La foto de Alberto Fernández sentado en su despacho de la Casa Rosada, acompañado por su pareja, Fabiola Yáñez, y su hijo, Estanislao Fernández, dio vuelta la web. Pero el resto de la sede de gobierno no está para los flashes.

Con obras a medio hacer y algunas modificaciones cuestionables (como la reconversión del Salón Azul en oficinas con cubículos), la Casa Rosada abrió sus puertas este martes para el nuevo Presidente, que fue recibido por el personal y por la decoración navideña, aunque el arbolito estaba casi desnudo.

Durante los cuatro años de gobierno macristas se hicieron varias obras, desde la restauración del tapiz de San Martín y del Patio de las Palmeras hasta la construcción de un baño en el segundo piso, pero al tratarse de un edificio tan antiguo todavía falta mucho por hacer, como reparar los ascensores (funciona uno además del presidencial) o el sistema de aire acondicionado (que no llega a todas las oficinas), indicó Minuto Uno.

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