Cada 26 de enero se celebra el Día Mundial de la Educación Ambiental, con el fin de enfatizar la importancia de la educación como generadora de conciencia sobre el cuidado del ambiente.
Este día se originó con la Declaración de Estocolmo, en 1972 (en la Conferencia sobre el Medioambiente Humano, organizada por las Naciones Unidas). En la misma, se estableció la Educación Ambiental como una prioridad. Como resultado, tres años después se firmó un acuerdo entre países - la Carta de Belgrado: un marco general para la educación ambiental- donde se establecieron metas ambientales, y objetivos, metas y principios de su educación.
Según la Unesco, la educación ambiental es un proceso participativo que busca concientizar en las personas la identificación de problemas ambientales tanto de nivel global como local. Aspira a identificar las relaciones e interacciones producidas entre el medio ambiente y las personas y tiene como objetivo promover una relación armoniosa entre las actividades humanas y la naturaleza a través del desarrollo sostenible para garantizar la calidad de vida de las generaciones futuras.
El lema propuesto por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la conmemoración del Día Internacional de la Educación de este año 2023 es “Invertir en las personas, priorizar la educación”. Y es allí cuando invertir y priorizar la educación en cuestiones ambientales cobra una gran relevancia.
La crisis ambiental que hoy vive el mundo, debido a las diversas prácticas que realiza el hombre y generan una gran contaminación, compromete a las futuras generaciones. Sin embargo, este problema no es reciente, de hecho el medio ambiente ha ido degradándose con el pasar de los años, pero parte del inicio de la fase crítica de este daño al planeta lo estamos viendo estos últimos años, donde somos testigos de las grandes olas de calor, variación climatológica, reducción del agua dulce y por supuesto, la aparición de hambruna que ya se ha dado en algunos países como Madagascar, el cual es el primer país de la historia que cae en la hambruna debido al cambio climático.
“Tener un día al año para recordar el medio ambiente viene bien a todos. Especialmente a aquellos que trabajan en estos temas que impactan en el medio ambiente y necesitan hacer tomar cada vez más conciencia del cuidado que debemos propenderle al planeta. Inclusive hay otros días que recuerdan al medio ambiente. Para mí todos los días son del medio ambiente ya que debemos cuidar de nuestro hábitat, que es nuestra casa común”, explicó a Infobae el ingeniero químico Julio Torti, director de la Maestría en Gestión Ambiental del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA).
“El planeta es nuestra única fuente de recursos tanto renovables como no renovables. El uso del agua, del espacio, de los bosques, del combustible que usamos, del aire que respiramos. Todo impacta en el ambiente. Es también el lugar donde disponemos de nuestros desechos”, agregó.
Al igual que se dejan huellas al caminar sobre la arena, la huella de carbono se refiere al hecho de que todos los seres humanos dejan su marca en el medio ambiente. Este impacto se mide calculando el total de emisiones y absorciones de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera.
“Todos tenemos una huella de carbono”, explicó Sebastián Galbusera, ingeniero industrial especializado en la mitigación del cambio climático, que trabaja en el Proyecto de Medio Ambiente de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea). Según Galbusera, la huella puede ser negativa cuando las actividades de las personas emiten más gases de los que absorben, o positiva, cuando sucede lo contrario.
“El cálculo sobre nuestra huella de carbono resulta fundamental. Sobre todo en actividades con alto impacto de generación de emisiones de carbono que hacemos en cada actividad. Si yo conozco el origen de esta huella, puedo mitigarla o bien eliminarla y reemplazarla por otra que me dé el mismo resultado. Buscaremos entonces saber cómo se hace para generar energía, producir a nivel industrial o movilizarme con la menor cantidad de emisiones de efecto invernadero. Las personas deben bajar el nivel de consumo que generan. Por ejemplo, uno puede ir en bicicleta en lugar de auto, usar el transporte público. Apagar la luz si no la está usando, reutilizar objetos de vidrio o plástico en lugar de comprar otro”, detalló Torti.
“Inclusive, en mi círculo puedo mejorar la emisión de gases de efecto invernadero comprando alimentos cercanos para evitar su transporte de mayores distancias. El 75% de los GEI tienen que ver con la producción, transporte y uso de energía. En segundo lugar es el uso del suelo y actividad agrícola. En tercer lugar es la disposición de residuos, que implica un gran problema como los basurales a cielo abierto que todavía existen en grandes cantidades, sobre todo en provincia de Buenos Aires”, amplió el experto.
Y agregó: “Los cambios tecnológicos son una herramienta para combatir el cambio climático y cuidar el medio ambiente. Hay tecnologías nuevas que son necesarias y están disponibles. Como los aerogeneradores más grandes y eficientes que los de una década atrás. Paneles solares más potentes, y hasta la posibilidad de uso de gas natural que es menos contaminante que el carbón y los derivados del petróleo. Salvo en la pandemia, que bajó la emisión de GEI, el mundo sigue en crecimiento, con más requerimientos energéticos. No solo es reemplazar lo que tenemos. Hay que hace crecer nuestra capacidad energética para sostener el crecimiento a futuro de la población”.
El programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), analizó las principales amenazas medio ambientales:
- La Tierra se encamina hacia un incremento de la temperatura de al menos tres grados respecto a los niveles preindustriales.
- Más de un millón de especies de animales y vegetales del mundo están en un peligro de extinción
- Las enfermedades vinculadas a la contaminación causan cada año unas nueve millones de muertes prematuras.