La escena cumplirá mañana 17 años. Entre lágrimas y abrazos, Rachel Green, Ross Geller, Phoebe Buffay, Joey Tribbiani, Monica Geller y Chandler Bing van dejando uno a uno las llaves del departamento en el que rieron e hicieron reír a millones durante una década, antes de ir por un último café juntos al Central Perk. En el set original de Friends en los estudios de la Warner Bros. en Burbank, California, el mítico Stage 24 –que luego sería rebautizado con el nombre de la serie– Jennifer Aniston, David Schwimmer, Lisa Kudrow, Matt LeBlanc, Courteney Cox y Matthew Perry lloraron de verdad.
Los protagonistas le habían hecho honor al nombre del show: desde su lanzamiento, en septiembre de 1994, hasta el episodio final, grabado en enero de 2004 y emitido por la cadena NBC el 6 de mayo de ese año, jamás hubo siquiera un rumor de tensiones entre ellos; por el contrario, se convirtieron en verdaderos amigos, una rareza en cualquier casting de estrellas de Hollywood.
Tal vez parte del secreto fue que ninguno era realmente famoso antes de Friends: comenzaron ganando US$22.500 por el piloto, y se llevaron US$1.000.000 cada uno por el último capítulo, que fue seguido por 52 millones y medio de espectadores solo en los Estados Unidos, lo que lo transformó episodio de televisión más visto de la década. En Nueva York, donde transcurría la trama, más de 3000 personas se sentaron a ver el final de su serie favorita en grandes pantallas dispuestas en parques en toda la ciudad.
A lo largo de diez años, la historia creada por David Crane y Marta Kauffman sobre seis neoyorquinos veinteañeros que acababan de terminar la universidad y solo se tenían a ellos mismos como red de apoyo se había transformado en una de las más exitosas de todos los tiempos: hasta hoy sigue reportando a Warner alrededor de US$1000 millones anuales. Y esa red de apoyo era tan real al interior del casting, que aunque Aniston se transformó en una de las actrices mejor pagas de su generación durante el transcurso de la serie, aceptó bajar su cachet y negociar siempre el mismo salario que el resto de sus compañeros, otra de las claves de por qué todos siguen siendo tan amigos.
También estuvieron cerca de Perry durante su lucha contra las adicciones. “Solo podíamos estar al lado de él, a veces sin esperanzas. Fue muy doloroso verlo enfermo porque es una de las personas más encantadoras y graciosas que conozco”, confió Kudrow sobre los años en que el actor que interpretó a Chandler ahora dice casi no recordar. “No tengo memoria de lo que pasó entre la temporada tres y la seis”, ha declarado, siempre agradecido por el incondicional apoyo del equipo. Precisamente entre esas temporadas, Kudrow vivió su embarazo en el set –durante la temporada cuatro–, mientras los amigos acompañaban a Cox que sufrió por años problemas de fertilidad: su hija Coco Arquette nació un mes después de la emisión del último episodio de la serie.
“¡Pasamos demasiadas horas juntos en ese estudio sin ventanas! Jen es como mi hermanita –le dijo LeBlanc hace unos años a People–. Courteney y Lisa son mis hermanas mayores, Matthew mi hermanito, y David mi hermano mayor. Es exactamente lo que nos pasa, cómo funcionamos.” Por eso, un mes antes de grabar el episodio final, Aniston no dudó al explicar cómo se sentían: “En este momento somos como de porcelana, más frágiles que nunca y yendo a toda velocidad contra una pared de ladrillos. Cada vez se nos hace más difícil leer los guiones, somos todos un manojo de nervios y emociones encontradas”.
Matt LeBlanc, Courteney Cox, Matthew Perry, David Schimmer, Lisa Kudrow y Jennifer Aniston, los seis protagonistas de Friends. EFE/Lance Staedler/Archivo
La primera que se puso a llorar en el set el 23 de enero de 2004 fue Kudrow (Phoebe). Siguieron Aniston (Rachel) y Cox (Monica). “Hasta ahí aguanté –contaría luego LeBlanc–. Pero cuando vi que David (Ross), que siempre había sido el más profesional, también lloraba, no pude más”. La escena tuvo que repetirse: hubo que maquillar a todos los protagonistas de nuevo. El que cambió el humor, como siempre, fue Perry (Chandler): “Bueno, vamos, ¿o quieren que nos despidan a todos?”, los alentó. Después confesaría al New York Daily que estuvo siete horas aguantando las lágrimas.
