Horacio Rodríguez Larreta está enojado. Eso dicen quienes lo rodean, aunque, fiel a su estilo, no se le nota demasiado. Aun así, se lo vio enérgico en su conferencia de prensa de ayer para anunciar que no apoyará ni a Sergio Massa ni a Javier Milei en el balotaje porque “las dos opciones son malas” e incluso para criticar a Mauricio Macri y a Patricia Bullrich por su pacto con el candidato libertario.
Allí admitió su “claro malestar” por la actitud del ex presidente y la titular del PRO de mantener “reuniones secretas, a medianoche, y acuerdos que no se saben qué son”. Incluso fue más allá al enfatizar que “Macri le dio aval a la palabra de Milei durante la campaña y eso mismo le dijo Bullrich quejándose, no es cosa mía”. Aun así, públicamente y en privado, Larreta no quiere caracterizar como una ruptura lo que sucedió en el PRO y en Juntos por el Cambio. Ante su entorno, admitió que su gran preocupación es cómo administrarán el poder los gobernadores, los intendentes y los legisladores de JxC en el futuro gobierno, gane quien gane, si se mantiene el escenario de fractura.
Allegados al jefe de Gobierno creen que la decisión “inconsulta” de Macri y Bullrich dará una oportunidad, luego del balotaje, para pensar en una nueva alternativa opositora que sume a la fracción del PRO que él lidera, la UCR, la Coalición Cívica y otras fuerzas como Encuentro Republicano Federal, Confianza Pública, el Socialismo y el GEN. Y le endilgan la principal responsabilidad de la división de JxC a Macri: “Así como apuntó contra Horacio para hacerlo perder la interna, ahora cumplió su sueño de sacarse de encima a la UCR y a la Coalición Cívica”, interpretan.
Nadie se olvida de que Macri culpa a sus socios de Juntos por el Cambio por no haber podido avanzar en reformas más profundas durante su gobierno, sobre todo debido a los “reflejos populistas” de los radicales. Y su sintonía con Milei está centrada justamente en que lo considera con la suficiente decisión como para hacer los cambios que requiere la Argentina. Por algo luego de que el libertario declaró que pensaba “meterse en el sistema y dinamitarlo desde adentro”, el ex presidente dijo ante empresarios del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (Cicyp), en abril pasado: “Yo creo que hay que dinamitar, bueno, semi-dinamitar todo, no absolutamente todo”.
Pese a todo, aseguran que Rodríguez Larreta rescata a Bullrich, con quien pudo reencarrilar su traumática relación después de las PASO y terminó haciendo campaña por ella y designado como jefe de Gabinete de su eventual gobierno. “Patricia se dejó llevar por Mauricio, que es el verdadero inspirador de este acuerdo; no sabemos qué le pasó”, afirmaron cerca del alcalde porteño.
Luego de la reunión secreta e inconsulta de Macri y Bullrich con Milei, y ya con la decisión tomada de la titular del PRO de anunciar su respaldo al libertario en una conferencia de prensa, la tensión se instaló en la casa de Bullrich en Palermo cuando convocó una hora antes a un grupo de referentes del partido: según algunos de los presentes, el ex presidente y la jefa del PRO hablaron durante media hora sobre la necesidad de fijar una postura ante el balotaje, pero sin mencionar lo que todos habían leído en los diarios: el encuentro secreto con Milei. El polémico tema apareció recién a partir de una pregunta de Vidal que tensó el ambiente: “¿Pero ustedes se reunieron o no con Milei?”.
Sólo en ese momento Macri y Bullrich lo admitieron, sin dar muchos detalles, y lo justificaron como una estrategia para evitar la continuidad del kirchnerismo. En un clima de tirantez, Larreta expresó sus diferencias con Milei y con Massa y le pidió a Bullrich que en la conferencia de prensa aclarara que su apoyo al libertario era a título personal. Enseguida estalló Ignacio Torres, el gobernador electo de Chubut: “Recién me entero de la reunión con Milei. Quiero saber por qué estamos deliberando sobre algo que ya tienen decidido”, se quejó. “Fue algo informal”, le contestó Bullrich, incómoda.
Mientras transcurría ese encuentro, en cambio, desde el PRO y La Libertad Avanza dejaban trascender que el pacto rubricado entre Milei, Macri y Bullrich no sería tan informal: contempla integrar los equipos, hacer campaña lo más juntos posible, contar con la ayuda de “los halcones” para fiscalizar el balotaje, diseñar un gabinete con espacios compartidos y definir medidas de gobierno consensuadas.
Otro dato que llamó la atención entre los larretistas fue que en la reunión del martes en la casa del ex presidente, una vez que Milei, Macri y Bullrich se pusieron de acuerdo, ante la presencia de los libertarios Guillermo Francos y Karina Milei, a las 23.30 en punto llegaron dos invitados de Macri: Cristian Ritondo y Diego Santilli. Fueron clave para profundizar, sobre todo, el tema de la fiscalización de los votos en la provincia de Buenos Aires, algo que Luis Barrionuevo se comprometió a asegurar con sus militantes en las elecciones, pero que no habría cumplido tal como se esperaba.
La presencia de Ritondo no sorprendió: tiene trato personal con Milei desde hace mucho y su nombre circulaba como presidente de la Cámara de Diputados si el libertario llega a la Casa Rosada. En el caso de Santilli, es un larretista que volvió a tener cobijo en el macrismo-bullrichismo por haberse sumado activamente a la campaña de la ex ministra de Seguridad pese a haber perdido las PASO.
“El Colo”, amigo de Ritondo, fue beneficiado con su regreso al GPS de Macri. Hoy, se diferencia de Larreta en que tiene una postura más contemplativa respecto de un apoyo a Milei en el balotaje. Por ahora se mantendrá en silencio, pero no comparte la misma posición “equitativa” de Larreta.
Ante sus allegados, Larreta criticó a Macri y Bullrich por su jugada, pero se resiste a reconocer que el PRO está roto y no revela si apunta a armar otra coalición política sin sus pares promileístas. Por ahora, aunque reconoció que “las tensiones son obvias”, el jefe de Gobierno resaltó que su objetivo es “mantener la mayor unidad posible” del espacio opositor. Lo dijo, de todas formas, el mismo día en que Juntos por el Cambio pareció empezar a romperse en mil pedazos.