Por el extenso patio de tierra y hasta por la vereda de la humilde casa de doña Juana Coronel andan las gallinas criollas. No lleva bien la cuenta, pero por lo menos una docena tiene, incluido el gallo. El desinterés que denota es porque ya no las quiere, dice que intenta deshacerse pero que cada tanto se le aparece alguna gallina con una fila de pollitos. Y así se renuevan solas.
Juana tiene 70 años y su esposo 88, viven en un barrio literalmente olvidado al que se accede por la ruta 21 (conocida como Camino a San Agustín), es un sector que quedó de lo que alguna vez fue la Finca San Francisco, en la zona sur de la ciudad. Varios en su cuadra tienen gallinas, ya casi nadie huerta.
Doña Juana Coronel le contó a El Tribuno que cria gallinas prácticamente desde toda la vida. A veces su hijo Carlos Flores le pide que cocine una sopa de gallina, pero ella le aclara que para eso la tiene que matar él, que tampoco se anima. Antes, el que hacía ese trabajo, degollar a la gallina, era su marido, pero ahora ya no lo quiere hacer más.
Los huevos no son bien aprovechados porque las gallinas ponen en el monte. Alguno que otro se encuentra a diario pero no son suficientes para el consumo familiar. En otra época, Juana y su esposo tuvieron una huerta, que ahora por la edad ya no la trabajan y está vacía.
Hace unos días, la diva de la televisión argentina Susana Giménez declaró: "Que dejen de hablar de la pobreza, y si hay mucha pobreza que la gente vaya al campo. Nosotros fuimos siempre el granero del mundo y hay que enseñarle a la gente, por ejemplo, del norte a plantar, a tener gallinas en el gallinero. Qué sé yo, cosas...".
Consultada sobre los dichos polémicos, doña Juana expresó: "Como ella está sentada en un sillón rodeada de oro, somos nosotros los que tenemos que piquear y meternos en la tierra, no me parece bien lo que dijo. En nuestro caso, somos dos viejos, ya no podemos ocuparnos de las gallinas o piquear, tengo que estar buscando quién me ayude a plantar una planta o pagar".
Marina Romero muestra el gallinero de la familia.
Más testimonios
A la vera de la ruta 21, a metros de la rotonda de ingreso por la avenida Ex Combatientes de Malvinas, Marina Romero tiene un gallinero con 10 gallinas y un gallo. Con su familia, decidieron armarlo en agosto del año pasado justamente por la situación económica. "Para evitar un gasto decidimos criar gallinas, son para nuestro consumo y nos resulta muy bien porque los fines de semana hacemos sopa de gallina o alguna otra comida, los huevos también los aprovechamos bien, levantamos por día 15 y nos repartimos entre nosotros".
A Marina no le pareció tan mal lo que dijo Susana Giménez porque ella creció en un hogar con gallinero y huerta y dice que es una gran "ayuda". La mujer tiene cuatro hijos y nietos de todos ellos, por lo que cree que hay que buscar la forma de ayudarse en la familia.
Por el patio de don Pedro Penela, vecino de la Finca La Vega, ubicada a 100 metros de una estación de servicio de la zona, también andaban varias gallinas. Pero dice que salvo una, las demás no son de él, sino de una casona de al lado. De toda formas, está acostumbrado, no le molesta y hasta les da de comer maíz o verduras. Los polémicos dichos lo trasladaron al hombre a su infancia. "Yo me crié con la huerta, la chacra y las gallinas. Mis padres eran lecheros y en la finca de enfrente donde vivíamos los patrones sabían darnos un lugar para la huerta. Antes al mercado casi no se iba", dijo.
A la vuelta, Celeste Mansilla, una joven madre, tiene unas 20 gallinas pero no son para consumo sino que están ahí porque un hermano trajo algunas. Los niños de la casa son los que a veces juntan los huevos que después son usados para elaborar bizcochuelos o alguna receta dulce.
"Los huevos caseros son más ricos, le dan más color a la masa o a la preparación", destacó Celeste.
En la casa viven varias familias jóvenes, tienen la estructura de un gallinero pero al parecer mucha atención no les dan a estas aves. Sí a una chancha que está preñada y ahora la llevaron a lo de una tía en barrio Santa Ana porque está a punto de parir.
Celeste recordó que la familia tenía una huerta, pero que el caballo que tienen la destruyó.