Un nuevo caso de abuso sexual, pone en evidencia la corrupción que ampara la Iglesia Católica. Y es que, a la espera del juicio postergado por la pandemia, el obispo Gustavo Zanchetta volvió a a trabajar en la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), la inmobiliaria del Vaticano, pese a las denuncias por abuso sexual puestas en su contra.
Su polémico regreso hizo eco desde las mismas oficinas del Vaticano hasta a Orán, donde se originaron las denuncias.
Los curas que lo denunciaron habían renovado sus esperanzas en la Iglesia cuando el cuestionado religioso fue separado. Con este último movimiento de la cúpula de la Iglesia dudan sobre "si se busca la verdad" y miran con esperanza a la Justicia civil para "no quedar como difamadores".
El vocero del Vaticano confirmó la vuelta de Zanchetta al diario El País de España. "Esto no interfiere en la investigación", indicaron.
Su vuelta es leída como el último movimiento que terminó de cerrar el cerco de protección que, se acusa, comenzó en el 2015, con las primeras denuncias por abuso de poder, "comportamientos inapropiados a seminaristas", desmanejos económicos y fotografías comprometedoras. Si bien en aquel momento fue llamado por el Papa, regresó al obispado. "Se defendió bien", indicó el jefe de la Iglesia en una entrevista. En el 2017 cinco sacerdotes lo denunciaron nuevamente ante la Nunciatura por los mismos motivos por los que lo habían acusado dos años antes, pero que habían alcanzado "mayor gravedad". Los "comportamientos inapropiados" pasaron a lo que hoy la Justicia investiga como abuso sexual. Las denuncias terminaron sacándolo del obispado para terminar en el APSA.
En este punto se cruzan las versiones oficiales. Cuando este matutino destapó el caso y el Vaticano lo suspendió en el APSA, el entonces vocero del Vaticano dijo que Zanchetta había renunciado. Pero el Papa dijo que "lo mandó a llamar" y le pidió la renuncia.
"La única esperanza que nos queda es en la Justicia civil. No es que busquen la verdad, están viendo cómo arreglan la situación, cómo lo limpian. No se entiende nada. No cambió nada de cuando lo separaron a hoy", fustigó uno de los sacerdotes denunciantes, que pidió mantener su identidad en reserva porque "cada vez que decimos algo hay represalias".
El sacerdote aseguró que los otros dos religiosos que también denunciaron al obispo comparten la misma sensación.
Según lo informado por el Tribuno, mientras Zanchetta fue designado en la casa central de la Iglesia, tres de los cinco sacerdotes que lo denunciaron fueron removidos de sus históricos destinos y enviados a lugares periféricos en el norte. Eso provocó molestia en la comunidad eclesiástica de Orán, que defiende a los religiosos que "vio crecer". Los tres curas son originarios de Orán, mientras que los otros dos curas denunciantes son extranjeros que fueron acogidos por la ciudad.