A pocos días de la denuncia pública que realizó el exmonaguillo de Rosario de Lerma, Juan Carlos García, contra el sacerdote Emilio Lamas por abuso sexual, se conoció un nuevo caso. La víctima también es de ese pueblo y, a diferencia del primer caso, habría sido abusada varias veces.
Ayer por la mañana, al llegar a la conferencia de prensa organizada frente a la plaza de Rosario de Lerma, un puñado de mujeres esperaba a Juan Carlos para felicitarlo por su "valentía". Allí estaba Sonia Ríos, quien expresó: "Mi hija también fue abusada por Lamas".
El caso que se suma es el de Carla Morales, de 38 años. Se trata de una mujer trans, quien desde niña asistía a la parroquia del pueblo. Desde los 9 años participó en los diferentes grupos: en la Legión de María, Palestra o el coro. Prestó ayuda incluso luego de aquellos episodios con Lamas. "Después del abuso fui catequista, como eso se te mete en la cabeza, no podés ver porque sos niño, y sentís vergenza y sentís que hacés las cosas mal, a esa edad no entendés los abusos, las violaciones, las cuestiones de poder", contó a El Tribuno desde Buenos Aires, donde reside actualmente.
Si bien, intentó "guardar en una cajita", aquellos primeros años de la década del 90, al crecer se fue dando cuenta lo que había pasado de niña. "En el 2004, 2005, me di cuenta que fue un abuso y lo callé un par de años", dijo. El deseo de hablar fue imprevisto. En el 2010, cuando Carla comenzó a militar por los derechos humanos y de la comunidad LGBT, se unió a una campaña de apostasía (renunciar a la iglesia). "Le comenté a mi familia que quería apostatar y mi mamá me reclamó, ahí le dije que el cura me había violado", contó.
Carla siempre ayudaba en las reuniones de los adultos, sirviendo café o asistiendo en lo que hiciera falta. Un día, el sacerdote Lamas la buscó para que lo acompañara a ver a otro cura en Quijano, y le preguntó a Sonia, mamá de Carla: "¿Me puedo llevar a su hija?". "Mi mamá dijo que sí, era el cura", contó. "Yo tenía entre 12 y 13 años, fuimos en su camioneta Ford 100, íbamos charlando y me tocó la pierna, me besó la mejilla y luego la boca", repasó los hechos.
"A la vuelta llegamos a la casa parroquial, al costado había una sala de reuniones, y detrás de ese salón hay un cuartito con una cama", rememoró. Carla, al sacar los recuerdos de la "cajita", pierde algunos detalles. "No sé como es que yo llegué ahí, lo que si recuerdo es que me besó y me penetró", aseguró. Contó que los abusos se habrían repetido desde el 90 al 95, pero la joven conserva ese recuerdo. "Las otras veces intento no recordarlo", señaló. Al igual que Juan Carlos, también procuraba no quedarse a solas con Lamas. Luego del crudo relato de su hija, su madre le dijo que "había que hablar", aunque no realizaron ninguna denuncia formal en el ámbito penal. "Nunca lo había hecho sola, porque te estás metiendo con la iglesia, porque tiene mucho poder y te abatata pensar que estás peleando contra un monstruo enorme", describió.
La "justicia divina" llegó luego de un llamado del arzobispado. "El año pasado me llamó mi mamá diciendo que había otro caso de Lamas, que se sentía mal por no haberme escuchado, que estaban tomando declaraciones y me habló de ir a la justicia episcopal", contó. Sin saber de qué se trataba, relató su historia delante del abogado de Lamas y dos curas más.
“Pueden haber más casos”
Carla Morales aseguró que la denuncia realizada por Juan Carlos la motivó a presentar una demanda en la Justicia ordinaria y no descarta que pueda haber más casos. “Ellos se esconden y más que nunca hay que hablar, para que esto no suceda. Haré la denuncia porque la Iglesia tiene mucho poder, y por entregar los niños con tanta confianza suceden estos casos. Ahora, si se puede hacer algo colectivo también puede ser mucho más fuerte”, aseguró.