SOCIEDAD

Carlos Martínez Frugoni: “Los dueños de la droga reclutan a gente muy pobre para traficar”

Carlos Martínez Frugoni: “Los dueños de la droga reclutan a gente muy pobre para traficar”

El 2 de noviembre de 2017, el Dr. Carlos Martínez Frugoni asumía al frente de uno de los más estratégicos de los juzgados federales de la República Argentina en la lucha contra el narcotráfico y los delitos conexos, más específicamente en el combate al tráfico de cocaína, el más rentable, peligroso y sangriento de los negocios ilegales de nuestros tiempos.

La jurisdicción que ocupa al Juzgado Federal Nº 1 de Tartagal, que junto con el de Orán son los de mayor actividad del país por la cantidad de causas que se tramitan, se extiende en una frontera prácticamente lineal de 200 kilómetros de extensión con uno de los principales productores de cocaína del mundo como es Bolivia; pero a la vez a ambas naciones no las divide -en la jurisdicción que hace a los departamentos San Martín y Rivadavia- ningún accidente geográfico que las bandas organizadas y dedicadas al delito deban sortear con alguna dificultad.
El Trichaco que forman Bolivia, Argentina y Paraguay presenta prácticamente el mismo aspecto, una planicie más bien seca y surcada por cientos de sendas y caminos vecinales que serpentean a los largo de decenas de kilómetros de norte a sur y de este a oeste; una de las regiones menos habitada de la Argentina, y en general todas las características del extenso e inhóspito Chaco salteño hacen aún más difícil cualquier control por parte de las fuerzas de seguridad que reportan sus procedimientos al juez federal de Tartagal. A todos estos temas se refirió Martínez Frugoni en su diálogo con El Tribuno.

Al asumir como juez federal en Tartagal, ¿con qué realidad se encontró?
Toda mi carrera judicial la hice en Buenos Aires desde un cargo meritorio hasta que en el año 1992 me designaron como secretario de un juzgado federal. Pero mi ámbito de trabajo era totalmente diferente. No conocía este lugar, esta jurisdicción y el único dato que me acercaron cuando me designaron juez federal de Tartagal fue que era una región muy proclive al delito. Pero cuando llegué me encontré con gente extraordinaria, muy buena, que merece ser ayudada. Tengo por hábito hablar yo mismo con la gente, tomar personalmente las declaraciones por la razón que quien tiene que tomar las decisiones soy yo. 

¿A pesar de la cercanía hay diferencias con la jurisdicción que corresponde al Juzgado Federal de Orán?
Me tocó subrogar ese juzgado en el mes de enero pasado por decisión de la Cámara Federal. Ahí pude ver lo que es Orán, un juzgado que tiene su historia y que tiene un trabajo enorme. Pero San Martín y Rivadavia representan el filtro más grande en materia de narcotráfico. Se podría decir que casi todo en relación con el tráfico de cocaína ingresa desde la frontera con Bolivia, pasa por acá y recorre un extenso camino que atraviesa la provincia de Salta con destino final en Buenos Aires. La Gendarmería Nacional trabaja muy bien y la Policía Federal tiene presencia en el lugar con sus divisiones específicas -antidrogas-, que depende de Tucumán con quien tengo una permanente vinculación y solo necesito pedirles que bajen a la zona cuando es necesario. Con todos ellos hacemos un control permanente en la cuestión delictiva, pero el territorio sobre el que tenemos jurisdicción es enorme, casi incontrolable en cierto aspecto.

¿Tuvo oportunidad de recorrer la zona?
Recorrimos con gente de los escuadrones de Gendarmería y al llegar a algunos lugares del chaco salteño, el comandante que me guiaba me decía “doctor acá nos tenemos que bajar del vehículo porque no hay más camino”. Recorríamos a pie otro trecho y me explicaban que no podíamos seguir porque ahí, a unos metros, estaba Bolivia. Pero no había nada, ni un cartel, nada. Por tanto, tampoco había controles permanentes de las fuerzas porque faltan hombres. En el caso de la Gendarmería Nacional los controles se hacen a través de patrullajes, lo que favorece que el que está esperando para ingresar con un cargamento prohibido, lo haga después que pasó la patrulla, es de sentido común.

Afortunadamente la región no tiene los niveles de violencia que se condicen con el narcotráfico...
Esta es una zona de tránsito pero no he tenido noticias de que haya lugares donde se acopian los cargamentos para la posterior distribución. En otros lugares se acopia, se distribuye y se da la lucha de bandas. Yo tengo varios detenidos que a mi juicio se dedicaban a robar al que transporta droga, los mejicaneros como se los conoce acá, pero es otra modalidad delictiva. Es el ladrón que en lugar de ir a robar una casa donde podrá alzarse con un televisor y un par de electrodomésticos prefiere robarle al que transporta droga y a la vez venderla por su cuenta porque le resulta más redituable. Como “la víctima” del robo no va a denunciarlo, aprovecha esa circunstancia. Fuera de eso, problemas entre bandas como sucede en otros lugares donde se pelean por la preponderancia y el dominio, no tenemos. 

¿Influye en el negocio del tráfico de drogas la condición social de la gente de esos lugares?
He visto una situación social muy difícil y he comprobado cómo reclutan a la pobre gente y cuando me toca hablar con ellos o indagarlos me doy cuenta de que la realidad que viven es muy triste. Pero han cometido un hecho que está penado por la ley y no se puede disculparlos. Son en esas circunstancias en que muchas veces tomo decisiones como ordenar una prisión domiciliaria. Es el caso de hombres o mujeres que tienen familia numerosa o niños pequeños. Si ordeno la detención de una madre estaría condenando a esos niños inocentes o trasladándoles a ellos la culpa de sus padres, algunos de los cuales no entienden, no llegan a comprender la gravedad de sus actos. Los dueños de la droga que no son precisamente estas personas humildes, también saben que si los detenidos son indigentes, el trato con ellos por parte del juez puede ser más benévolo, por tanto seguirán buscando indigentes para esa actividad. 

