónde había un hotel para parar”. “Busque en la calle Yerbal, hay varios hoteles familiares”, le indicó un efectivo.
Por lo pronto, fuentes en la Policía de la Ciudad aseguran que Angélica había sido víctima de violencia de género a manos de su pareja y padre de sus hijos, Alfredo, damnificada en al menos un sumario que fue presentado en febrero de este año, denuncias de lesiones que no habrían podido ser comprobadas.
Otros investigadores apuntan que Angélica sería paciente ambulatoria de un hospital psiquiátrico porteño con un diagnóstico de depresión y angustia, que se habría negado a internarse y que sufriría una enfermedad en uno de sus ojos.
De vuelta en su casa a pocas cuadras de la comisaría donde su mujer está arrestada, Alfredo es quien le hace las preguntas a Infobae mientras habla a través del portero eléctrico y esquiva dar respuestas. Vecinos en el barrio hablan de una relación conflictiva entre él y su mujer en una casa con dos perros y siete gatos, sospechas de esa violencia de género que fue denunciada, hablan del suicidio de la madre de Angélica.
A través del portero, Alfredo, que declaró, asegura: “Anoche mi mujer y mi hija salieron a comprar alfajores y no volvieron. A las 22.30 me enteré lo que había pasado”.