uesta creerlo, pero la lejana localidad salteña de Rosario de la Frontera estaba, a finales del siglo pasado, en el top of mind de los argentinos de clase media y alta. Las aguas termales de su hotel eran famosas, al igual que las de Puente del Inca, el aire puro del Hotel Edén en las sierras cordobesas y tantas otras glorias que la Argentina perdió.
"Las Termas de Salta, bien merecen el nombre, pues al decir de los conocedores, comprenden la más singular, variada y extraña colección de aguas minerales, desde fría hasta cocer huevos introducidos en un pañuelo, y con disoluciones de fierro unas, de azufre otras, de sal, o de varias sales bautizadas y analizadas, Vichy, Seltz, etc., etc.." Con estas palabras, publicadas en diario El Censor, Domingo Faustino Sarmiento describió el sitio que lo recibió 9 de julio de 1886.
Turistas en el hotel termal de Rosario de la Frontera. Crédito: Gentileza AGN
Antes, los indígenas, luego los jesuitas y más tarde las huestes desahuciadas de Güemes, llegaron hasta aquí en busca de una cura para sus padecimientos o una suerte de desahogo para sus fatigas.
El sitio, ubicado a 7 km de Rosario de la Frontera y a casi dos horas de la capital salteña, surgió hace millones de años. Entonces, una falla geológica permitió que el agua subterránea saliera a la superficie desde unos 3.000 metros de profundidad. Desde ese remoto interior, atraviesa numerosas capas de tierra ricas en minerales -azufre, hierro, sílice, sal, entre otros- que la nutren hasta su destino final, donde llega a altas temperaturas.
Antes de que se instalara el hotel, hubo casillas a la vera del arroyo del cual brotaban las aguas. Crédito: Gentileza hotel Termas.
Hacia finales 1870, varios especialistas detectaron en esas aguas siete minerales y esbozaron algunas propiedades curativas derivadas de su composición. El doctor Eliseo Cantón, un estudioso de las termas del norte argentino, cuenta cómo era el ritual de aquellos primeros años: "Por entonces los baños se tomaban en pequeñas represas construidas rústicamente con piedras y trozos de madera. La hora del baño era la madrugada, sea cual fuere el padecimiento y por el tiempo que cada uno estimaba conveniente".
Publicidad de 1911. Crédito: Gentileza AGN.
Los primeros bañistas traían sus carpas y las extendían en un pequeño desmonte vecino a las fuentes de agua. La gente llegaba con provisiones y los enseres necesarios para pasar la temporada aquí, un sitio alejado de todo. Los baños se tomaban en el arroyo ubicado al final de la quebrada; allí convergían los diferentes manantiales donde las aguas de cada uno se entremezclaban.
Historia de un hotel
Ante ese panorama, y muy Interesado en las propiedades de las aguas termales salteñas, Cantón convenció a Antonio Palau, médico español que residía en Tucumán, para viajar a Rosario de la Frontera. Juntos abrieron el primer establecimiento hotelero, que se inauguró en abril de 1880. Arrendaron una pequeña porción de tierra contigua a las aguas termales que, por entonces pertenecía a doña Melchora Figueroa y Goyechea de Cornejo, y construyeron una serie de casillas de madera sobre el arroyo, diseñadas especialmente para tomar baños termales.
Antonio Palau, creador del agua que lleva su nombre. Crédito: Gentileza AGN.
Más tarde se hicieron habitaciones de mampostería, pero todo era muy básico. A partir de 1886, la fama del sitio se extendió y Palau decidió invertir en infraestructura de calidad, y comenzar a embotellar el agua. A partir de 1889, el establecimiento pasó a manos de la sociedad Palau, Torres y Cía.; entonces se sumaron comodidades y un nuevo cuerpo al edificio, cuyas galerías miran al oeste y forman la gran terraza que se ve al frente.
Durante su estadía en estas termas, Sarmiento refiere una fiesta que allí sucedió con motivo de la inauguración de biblioteca propia. Con un espíritu muy Belle Époque cuenta: " Todo el hotel arde y bulle. Se baila en el vestíbulo, en el salón, alrededor de la mesa de lectura. Bien pronto la locura avanza, se comunica a los pisos inferiores... ¡Ah!, el viento puede soplar afuera, sacudir los faroles, hacer gemir los hilos del teléfono (porque hay teléfono) y remolinear la nieve que cubre las vecinas montañas. Aquí se siente calor, está uno bien y hay para toda la noche".
Turistas en el hotel termal de Rosario de la Frontera. Crédito: Gentileza Hotel Termas
Más allá del fervor que Sarmiento podría haber puesto para describir el sitio -dan ganas de sumarse a la celebración de inmediato- lo cierto es que el hotel ya tenía cierta fama. Es más, antes que él había estado allí Nicolás Avellaneda. En los años siguientes los turistas aumentaron y este hecho contribuyó a la extensión de la línea ferroviaria hasta Rosario de la Frontera. Después, solo quedaban 7 km que se completaban en carruaje.
