El ministro de Economía, Sergio Massa, se encontrará hoy con Mike Pyle y Juan González, consejeros de Seguridad Nacional de Joseph Biden, para avanzar en una hoja de ruta vinculada al Fondo Monetario Internacional (FMI), a la estabilidad institucional en la región, y a la seguridad alimentaria y energética, que están bajo amenaza por la guerra en Ucrania y los efectos del cambio climático.
El conclave entre Massa, Pyle y González fue organizado por Jorge Argüello -embajador en DC- y tendrá como escenario a la representación diplomática de la Argentina en Washington, ubicada a pocas millas de la Casa Blanca.
El jefe del Palacio de Hacienda y los dos consejeros da la administración demócrata ya se conocen, y el objetivo de la reunión es profundizar la agenda económica y política que quedó establecida durante la reunión entre Alberto Fernández y Biden.
La grave sequía afectó el cumplimiento de las metas acordadas con el FMI. Ya se modificó el compromiso atado a las reservas del Banco Central y en el Fondo consideran un hecho probable que el Gobierno proponga ahora modificar la meta vinculada al déficit fiscal. Como hay menos recursos, y la Casa Rosada no tiene intenciones de bajar la inversión pública, el déficit subirá más allá de lo acordado.
Alberto Fernández le pidió a Biden su apoyo para encarar la nueva negociación con el FMI, y el presidente de los Estados Unidos se comprometió a evitar que esa negociación profundice la situación económica del país. Sin embargo, en el tablero de la burocracia internacional, siempre es complejo ejecutar una orden política directa.
Los tecnócratas se apropian de la agenda del organismo multilateral que administran, y es necesario un seguimiento cotidiano para que las palancas institucionales sigan el compas de los policymakers. En este contexto, se entiende el cónclave que protagonizará Massa con Pyle y González, asesores de Biden en la Casa Blanca.
Pyle integra el Consejo de Seguridad Nacional en asuntos vinculados a la economía y las finanzas. Responde de manera directa a Jake Sullivan, titular del Consejo de Seguridad Nacional, y en términos de realpolitik tiene más poder que Janet Yellen, secretaria del Tesoro de los Estados Unidos. El tándem Sullivan-Pyle fue clave para lograr los acuerdos con el FMI, a pesar de la resistencia en bloque que hacían Yellen y David Lipton, un reputado economista del establishment de DC que se jubiló hace cuatro meses.
El consejero Pyle sabe como funciona el poder en Estados Unidos. Antes de llegar a la administración demócrata fue jefe de Estrategia Global de Inversiones de BlackRock, trabajó bajo las órdenes de Barack Obama y asesoró en la campaña presidencial de Hillary Clinton.
Pyle es un asset para Massa en Washington, al igual que Juan González, el consejero de Seguridad Nacional de Biden para América Latina. González tiene trato fluido con Massa -ha comido asado en su casa- y es clave para empujar la agenda regional que trataron Alberto Fernández y Biden durante su cónclave en el Salón Oval.
Ambos presidente coincidieron respecto a la necesidad de preservar la estabilidad institucional en América Latina, y González tiene suficiente poder interno en la Casa Blanca para ordenar la hoja de ruta que se fijó entre Alberto Fernández y Biden. El consejero nacional recorre toda la región y está en condiciones de influir en los principales despachos de la administración demócrata.
Massa necesitará que fluya la probable negociación de la Argentina con el FMI cuando haya que recalibrar las metas acordadas, y aspira a que el Capitolio trate -cuanto antes- la inclusión del país en el Sistema de Preferencias de los Estados Unidos. Asimismo, el ministro busca nuevas líneas de crédito en organismos multilaterales y la posibilidad de ampliar los volúmenes de exportación de energía y alimentos.
Pyle y González llegarán a la embajada argentina en DC para facilitar la ejecución de esta compleja agenda económica y politica. Cuando concluya el encuentro, Massa regresará a las sesiones de primavera del FMI para encontrarse con Gita Gopinath, subdirectora del Fondo. Al ministro le toca -de nuevo- trepar la cuesta en un escenario de alta inflación y suba del dólar.