Desde el viernes que Flavia Alejandra Arias y su familia quedaron en la calle: denuncia que le usurparon su vivienda. Ahora ella, sus hijos menores de edad, su hermana, su sobrino con discapacidad y su mamá (una mujer de riesgo en la pandemia) viven en la intemperie, con hambre y frío.
Flavia trabaja vendiendo bollos y tortillas para salir adelante por sus hijos. La semana pasada estaba cuidando a su papá, un hombre enfermo de diabetes a quien le hicieron una amputación en el pie, y por esa razón no se encontraba en su casa cuando se adueñaron de su precaria casa, según explica.
La mujer comenta a LA GACETA que, el pasado viernes, cuando llegó a su vivienda en el barrio San Calixto se dio con la noticia de que su casilla ya no estaba y sus cosas estaban todas dañadas. “Hicieron un paredón; yo tenía tarimas y un portón adelante y me sacaron todo, me rompieron todo, me sacaron una casilla que con tanto esfuerzo compré vendiendo tortillas”, enfatiza.
Foto: LA GACETA
Junto a sus hijos de seis, 17 y 18 años, permanecen en la vereda de un vecino donde duermen en el pasto cuando se acerca la noche porque la policía, que se encuentra custodiando el lugar, no le permite que se acerquen a su casa.
“No tengo donde ir mis hijos están padeciendo hambre, frío y todo, estoy desesperada. No salen a dar la cara, yo el sábado vine y me metí desde el vecino para ver si seguían mis cosas ahí y está todo destrozado, rompieron la pieza de mi sobrino que es discapacitado y le robaron la silla de rueda, hicieron desastre”, comenta angustiada Arias.
Foto: LA GACETA
Sin embargo los vecinos señalan que ella junto a su familia no estaban viviendo en el lugar, pero Flavia explica que hace cinco años tiene el terreno y que no entiende porque salen en contra de ella cuando posee boletas donde está su domicilio.
Aquí Flavia tenía su casilla que hoy ya no esta
Con miedo de enfermarse, pasan las noches frías a la espera de una solución. “La impotencia de que me rompieron todo lo que hice con sacrificio como si yo no viviera aquí, hay mucha truchada, parece que hay que ser delincuentes para que la justicia te ayude o te dé solución, me duele estar en esta situación”, concluye con lágrimas en sus ojos, Flavia.
Desde la gaceta se buscó dialogar con las personas que están viviendo en el domicilio pero no atendió nadie.
En la vereda de su vecino duermen por las noches, de fondo el paredón que construyeron en su terreno - Foto: La Gaceta