Tras alejarse del Partido Obrero y conformar un monobloque en la Cámara Baja denominado “Planifiquemos Salta”, Arturo Borelli, a través de un comunicado, dijo que sintió la necesidad de dar un paso al costado debido a que no comparte los métodos de construcción del espacio.
En ese sentido, explicó que la izquierda conoce en profundidad los problemas que afectan a la provincia y al país pero casi no desarrolla un programa socialista como propuesta a la crisis sino que se abocan a planteos sindicales o a ofrecer consignas aisladas.
En la oportunidad, rechazó rotundamente los dichos del diputado Del Plá, quien manifestó que su partida fue una resolución intempestiva. “Hace más de un año saben mis divergencias”, sostuvo.
Sobre su posición con respecto a Venezuela, señalada como uno de los motivos de su alejamiento, aclaró que no apoya a Guaidó - reconocido como mandatario interino por más de 50 gobiernos - y rechaza la injerencia norteamericana pero también cree quela izquierda debe condenar el atropello de los derechos humanos.
Al ser consultado sobre la exigencia del Partido Obrero para que renuncie a su banca, manifestó que no dejará su lugar y continuará defendiendo los intereses de los trabajadores y la población en general. “Soy tan dueño de la banca como el partido, mi compromiso es con Salta y mis ideas, antes que con ellos”, expresó a InformateSalta.
Por último, señaló que la conformación de un monobloque no implica la estructuración inmediata ni de un nuevo partido ni fuerza electoral, y aclaró que “por ahora no piensa en candidaturas”.
Comunicado de Arturo Borelli
Sobre mi ruptura con el Partido Obrero
La decisión política más difícil se me ha presentado como ineludible. He intentado desde mi primer día de vocero público ser totalmente honesto y frontal con el pueblo de Salta. Hoy me toca reconocer públicamente la necesidad de dar un paso al costado de la organización de la que fui parte, y a la cual aporté lo máximo posible en estos últimos 13 años. A continuación mi posición:
La situación del país y el rol de la izquierda
Empecé mi militancia en 2006, convencido de que la próxima crisis económica capitalista llevaría a la izquierda a una posición de poder, a una respuesta frente al descalabro de un capitalismo argentino chico, primario, con una industria débil y de escala pequeña.
Es claro que Argentina es un gran perdedor histórico y lo seguirá siendo mientras no se plantee una solución estructural a estos problemas. Ajustarse indefinidamente para pagar la deuda o para competir en el mercado mundial devaluando el peso, son recetas que fracasan una y otra vez, que enriquecen a unos pocos sectores y que nos llevan a nuevos ajustes y nuevas deudas.
La solución no puede ser sólo el rechazo a estas medidas sino que debe haber una respuesta integral: con planificación económica clara pero también con una plena conciencia sobre los recursos naturales esenciales. Es necesario un sistema crediticio viable, una propuesta frente al boom del litio, de las energías renovables y a las necesidades que impone el cambio climático.
La izquierda está compuesta por organizaciones de no menos de cuarenta años en la escena política. Conocen en general estos problemas mejor que quien escribe, sin embargo casi no desarrollaron un programa socialista como propuesta a la crisis sino que se han abocado a planteos sindicales o a ofrecer consignas aisladas cuya aplicación nunca es explicada.
Mis ex compañeros son gente luchadora, defensora acérrima de los trabajadores y de lo que consideran justo, pero sus métodos de construcción no los comparto ni creo que pueda modificarlos. Esto lo he dejado plasmado por escrito en varias oportunidades e incluso al renunciar.
(...)
Sobre algunos trascendidos, no apoyo a Guaidó en Venezuela y rechazo la injerencia norteamericana. Pero también creo que la izquierda debe condenar el atropello de los derechos humanos. Que en otros países la situación sea peor, no es pretexto para no cuestionar las políticas que llevaron al hambre y la opresión del pueblo venezolano.
Por último: la posición de parlamentario no puede ser un lujo ni un trampolín para el ascenso social. Quienes me conocen saben cómo soy y cómo vivo. Los parlamentarios deberían ganar un sueldo acorde a su función, sin igualar para abajo ni superar el salario de un trabajador calificado. Mientras eso no esté establecido por ley, donaré el porcentaje restante a organizaciones sin fines de lucro y a aquellos sectores que estén en pie de lucha, hasta finalizar mi mandato. Luego de lo cual retomaré mis tareas profesionales sin abandonar mi militancia