Muchas cosas terminaron ese día. Por lo pronto, una manera de hacer y ver televisión: la sitcom, un género ideado sin más intenciones que hacer reír desde la identificación, en capítulos cortos y semanales. Friends había sido la primera serie concebida y ejecutada con un reparto coral –si no lo creen, hagan la prueba y pregunten a los fans cuál es el personaje principal–. Los autores habían pensado originalmente en Phoebe y Chandler como “un poco más secundarios” y “que proveerían humor cuando fuera necesario”. Pero Kauffman y Crane se dieron cuenta rápidamente de que aportaban mucho más que eso: “Se volvieron centrales en el grupo”. Lo que hizo de la serie un éxito absoluto fue precisamente el talento y la química excepcional de todo el casting, y claro: que todos tenemos un grupo de amigos que son nuestra red.
El mítico departamento donde transcurrían la mayor parte de las escenas de la serie, que se emitió todos los jueves por la noche desde 1994 a 2004 en los Estados Unidos.
El capítulo final cerraba las historias de los seis: Ross le confesaba su amor a Rachel (y decidían quedarse en Nueva York y vivir de su sueldo de profesor de paleontología en lugar de ir a París en donde a ella la esperaba el trabajo de sus sueños en Louis Vuitton, para horror quienes revisitan la serie con los ojos de esta época); Phoebe, que ayudaba a Ross a detener el avión el que planeaba irse Rachel, ya había tenido su propia cuota de amor romántico: se casó bajo la nieve con Mike (Paul Rudd), muy cerca de Central Perk; Joey era el único que se quedaba soltero, aunque con un pollito y un pato; y Monica y Chandler adoptaban mellizos y se mudaban a los suburbios, un guiño a la propia lucha de la actriz para ser madre.
Medio siglo después del primer episodio, mucho se ha escrito –y se sigue escribiendo– sobre las bromas sexistas o gordofóbicas, un casting que no pasaría los actuales standards de diversidad, y un guión en el que es lógico que algunos gags, escritos hace veinticinco años, no hayan resistido al paso del tiempo. Aunque tampoco parece justo mirar a esos jóvenes de la Generación X como si hubieran pretendido ser modélicos: claro que Joey Tribbiani cosificaba a las mujeres, pero el chiste era en primer lugar sobre él mismo y sus limitaciones. Pensar hoy a Friends con corrección política, cuando sigue haciendo reír a millones que la siguen por streaming en todo el mundo, podría responderse con un argumento del propio Joey: “Es como la opinión de una vaca. No importa. Es muuu”.
Crane y Kauffman dicen que para escribir el último capítulo de Friends, pasaron meses repasando finales de otras series para ver qué funcionaba y qué no. “No queríamos hacer algo conceptual, o que no tuviera que ver con el show”, dijo Crane. Kauffman agregó: “Queríamos que fueran felices y que estuvieran bien. Que fuera bueno para ellos y para el público decirles adiós”.
La serie debutó en septiembre de 1994. Matthew Perry fue Chandler; Jennifer Aniston, Rachel; David Schwimmer, Ross; Courteney Cox Arquette, Mónica, Matt Le Blanc,Joey y Lisa Kudrow, Pheobe (Warner Bros.)
Hubo entonces tres fiestas para celebrar aquel final feliz. Una comida en la mansión de Aniston y Brad Pitt, que por entonces estaban casados; un almuerzo de todo el equipo en el restaurante Il Sole de West Hollywood, donde solían ir juntos –y donde durante una década Aniston y Cox pidieron la misma ensalada de lechuga, tomate, panceta, pechuga de pollo, huevo duro, palta y queso roquefort–, y una gala para mil invitados especiales en el Park Plaza Hotel de Los Angeles, donde la banda The Rembrandts tocó en vivo el tema de Friends, “I’ll Be There for You”, y los seis amigos bailaron y volvieron a interpretar ante los presentes la primera escena del piloto de la serie.
El tema sonará una vez más muy pronto cuando HBO Max emita el especial Friends Reunion, un homenaje por los 25 años de la sitcom que por la pandemia solo pudo grabarse el mes pasado. En el estudio de Warner que hoy lleva el nombre de la serie que los hizo famosos, y tras cobrar US$2.500.000 cada uno, Aniston, Schwimmer, Kudrow, LeBlanc, Cox y Perry, serán esta vez ellos mismos, aunque, aseguran, algo de aquellos personajes vive para siempre. Como dijo Aniston en una reciente entrevista con Deadline: “No iremos a ninguna parte. Nunca van a librarse de Friends, lo siento. Están atrapados con nosotros de por vida, chicos”.