Si algo caracteriza al negocio de la droga es su constante transformación, su capacidad de mutación. Desde hace algunos años, el narcotráfico sigue buscando alternativas para ingresar la droga desde Bolivia hacia la Argentina. Los (escasos) controles en los pasos fronterizos de Salvador Mazza y Aguas Blancas obligaron a las bandas narcotraficantes a explorar nuevos terrenos, otras zonas y otras modalidades, y el lugar elegido fue el Chaco salteño.
“Por acá, muchas veces se pueden ver motos que pasan cerca de San Victoria. Son motos grandes, de competición, y se mueven en grupos”, dijo Moisés Balderrama, intendente de Santa Victoria Este.
A lo que el jefe comunal hace referencia es a las bandas que, a través de la frontera con Bolivia, buscan ganar kilómetros de terreno para evitar los controles que las fuerzas de seguridad despliegan sobre las rutas nacionales y provinciales.
Para evitar los controles, grupos de entre cinco y diez personas, a bordo de motocicletas de competición, logran sortear el difícil territorio del chaco salteño e ingresar la droga al país. Según el testimonio de los habitantes de la zona, cada vez que estos grupos se encuentran con personal de seguridad, inmediatamente comienza una balacera sobre los uniformados, agravando cada vez más la situación cerca de la permeable frontera norte.
De lugar de paso al consumo
Santa Victoria Este, la ciudad más importante de la zona, convertida ahora en un punto de la ruta del narcotráfico, dejó de ser solo un lugar de tránsito y la droga, de a poco, empieza a ser, junto con la desnutrición, uno de los principales problemas.
Hasta hace poco tiempo, la droga no era un problema para los pobladores, principalmente para los jóvenes de esa región de Salta. Sin embargo, el paso de las organizaciones narcos por la zona hizo que el consumo de drogas entre integrantes de las comunidades originarias y de criollos empiece a ser un problema, un elemento cotidiano.
Así lo hicieron saber, unas semanas atrás, varios de los caciques de las comunidades, cuando denunciaron el fuerte incremento en el consumo de marihuana, que llega desde Paraguay y cocaína y pasta base, provenientes de Bolivia.
En octubre se conoció un caso que estremeció a todos: los medios difundieron la imagen y la historia de un padre había encadenado a su hijo para que dejara de consumir. “El chico estaba totalmente enloquecido con esa porquería que le venden unos vecinos”, relató el hombre, desesperado.
“En Santa Victoria estamos teniendo un problema que nos preocupa a todos y tiene que ver con el consumo de drogas por parte de los chicos”, indicó el jefe comunal, reconociendo la problemática que ya padece la zona. Incluso, hace unos días hubo cortes sobre la ruta 5, en el acceso a Santa Victoria, que llevaron adelante caciques reclamando sobre la temática.
Balderrama afirma que es “muy difícil” para las fuerzas de seguridad controlar a las comunidades, ya que en todo el departamento hay unas 100 comunidades indígenas distribuidas en todo el territorio.
Mientras, el narcotráfico continuará haciendo estragos en las ya golpeadas comunidades indígenas. La histórica ausencia del Estado vuelve a tener consecuencias.