Mientras la familia de Luciano, el salteño de nueve años que ayer donó sus órganos, lo despide, hoy, Dylan Gómez inicia su segunda oportunidad de vivir. El niño chaqueño de cuatro años estuvo internado siete meses en el Hospital Italiano esperando un corazón y ayer en una catarata de sensaciones el milagro se hizo realidad.
El niño padece una grave enfermedad cardíaca, que lo impulsó a atravesar casi una decena operaciones. A sus dieciocho meses de vida comenzó con dificultades respiratorias y una hinchazón abdominal, tras varios análisis le detectaron miocardiopatía hipertrófica dilatada.
Desde el 6 mayo ocupaba el primer lugar en lista de espera nacional, necesitaba un corazón sano y de una persona que pese menos de 30 kilos. Internado junto a su papá realizaron numerosas campañas para concientizar sobre la donación de órganos.
"Yo no puedo salir de acá, pero hay gente afuera que me ayuda a que se difunda, que la gente tome conciencia. Es duro perder un hijo, pero hay que pensar que aunque el hijo se vaya, habrá un órgano suyo en otra persona que seguirá viva", dijo en algún momento.
Ayer recibió la noticia que tanto esperaba, el corazón apareció y quien lo donó es Luciano, el salteño que sufrió un status epiléptico y derivó en una muerte cerebral, ante ese diagnóstico irreversible su mamá, Débora, decidió que algo de su pequeño pueda vivir en otra persona.
Así el Hospital Público Materno Infantil realizó su primer operativo de ablación en diez años. Entre el dolor y la felicidad los médicos aseguraron que fue “una experiencia sanadora”. Desde Buenos Aires, el papá de Dylan celebró hasta las lágrimas y anunció que el niño esperó en el quirófano desde las 7:30.
Horas más tarde anunció "salió bien ya tiene su corazón adentro y está latiendo", luego aseguraron que Dylan se recupera y ha iniciado el proceso de adaptación. Sin dudas se trata de una historia conmovedora que ha logrado mostrar las dos caras de la donación de órganos, el dolor de la pérdida, pero la esperanza de volver a vivir.