El hotel Termas en los años 40. Crédito: Gentileza AGN.
En 1907 y 1909, por lo menos, Caras y Caretas publica avisos en los que figura como propietario Eduardo Abello, titular del Gran Hotel San Martín de Córdoba y del Hotel Nacional de Tucumán.
Anuncio de los viajes directos a Salta y Rosario de la Frontera sin trasbordo en Tucumán del Ferrocarril Central de Córdoba. 1918
Pero la etapa más conocida y exitosa es la que lleva al frente, tras la Primera Guerra Mundial, la sociedad Seguín & Tornquist. Fue una gran época ya que se añadieron al complejo el edificio Florida de tres plantas, y el Güemes de cuatro, que sumaron una capacidad de alojamiento de 400 pasajeros. Más tarde, en 1921, se instaló la lujosa estación Los Baños, a 2 km del hotel.
El sitio contaba, además, con sala de cine, casino, salón de fiestas y salón comedor, además de usina, eléctrica, panadería, lavandería mecánica, peluquerías, cocina, imprenta y carpintería. Según se lee en un folleto de 1935, se ofrecían allí una serie de espacios para "Baños de Barro Radiactivo, Baños de luz, Baños Carbogaseosos, Emanatorium, Inhalatorio, Solárium, Electroterapia, Masajes". Todo un moderno spa.
Autos estacionados frente al hotel. El movimiento de turistas era constante. Crédito: Gentileza Hotel Termas
En su investigación sobre las termas de Rosario de la Frontera, el escritor Carlos Maita cita al arquitecto Juan Solís, quien cuenta que todo el conjunto fue realizado en un permanente proceso de construcciones y demoliciones que se extendió hasta los años 40, ya que la demanda turística era creciente y obligaba a permanentes ampliaciones. A fines de la década del 70 la antigua ala Palau fue demolida. "Con ello la plaza perdió un componente muy valioso y se puso al descubierto una herida en la montaña que hasta entonces pasaba inadvertida", señala el arquitecto. Luego de un período de esplendor, el hotel pasó por varias concesiones que lo dejaron en cierto estado de abandono hasta que la provincia decidió recuperarlo para su administración, hacia 1980.
Frente del hotel termal de Rosario de la Frontera. Crédito: Nicolás Janowski
Primero se reanudó el mantenimiento básico y en 2012 se inició un plan de puesta en valor que demandó una inversión de 70 millones de pesos y finalizó en 2019. Así se recuperaron áreas clave, además de poner a punto las 55 habitaciones. Agregaron además al complejo una sala de lectura, un kínder y una segunda cocina para atender las demandas de los viajeros modernos.
En los próximos años está proyectado reabrir el casino y armar un centro de interpretación de aguas que contará con un recorrido histórico sobre el trabajo del doctor Palau en la zona. "Esta idea -asegura Jorge Méndez, gerente del hotel- forma parte de un plan más ambicioso que consiste en incentivar la inversión privada en la zona y crear un polo de turismo termal, teniendo como eje el hotel y sus 690 hectáreas".
Relax & Salud
Aquellos que se animen a una estadía encontrarán aquí una cómoda infraestructura que conserva mucho del estilo original. Además, está el campo de golf propio, de nueve hoyos y los alrededores, ideales para salir en plan trekking. Las aguas termales provienen de nueve manantiales diferentes, que surgen entre los 25ºC y 99ºC.
Piscina del hotel termal de Rosario de la Frontera. Crédito: Nicolas Janowski
Ellas permiten realizar siete tipos de baños diferentes, sugeridos como complemento médico de distintas afecciones como reuma, enfermedades biliares, digestivas, ciáticas, enfermedades de la piel, arteriosclerosis, dificultades en las vías respiratorias y stress. Además de las dos piscinas exteriores para recreación, están los gabinetes individuales organizados en cuatro grupos: baños de inmersión con cuatro aguas termales diferentes, baños de vapor sulfurosos, baños de barro completo y baños de barro pintado a pincel. En el comedor del hotel, donde el menú recrea la cocina casera, la vedette es la sopa, de vegetales al almuerzo y en versión crema para la cena. El secreto de su sabor está, por supuesto, en el agua termal.
Otro dato interesante del lugar es el agua Palau, la primera mineral hipertermal embotellada en el país, que desde el siglo XIX ha obtenido numerosos premios internacionales, se sigue envasando aquí bajo una concesión privada.
Datos útiles. Hotel Termas. RP 34 S/N, Rosario de la Frontera, Salta. T: (0387) 572-8101. De lunes a jueves, $2.500 y viernes, sábados, domingos y feriados, $2.800; la tarifa es por habitación doble e incluye desayuno buffet y acceso a las piscinas termales y a la cancha de golf. Los baños en gabinete tienen costo adicional. También se puede ir por el día.