Un siniestro ferroviario de responsables no punibles hasta el momento generó en las últimas horas otro episodio que movilizó a la fuerza pública: el robo hormiga de la carga de uno de los vagones siniestrados. El suceso, algo inexplicable en los primeros momentos, con el correr de las horas se fue convirtiendo en el departamento Orán en algo más de las maratónicas hazañas de los llamados bagayeros.
Esta vez un pequeño batallón de bagayeros en horas de la noche subrepticiamente llegó hasta uno de dos vagones cargados con decenas de toneladas de azúcar, que no habían podido ser removidos del lugar del siniestro ferroviario.
Uno de estos vagones estaba sobre las vías destruidas pero debajo de él estaba el cauce del río Colorado. El otro vagón que no había podido ser removido estaba también sobre el lecho del río, pero en un lugar donde la corriente de agua era somera.
En la noche, y a pesar de la vigilancia que montó la Policía de Salta y una empresa privada de seguridad del ingenio El Tabacal, contratada por la firma azucarera, un batallón de bagayeros "comando" ingresó por el monte colindante y retomó por el lecho del río hasta llegar a uno de los vagones donde volaron los sellos, candados y precintos y abrieron la compuerta.
Tras esta maniobra, según una fuente del lugar, los expertos se retiraron y dieron paso a los saqueadores que en cuestión de minutos comenzaron primero a transportar los fardos de azúcar compuestos por 10 paquetes de un kilo cada uno hacia la orilla donde otro batallón de hormigas humanas lo hacía desaparecer en la calurosa noche norteña.
La versión folclórica que ayer circuló por el departamento Orán es que apenas comenzó a clarear comenzaron a llegar personas al lugar, anoticiadas quizá del gran golpe de la madrugada y se llevaron lo que quedó en las orillas.
Inmediatamente la policía puso fin al saqueo y descubrió en la montuosa orilla varios acopios.
En total, dijo la fuente, se hallaron unos 500 kilos de azúcar abandonados en distintos puntos del monte, lo que mostró la magnitud del saqueo nocturno de una carga aparentemente bien custodiada.
"Los mejicaneros de Orán se animan a cosas increíbles y este golpe nocturno fue una dulzura para ellos", bromeó la fuente ayer consultada.
No hubo detenidos y ni siquiera sospechosos
Hubo motos
El saqueo fue sobre uno solo de los vagones caídos en el puente ferroviario de Pichanal
Los policías que custodiaban fueron distraídos por extraños -se dijo-, mientras eso pasaba en una de las puntas del puente siniestrado, otros saqueaban los fardos de azúcar.
Pero también en el lugar había seguridad privada, confirmaron. Cuando los guardias se percataron de los movimientos del batallón de "bagayeros azucarados", éstos ya habían acopiado en la maleza el botín.
Luego se reportó el andar incesante de motocicletas que iban y venían de las inmediaciones transportando los fardos hasta que amaneció.
El siniestro de un convoy azucarado
Las causas del colapso de la estructura no tienen aún explicación.
El siete de diciembre fue un día histórico para los habitantes de Pichanal.
La reactivación del Belgrano Cargas mostró su peor arista.
Un puente ferroviario construido hace más de cien años y supuestamente reparado y puesto en condiciones impidió el paso de un carguero con cientos de toneladas de azúcar, que no pudo salir siquiera de su lugar de origen.
El puente ferroviario sobre el río Colorado colapsó justo cuando pasaba el tren.
El siniestro ferroviario no produjo víctimas ni heridos de gravedad.
El puente cedió ante el peso de la formación.
Según informó la Policía a El Tribuno, esa mañana, el convoy carguero se dirigía desde El Tabacal hacia Pichanal con 13 vagones que transportaban azúcar y al pasar por el puente la estructura cedió.
El llamado al 911 alertó sobre lo sucedido cerca de las 11. El maquinista procedió a desenganchar la locomotora. Afortunadamente salió ileso del accidente.
Sobre el puente quedaron dos vagones sin poder ser encarrilados.
Y días después la carga de azúcar que se encontraba en uno de ellos fue saqueada.