¿Con esa realidad social , cómo se aplica el Código Penal?
Lo primero que yo examino es mi conciencia y si creo que lo que hago también está bien a los ojos de Dios, recién busco aplicar el Código Penal porque la realidad que yo veo cada día de trabajo, cada vez que hablo con un hombre o una mujer humilde que ha cometido delito, no está escrita en ningún lugar.

Se dice que las bandas también ocupan a los aborígenes como mano de obra del narcotráfico...
Yo no tengo hasta el momento ningún expediente en el que la mano de obra para estas actividades ilícitas en la cadena del narcotráfico hayan sido aborígenes. Lo escuché pero no me ha llegado. Como me gusta conocer las situaciones de primera mano, apenas llegué al norte y cuando se produjo un corte de ruta por parte de aborígenes de General Mosconi me fui al lugar a ver qué los motivaba a interrumpir el tránsito de una ruta nacional. Yo quería comprobar si querían visibilizar su problema y tenían necesidades insatisfechas o reclamos que nunca habían sido escuchados o si eran un montón de revoltosos que estaban interrumpiendo el tránsito sin un motivo que fuera atendible.

¿Con qué se encontró?
Tengo causas pero para hacerle el reclamo a las autoridades, que deben dar explicaciones porque la situación de esas comunidades es intolerable. Por los compromisos asumidos internacionalmente el Gobierno tiene el deber legal de preservar su cultura y darles lo que no se les dio nunca. Están totalmente olvidados, hay un desinterés absoluto. La situación en la que esas comunidades viven es inadmisible. Hace años que viven en condiciones extremas pero al parecer todos pasan por la ruta y no los vieron jamás. La desidia es total pero esas personas no están inclinadas a cometer delitos. Muchos dirigentes saben que yo escucho sus reclamos, así que esta semana estuvieron en mi despacho porque hago los expedientes referidos a las obligaciones que deben cumplir los gobiernos. Al escucharlos veo que tienen una enorme necesidad, pero ninguno de ellos pasó por este juzgado por cometer delitos y por el contrario, son decentes. Yo diría que tienen otros valores y una pobreza digna.

¿Qué cambios se produjeron en materia de delitos transnacionales desde la puesta en marcha del Juzgado Federal de Tartagal?
Por lo que me informan los tres escuadrones de gendarmería sobre los que tengo jurisdicción es que la actividad aumentó notoriamente y están trabajando mucho más que cuando solo dependían de Orán. Eso se percibe en el aumento de procedimientos al punto de que es extraño que en el transcurso del día y hasta de la noche no suene varias veces mi teléfono para formularme alguna consulta; soy muy aferrado a la ley y pido que las consultas me las hagan a mí para impartir las directivas y no delegar esa función. Además, no hay procedimiento o hecho que sea igual a otro más allá de que en general estén enmarcados en el transporte de sustancias prohibidas. 

¿Pidió más efectivos de la Policía Federal Argentina para Tartagal?
Cuando comencé a desempeñar esta función pedí a la Policía Federal implementar un sistema de seguridad para el juzgado por obvias razones y a raíz de eso, y según la información que ya me confirmaron, se instalará en Tartagal una subdelegación que ya está creada pero tendrá asiento en General Mosconi, en tanto la delegación de Salvador Mazza permanecerá en ese lugar para cubrir esa zona de frontera. Tengo entendido que en estos días vendrá el jefe de la PFA a firmar los convenios y para desplazar los efectivos en los diferentes lugares que se van a desempeñar pero dentro de estas dos localidades.

¿Cuál es su opinión en relación con la intención de que se sumen las fuerzas armadas en la lucha contra el narcotráfico?
Hay un decreto presidencial que todavía no se implementó pero a mí me parece muy bien. Las fuerzas armadas tiene personal preparado y en el caso del norte al que las autoridades nacionales se refirieron específicamente, tenemos un regimiento y hombres que a mi criterio están desaprovechados. 
En todos los países del mundo que se precian de estar un paso adelante, las fuerzas armadas colaboran en delitos que como el narcotráfico, superan las fronteras de un país y se transforman en cuestiones transnacionales. 
En el norte tenemos fronteras que son totalmente permeables y si tenemos gente de las fuerzas armadas, por qué las dejaríamos descubiertas. 
La función de prevención y policial seguirá estando a cargo de Gendarmería o Policía, mientras el cordón de seguridad debería estar establecido por las fuerzas armadas; ambas misiones se pueden combinar perfectamente y el combate a este delito arrojaría que lo que se filtra hacia la Argentina sería mucho menos. 

En lo que hace a su jurisdicción, ¿la droga ingresa por tierra o por aire?
Por tierra, sin ninguna duda. Esporádicamente puede ingresar por aire y siempre se está investigando alguna posibilidad, pero no tenemos nada confirmado. El ingreso, según lo arrojan los expedientes, es desde Bolivia; tuvimos casos en que desde Formosa van a Bolivia a cargar e ingresan nuevamente a la Argentina. 
Los mayores cargamentos son de cocaína y últimamente he notado grandes cantidades de marihuana -400, 500 kilos- que se le escapa a la Policía pero en la zona de Rivadavia Banda Sur y que seguramente ingresan desde Paraguay. 
Tampoco tenemos el contrabando como se da en Orán y lo que también vengo observando es que la incautación de drogas en los ómnibus se repite en unidades de las mismas empresas.

 

Fuente: El Tribuno



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